Imposible no pensar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2002, al observar el resultado de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina. Aquéllas de comienzos de siglo, partieron en dos la historia de la extrema derecha en Francia y hasta cierto punto en Europa, ya que por primera vez asomó la posibilidad de que el país fuera gobernado por una administración abiertamente anti europea, contra la migración y en términos más actuales, anti derechos. Los pronósticos indicaban que la segunda vuelta se decantaría entre el republicano Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin. Al final el líder extremista Jean Marie Le Pen se impuso por encima de la izquierda colándose inesperadamente al balotaje y el país votó masivamente la centro derecha, con tal de no saltar al vacío con un proyecto que podría poner en jaque la democracia y el Estado de derecho franceses. Algo similar ha ocurrido en Argentina, aunque valga decir, fue el resultado de una elección primaria que según lo ocurrido desde 2009 -desde que existe tal sistema- ha marcado la pauta de la presidencial en octubre, con la sola excepción de la de 2015 en la que Daniel Scioli, candidato del peronismo, se impuso en las PASO sobre Mauricio Macri, con una ventaja considerable (más de 8 puntos) y terminó perdiendo la elección sorpresivamente en segunda vuelta.
La victoria de Javier Milei del partido Libertad Avanza significa la aparición en América Latina de una derecha extrema o radical que le empieza a disputar los espacios a un conservatismo que tradicionalmente había sido tecnócrata y empresarial. La llegada al poder de Jair Bolsonaro tras las elecciones de 2018 en Brasil abrió el camino y mostró hasta qué punto en la región son atractivos los discursos en contra del establecimiento y sobre todo, que se oponen tajantemente al discurso de derechos que se ha defendido en los últimos 40 años, desde que la zona en su conjunto abandonó los autoritarismos militares. El excéntrico candidato argentino cuya victoria parcial ha sido abiertamente celebrada por algunos políticos colombianos como María Fernanda Cabal o Miguel Uribe Turbay, ha anunciado la eliminación de casi todos los ministerios incluidos el de Educación y Cultura a los que considera centros de adoctrinamiento en un país que desde el Grito de Cordoba de 1918 ha hecho de la universalidad de la educación activo de su democracia. Milei propone legalizar el tráfico de órganos, volver a la penalización del aborto, la dolarización de la economía y la supresión de la educación sexual en los colegios y escuelas. Es el desmonte del Estado a su mínima expresión y la puesta en la práctica de un libertarismo donde los fuerzas del mercado deciden sin ningún tipo de regulación el curso de la economía. El triunfo de Milei con poco más del 30% de los votos y la derrota del peronismo de Sergio Massa de Unión por la Patria con apenas 25%, también son un voto castigo a la precarización en el nivel de vida en estos cuatro años de Alberto Fernández. en 2019 se votó por el progresismo recordando que en los gobiernos de Nestor Kirchner y Cristina Fernandez hubo mejoras significativas en el nivel de vida (Según los datos oficiales, Kirchner contrajo pobreza del 62% al 37%. y Fernández la redujo al 28%). Sin embargo, en este periodo las fracturas en el seno del gobierno entre la vicepresidenta y el mandatario fueron evidentes y desde que se pactara con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un plan de pagos de una deuda insólitamente voluminosa, se dejó sin márgenes la política redistributiva y el kirchnerismo quedó sin chances de poner en marcha escudos sociales para la severa crisis que golpea el poder adquisitivo.
Nada está dicho en una Argentina que votó «en contra», mas no «a favor de». Ahora que empiezan a despejarse los propósitos de Milei es posible que varios de los que lo eligieron prefieran la prudencia. El peronismo que ha tenido su peor resultado en décadas aún tiene una oportunidad, pues el candidato de la extrema derecha le compite por votos a la opción de la derecha de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Estos deberán aprovechar el estupor causado por la victoria de Milei, para advertir a los sectores conservadores sobre el riesgo que entraña una opción que simplemente no cree en la democracia y cuya llegada podría ser tan brutal para el Estado de derecho como el golpe militar de 1976. Parece aplicarse así la «paradoja de la tolerancia» del filósofo Karl Popper en la que se define la capacidad de pluralismo de una sociedad en proporción a «no tolerar la intolerancia» de ideas que pongan en riesgo los derechos. Solo el rechazo categórico a los discursos anti derechos pueden salvar la democracia de una ola de demagogia de derecha que ya ha causado estragos como el Brexit, la polarización violenta en EE. UU., el desmonte del Estado de derecho en El Salvador y el desastre que dejó Bolsonaro en Brasil.
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