El cuento que él general Alzate le leyó a los colombianos y al mundo con voz entre cortada yo no me lo pienso creer fácilmente. Yo no le creo. No creo en su novela, no creo en el amor que dice profesar por el pueblo chocoano y no creo tampoco en su renuncia con arrepentimiento.

Para que un general de la república, con el recorrido, la experiencia y además, la información que este señor manejaba sobre la zona que tenía bajo su responsabilidad, decida meterse en la boca del lobo, sin cumplir con los protocolos de seguridad que le exigen las normas que se deben implementar en un país como el nuestro, con la situación nuestra, se necesita mucho más que amor por el pueblo chocoano. Es como si Ingrid Betancourt nos hubiera dicho que su decisión de entregársele a una zona roja sin carros blindados ni un esquema de seguridad organizado fue por amor al pueblo sanvicentuno. Pues no. Ella no amaba ni ama a los sanvicentunos ni el general amaba ni ama a los chocoanos. Ingrid, la bonita Ingrid, tenía una motivación mayor, unas ganas incontrolables que la empujaron a las redes de los guerrilleros que la privaron de la libertad, no solamente a ella sino a Clara Rojas. Uno por amor hace muchas tonterías, pero por deseo hace muchas estupideces. El deseo de Ingrid, claramente, era ganar la presidencia en las elecciones que se avecinaban por esa época, época en la que don Uribe también hacia campaña por todo el país.

Mi tesis es sencilla, sin tanta parafernalia. El general, tenía ganas de escaparse con la señora abogada, tenía ganas de acostarla en algún lugar y gozar de su cuerpo y que ella gozara del cuerpo de un general. Y para eso no necesitaba que más militares lo acompañaran, solo era suficiente uno joven que condujera la lancha y los esperara silenciosamente a la orilla del rio Atrato. El general es un hombre casado, no puede andar por ahí teniendo aventuras con las señoras bonitas de su batallón, ni más faltaba, un hombre de honor no se comporta de esa manera, un hombre de honor es hombre de una sola mujer, no de su mujer y de la abogada sexy del batallón. Sus ganas incontenibles por acostarse con la abogada lo llevó, torpemente, a merced de unos pocos insurgentes que por azares de la vida decidieron ese día, coincidiendo con las ganas de los dos turistas blancos que llegaron en una lancha, caminar por el caserío en donde la historia no quiso que se consumara una infidelidad por parte del general, pero sí quiso que se produjera el secuestro de una abogada y un general excitado. Pobres los dos, no solo no pudieron tirar, sino que no pudieron regresar a su batallón, no solamente se quedaron con las ganas sino que se quedaron con las FARC.

Si el personaje de esta historia no llevara sobre sus hombros la responsabilidad de un general activo, y con funciones tan importantes para las fuerzas militares seguramente el hombre seguiría caminando por las montañas colombianas al lado de su Julieta, y custodiados, por supuesto, por guerrilleros. Si el general hubiera estado en otro lugar del país, uno un poco más desarrollado, no hubiera tenido que tomar lancha, y no hubiera ido a un caserío. Un taxi y un motel solucionarían sin tanta dificultad la fiebre del pobre hombre de honor. El presidente santos es un hombre astuto, inteligente, sereno, estas virtudes lo llevaron a manejar parte de toda esta novela de manera pública, decisión que sirvió para que los colombianos sintieran que tenían casi toda la información. ¿Qué hacia un general en zona roja en bermudas, con sexy abogada y sin escoltas, y sin que el batallón tuviera mínima información de la gran labor social que este hombre hacia encubierto? No se le puede pedir al presidente que le alcahuetee las canitas al aire a ningún general, ni más faltaba, La baja del general fue lo mínimo que le pudo suceder.

La novela terminó con un final triste para todos, este acontecimiento nos dejó un mal recuerdo del que nos repondremos con el pasar del tiempo. La gravedad del asunto se pudo solucionar, como siempre, gracias al tacto y buen proceder de un presidente que ha llevado a este país por buen camino, y no lo digo yo, lo dicen las cifras. El general ahora en uso del buen retiro podrá, supongo yo, regresar al Choco en bermudas y entregarle su vida a ese pueblo que tanto dice amar. O solo era parte del discurso…

Algún día, en un libro escrito por alguien conoceremos el secreto del general Alzate.

Giovanni Acevedo

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