Ya era hora que un gobierno se fijara responsablemente en las necesidades de este bonito departamento, pero no solo en sus necesidades, sino también, en sus ofrecimientos de progreso y desarrollo académico, deportivo y social. Si bien esta labor no es nada fácil, sobre todo cuando de educar se trata, es interesante que la administración del presidente Santos le quiera invertir a unas tierras hermosas pero desagradecidas, desagradecidas e ignorantes, ignorantes y borrachas. Todo esto gracias, por supuesto, al olvido que han debido soportar los chocoanos desde que su historia comenzó a escribirse, olvido social, turístico, gubernamental, religioso, económico, etc.. El comercio en Quibdó no lo manipulan los propios, lo administran los paisas que llegan buscando opciones de negocio y en esa búsqueda han instalado restaurantes, cafés, heladerías, gasolineras, discotecas y hasta putiaderos, ganancias que por supuesto no se quedan como inversión en el departamento, sino que por lo contrario llegan a Antioquia por medio de giros o encomiendas. Por décadas, las aspiraciones de los jóvenes de estas tierras han estado limitadas a un futuro promisorio desprendido de los sueños de un niño que quiere ser futbolista, sin balón y sin cancha, o cantante de reggaetón, o militar. Pero no se le puede pedir mucho al que no se le ha dado mucho más. En los destinos por visitar, en los planes turísticos de los colombianos no aparece nunca el Chocó, esto puede tener un sinfín de explicaciones; como la inseguridad a causa de los grupos armados, el difícil (casi imposible) acceso por tierra, la escasa inversión turística en instalaciones idóneas para recibir una familia aventurera en épocas de temporada alta, el desinterés de las administraciones chocoanas de las gobernaciones y las alcaldías por incentivar el turismo, la falta de compromiso por parte de sus residentes por buscar el camino del progreso para su región, como si la pueden tener los paisas, quienes siempre sirven como ejemplo en estas cuestiones de amor por sus tierras. El asunto en el Chocó resulta a medida que se comienza a deshilar, mucho más complicado y engorroso de lo que uno, viviendo aquí en Bogotá y visitando Cartagena para vacacionar, se puede imaginar. Ellos dicen que la culpa es de los políticos que nunca se han interesado en ellos, yo digo que es culpa de ellos por elegir siempre políticos bellacos. Ellos dicen que la culpa es del gobierno por no hacerles carreteras y acueductos y escuelas, yo digo que la culpa es de ellos por no pensar en su departamento desde lo básico, como no botar basura al rio Atrato, a las calles o a la quebrada que pasa por detrás de sus casas.
Seguramente, hasta hace unos años, los chocoanos podrían justificar la escasez, la pereza y el gusto eterno por el aguardiente platino, el dominó y las cartas, por el abandono por parte del gobierno, la falta de inversión en sus tierras, eso hasta hace algunos años, pero hoy, finalizando el año 2014 y comenzando el segundo periodo del gobierno Santos, no podrá existir la misma excusa. Las necesidades en infraestructura, vivienda, agua potable, educación, el aeropuerto de Quibdó, entre otros, han recibido, por parte del gobierno nacional, un poco más de 500 mil millones de pesos. Doce de los treinta y dos proyectos de alto impacto destinados para el pacifico, están en el Chocó. El aeropuerto de Quibdó, por ejemplo, que hoy cuenta con una pista de despegue y aterrizaje no funcional para aviones de más de 30 pasajeros, es beneficiario, por fin, de un total de 115 mil millones de pesos que deben materializarse en obras de modernización e infraestructura. Esto para el transporte de mercancía y turistas por vía aérea le abre una enorme puerta al progreso. El Chocó cuenta con dos entradas y salidas por tierra, una hacia Medellín, y otra hacia Pereira. He viajado por las dos, y las dos son desastrosas. La de Pereira tiene piedras y polvo de ladrillo por casi todo el recorrido, al pasar de los carros el polvo se levanta y se mete audazmente por entre los ventanas, esparciéndose en el interior, casi que asfixiando a los viajeros, finalmente uno llega bañado en polvo, y con los pulmones maltrechos. La de Medellín, no tiene polvo porque atraviesa la selva húmeda del Chocó, pero las constantes precipitaciones hacen que la carretera, que nunca ha sido pavimentada, tenga grandes cráteres y que sus bordes se desmoronen como si estuviéramos hablando de una polvorosa. Estas dos carreteras siempre han servido como combustible de las promesas de campaña de infinidad de políticos aspirantes a la gobernación y a la alcaldía, incluso, en un consejo comunal, el hoy Senador Uribe, cuando era presidente, con su sobrero sabanero, ordenó, en frente de cientos de chocoanos y a la espera de un fuerte aplauso, la construcción inmediata de las dos carreteras comenzando por la de Medellín, orden que por supuesto nunca pudo ser cumplida por parte del gobernador de turno por falta de los recursos que debieron ser girados con el mismo temple que lo anunció Uribe. Pero como la memoria confabula y se aprovecha de la ignorancia, gran parte de los chocoanos siguen siendo uribistas, después de que en los 8 años de Uribe como presidente, este bonito departamento no hubiera recibido inversiones enérgicas, solo promesas y discursos nutridos de seguridad democrática. Hoy, las dos carreteras están siendo intervenidas con recursos del gobierno central, inversiones que superan el medio billón de pesos y que cuentan con la supervisión y monitoreo constante por parte de los organismos de control. 102 mil millones de pesos fueron destinados para la construcción de 1900 casas gratis que le mejoraran la calidad de vida a colombianos como usted, o como yo, pero ellos sin la oportunidad que nos favorecido a nosotros de vivir en la comodidad que ofrecen las ciudades con todos los servicios públicos. En Itsmina, el pueblo de Rosita, una morena que nos preparaba la comida y nos cuidaba cuando mi hermana tenía un año y yo unos 11, se construirán 100 de estas casas, En Tadó, el pueblo de la abuela Bertha, se construirán 300 casas gratis, más 1500 en Quibdó.
El agua potable ha sido siempre, desde que viajo a este departamento, un problema constante y sin solución alguna. El agua lluvia se recoge en cada casa en grandes tanques y de ahí se abastecen las necesidades propias del hogar; se lavan los platos, se baja el desagüe de los inodoros, se cocina y se bañan. La ropa se lava en la quebrada, con unos instrumentos de madera que tienen por un lado un gravado agresivo que sirve para restregar y cepillar. Para esto, el gobierno ha previsto 36 proyectos de acueducto, alcantarillado y saneamiento básico. El acueducto ya está en construcción y debe estar terminado en Julio del 2015. El impacto en las vidas de estas personas será abrumador, del 30% de cobertura que hoy tiene el actual acueducto, se pasará el otro año, cuando comience a cumplir sus funciones el que está en construcción a un poco más del 93% de cobertura, y se garantizará el servicio de agua potable las 24 horas durante todos los días, como debe ser y no unas cuantas horas al día como hoy funciona.
Pero todo esto no tendría mayor importancia e incidencia en la población futura si de la mano no estuviera la educación. No se puede nunca olvidar en el listado de inversión social e implementación de políticas públicas la educación. Seguramente don Roque, el señor que se sienta cada fin de semana en una silla plástica a beber y a jugar cartas hasta el amanecer, entregándole al ocio los pocos pesos que se gana pescando o cortando madera en el monte no entienda la importancia de esto, pero las nuevas generaciones si, y en ellas recae la responsabilidad de sacar adelante no solamente a sus familias sino a su departamento. Por eso hoy Quibdó tiene el mega colegio MIA, una colosal construcción con capacidad de recibir a 1200 niños, con 4 laboratorios de biología y química, 4 salas de internet, 1 sala de robótica y una cancha múltiple, esta obra costó 800 mil millones de pesos. Pero como ahí no nos podemos quedar, el gobierno ordenó la construcción de la segunda etapa por un valor de 14 mil millones de pesos. A esto es importante sumarle la entrega de 1.960 tabletas a las 6 instituciones educativas con las que cuenta el municipio, tabletas conectadas a internet de fibra óptica y con contenido académico.
Quibdó hoy también cuenta con una enorme y nueva estación de policía, una nueva cancha de futbol y además, 200 jóvenes forman parte de la Orquesta Sinfónica Libre de Quibdó apoyada por Findeter.
En la primera posesión del presidente santos, en su discurso, soltó una frase que a mí me ha quedado siempre presente, “Le llegó la hora a Colombia”. La oportunidad que vive hoy todo el departamento del Chocó seguramente no será la única, pero si es la primera, es el punto en la historia de una población olvidada y maltratada por los grupos al margen de la ley, es momento de mirar adelante y prometerse grandes restos que impulsen la economía, la educación y la infraestructura hacia el progreso, por eso digo que le llegó la hora al Chocó.
Giovanni Acevedo
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