En un restaurante de cadena, hace un par de semanas, en Ciudad de Panamá, me tomé una cerveza con el ex ministro de educación de ese país, el académico Luis Miguel Cañizales, mientras el acompañaba la conversación con un vaso de agua fría.
El tema que nos convocó en ese lugar, sin duda, fue la educación, la educación desde los primeros grados de la niñez, hasta las maestrías y especializaciones que hoy en día se deben cursar, para que los profesionales puedan competir en un mundo de avanzada. Durante las casi dos horas de conversación logré entender la complejidad de un derecho, que la mayoría de países lo enaltecen como fundamental y en esa calidad se conserva en nuestras cartas constitucionales.
El señor Cañizales, no solo fue ministro de educación de Panamá, sino también ha pertenecido a selectos grupos de académicos conformados por especialistas en la materia de diferentes partes del mundo, con los que ha publicado libros en los que se resguardan extensas investigaciones sobre lo que hoy en Colombia se discute en cada esquina virtual. México, está caminando hacia una renovación en su educación, renovación de la que hace parte, como asesor, el ex ministro cañizales. Si bien, cuando conocí al ex ministro el paro de profesores en Colombia aún no había comenzado, el tema de salarios, nivel educativo y responsabilidad social por parte del maestro latinoamericano ocupó gran parte de nuestra conversación.
Nunca he estado de acuerdo con la protesta pública cuando ella, en su ejercicio, lastima y atropella la paz y los derechos de los demás ciudadanos, y menos, cuando uno de esos derechos es la educación, y la población afectada son más de nueve millones de niños que en este momento están perdiendo clases. No dudo que el gremio de maestros en mi país tenga la necesidad de entablar algunas discusiones que lleguen a buen término, negociar con el gobierno necesidades inmediatas que mejoren sus condiciones, pero esto no puede ser razón para que los maestros detengan la marcha de las clases de los niños colombianos. El reajuste salarial que quieren los maestros, es comparado a diario con tablas salariales de distintos países, sin reconocer la realidad colombiana en materia presupuestal. Es fácil hacer que un clamor popular se vuelva viral en cuestión de minutos, pero es muy difícil que las razones técnicas y administrativas sean comprendidas con el mismo entusiasmo con el que se comentan y comparten imágenes y videos por las redes sociales.
Colombia es un país que no solamente enfrenta el desnivel en los salarios de los maestros. Si solo hablamos de la educación, las necesidades de este sector no se pueden contar con los dedos de las manos. La calidad, la cobertura, las dinámicas catedráticas, la jornada horaria, la deserción estudiantil causada no solamente por el desinterés de los estudiantes o por la necesidad ineludible de trabajar, sino también, en ocasiones, por culpa de maestros que se resisten a inyectarle a sus clases dinámicas atractivas para los jóvenes de este país. El ex ministro Cañizales, me explicó, la necesidad de evaluar las calidades académicas de los maestros en Latinoamérica, de incentivar la renovación constante de los métodos implementados por nuestros maestros en sus aulas, y cuando escribo “nuestros” me refiero a toda Latinoamérica. Este gobierno, a diferencia de los anteriores, porque siempre hay que comprarar y evidenciar las diferencias, no solamente le ha apostado a la educación sino que se la ha jugado por la educación. Por primera vez, en la historia de Colombia, el Ministerio de Educación tiene el mayor presupuesto registrado, incluso cuenta ahora con más recursos que el ministerio de defensa. Más de 133 mil niños de 209 colegios en todo el país gozan de la jornada única escolar, un logro que no ha pasado de promesas en otros gobiernos. Construcción de nuevos establecimientos educativos, mejoramiento y mantenimiento de aulas escolares, más de nueve millones de libros entregados, dotación y acondicionamiento de aulas inteligentes, las 10 mil becas universitarias para los mejores estudiantes del país, las convocatorias a maestros para que se especialicen y actualicen sus conocimientos, el acompañamiento educativo a jóvenes víctimas del conflicto armando… y la lista puede continuar, y aún no así, muchos dirán que no es suficiente, y tienen razón, por eso el trabajo en este sentido y los esfuerzos de este gobierno no descansan ni se disminuyen.
En septiembre de 2013, los maestros, representados por FECODE, firmaron y aceptaron así, un acuerdo con el gobierno nacional que favoreció las condiciones salariales y de salud de los docentes. Por primera vez, en más de ocho años el gobierno reconoció las solicitudes de los maestros colombianos y por eso acordó entre otros puntos; el pago total de más de 240 mil millones que el estado tenía con los maestros, deuda que fue saldada entre noviembre y septiembre de ese mismo año. En el tema pensional, El Gobierno Nacional se comprometió a aprobar el cálculo actuarial del pasivo pensional antes del treinta de septiembre de 2013. En salud, el gobierno reafirmó el régimen excepcional y especial de salud de los docentes y sus familias. Con respecto a los salarios, se revisó el estatuto 1278 que acredita un título de maestría o doctorado, este incentivo se les reconoce a los profesores mientras se hace el transito al grado 3 del escalafón, luego de haber superado la evaluación de competencias, además de acuerdos en diferentes frentes, todos en beneficio de los maestros. Seguramente hacen falta ajustes, como lo dije anteriormente, es posible que sea necesario avanzar en la búsqueda de equidad y estabilidad para los maestros y sus familias, pero el compromiso con la educación por parte de los maestros no puede reducirse al aumento de los salarios y de los beneficios, el compromiso de los maestros y de FECODE con la educación de las nuevas generaciones colombianas debe ser con la calidad de las clases, con el cumplimiento de las necesidades educativas, el compromiso de todos los profesores debe ser con la libertad de expresión y el libre desarrollo de la sexualidad de sus estudiantes. Hace menos un año un estudiante decidió suicidarse, gracias al acoso y burla por parte de sus maestros al darse cuenta que el estudiante era gay.
Que los profesores ganen más, y que tengan primas a final de año, como lo lograron con el paro del 2013, no nos asegura, a los demás colombianos que la calidad en las aulas mejorará sustancialmente, o por lo menos ese no es uno de los puntos en la discusión de los maestros.
El gobierno no se debe sentar a discutir las solicitudes de FECODE, hasta que el derecho fundamental a la educación no sea respetado y cumplido por todos los profesores en Colombia, hasta que todos los estudiantes que no están recibiendo clases, se reintegren a sus calendarios académicos. No se puede tolerar que cada dos años, un gremio decida mejorar sus condiciones y la manera de lograr su cometido sea colapsando ciudades o vulnerando derechos fundamentales.
El punto, es que en Colombia estamos acostumbrados a vivir y a elegir con emociones en la cabeza, por eso es que cuando mueren once soldados todo el país se paraliza, pero a la siguiente semana lo que genera emoción es la educación, pero a la siguiente el reality show que esté mejor calificado, y todo esto se olvida cuando comience algún mundial o alguna copa de fútbol.
La educación de los niños no debe ser instrumento de negociación, a no ser que sea para mejorarlo, y nunca se debe interrumpir.
Por último. Que después de una marcha de los profesores colombianos, los pocos monumentos que tenemos en Bogotá, terminen pintados, atropellados y menospreciados como el monumento de los soldados caídos, y a menos de un mes de la muerte de once de ellos, no tiene presentación…
¿En manos de quienes está nuestra educación ?
Giovanni Acevedo