Giovanni Acevedo, escritor bogotano, columnista de opinión, asesor en asuntos políticos para América Latina.

En esta novela de Isagén hay varios gatos totalmente diferentes, y eso hay que tenerlo muy claro.

La izquierda colombiana representada, por supuesto, por defensores de la inversión social y enemigos del capitalismo, de la capitalización extranjera dentro de nuestras fronteras y de la comercialización o explotación de nuestros recursos naturales en beneficio de externos, tiene como quehacer, en este caso, levantar su voz de protesta y movilizarse en contra de lo que para ellos se entiende como un mal negocio para los colombianos. Aunque esta movilización resultara mucho menos nutrida de las que convocaba el señor Gustavo Petro. ¿Por qué?

La derecha colombiana, hoy día representada por Álvaro Uribe y su partido político, el Centro Democrático, extrañamente acompaña a la izquierda en ese camino revolucionario hacia la defensa de lo público, en contra de la inversión privada, en contra de la inversión extranjera que tanto cortejó en sus ocho años de gobierno. ¿Por qué?

Según los expertos, o de los que han estudiado para ser expertos, no los de las redes sociales, Isagén es sin duda un activo que ha cumplido con su misión, no solo la de generar energía sino de consolidarse en el mercado competitivamente, incrementando sus dividendos y valorizando sus acciones, algo que en últimas resulta mucho más rentable que los dividendos por acción. La venta de esta hidroeléctrica no es nueva, viene desde el gobierno de Andrés Pastrana, pero en ese momento falló, algo que no es extraño en ese gobierno. Álvaro Uribe también intentó venderla y su intención era mucho menos imaginativa que la del gobierno Santos. Durante los dos primeros gobiernos negoció Isagén en la etapa joven de la empresa, lo que quiere decir que la intentó vender por un precio más bajo.

Colombia, en comparación con diferentes países vecinos, no solamente tiene atrasos en infraestructura de carreteras, en educación, salud e inversión social, sino que también la generación de energía térmica e hidroeléctrica es un indicador de que los colombianos necesitamos avanzar rápidamente en políticas que nos proyecten en el futuro como un país próspero y estable en todos los frentes. A mediados de los años 80, Chile hizo una reforma al sector eléctrico que fue ejemplo para muchos otros países, reforma que entre otras contempló la privatización del sector casi que sin restricciones. Esto por supuesto logró incrementar rápidamente la inversión privada y la cobertura de los servicios energéticos en todo el país. Si tenemos como ejemplo la reforma energética de Chile, en 1992 Perú hizo lo suyo y privatizó a gran escala la generación hidroeléctrica, logrando mejoras en la prestación y la calidad del servicio. Esto explica el crecimiento de la cobertura del 45% al 88% entre 1992 y 2011. Y ni hablar de Brasil y Paraguay, que cuentan con la segunda generadora hidroeléctrica más grande del mundo, o Argentina que es el país en toda la región con más proyección en esta materia. Y Bolivia, el país que nadie quiere conocer y que nadie tiene ni idea de su historia, genera suficiente energía como para venderle 8 mil megavatios a Brasil y Argentina. En Colombia, la venta ha desatado posturas radicales incluso de partidos de la coalición de gobierno, ¿por qué?

A diferencia del gobierno Uribe, el gobierno Santos invertirá el dinero de la venta de Isagén en infraestructura de última generación liderada por el vicepresidente Germán Vargas Lleras, y es esto puntualmente lo que no le gusta a Uribe, a Serpa y a Robledo.

Después del desastre de Samuel Moreno como alcalde de Bogotá, de la pelea con Gustavo Petro que lo obligó a crear su propio movimiento político y de la derrota de Clara López, Robledo es el único que sigue como ficha a la presidencia de Colombia en representación de la izquierda colombiana.

Por otro lado, los liberales están completamente distanciados de su viejo militante German Vargas Lleras, y esa distancia invitó a Horacio Serpa a anunciar públicamente que en las próximas elecciones presidenciales, tendrán candidato propio. ¿Quién?

Las diferencias entre Álvaro Uribe y Germán Vargas se han venido incrementando desde el atentado que sufrió el entonces senador a pocas cuadras de los estudios radiales de Caracol, y quien en su momento señaló al DAS como responsable de ese atentado, denunciando también que el DAS trabajaba para Uribe. Hecho que le molestó tanto a Uribe como para llamar a la esposa de Vargas lleras y dejarle claro, como siempre, que él es un hombre de bien. Aunque muchos piensen que Vargas Lleras y Uribe piensan igual, y esa sea la razón para su unión en las próximas presidenciales, quiero decirles que están completamente equivocados, esta es una disputa a «muerte».

La pelea por la presidencia de Colombia, desde ya, está en actividad, por eso es que las principales corrientes políticas con intenciones de pelear la Casa de Nariño están en contra de la venta de Isagén, porque los recursos serán ejecutados por Vargas Lleras, porque eso le dará resultados a su hoja de vida y esos resultados se convertirán en votos. La real preocupación no es que Colombia no privatice sus empresas, ni la soberanía energética como la bautizó Uribe, sino que Vargas le sume carreteras de última generación a sus resultados.

Justo aquí es cuando la politiquería cultiva su trabajo, cuando los intereses de unos pocos, en este caso de los partidos políticos, están por encima de las necesidades del país.

Para finalizar. Quizás el error más recurrente de gobierno Santos sea la comunicación, por eso es que la campaña de socialización comenzó a moverse en redes sociales hasta después de la venta.

 

Giovanni Acevedo

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