Además de cumplir lo prometido, un dirigente político debe defender y mostrar sus resultados de manera eficiente, de otra forma el electorado asumirá que no se hizo nada, que se incumplió una vez más. Y Peñalosa, el alcalde de la capital de Colombia, tiene el terreno abonado para que esto le resulte relativamente fácil.
Los últimos tres alcaldes de Bogotá han sido representantes de la izquierda, y ninguno logró grandes beneficios para la ciudad como para que los bogotanos nos sintamos agradecidos, seguramente no porque no hayan funcionado, sino porque no se comunicaron bien, o porque no beneficiaron a la mayoría de la población. Luis Eduardo Garzón, se comprometió con la inversión social y logró convertir los comedores comunitarios en una solución real para las familias de más bajos recursos asegurándoles por lo menos un plato de comida al día. Pero dejó de lado la inversión en infraestructura, y no continuó con el fortalecimiento de la política estrella de su antecesor, la cultura ciudadana. Samuel Moreno organizó una empresa para robarse los recursos de la alcaldía firmando contratos amañados y desviando recursos de múltiples maneras. Por supuesto esto terminó con el alcalde destituido y preso y con la ciudad hecha un total desastre. Gustavo Petro, hizo lo que más pudo hacer, es decir muy poco si se compara con lo que prometió en campaña. El alcalde al que todo el mundo culpa de todo lo malo, tuvo aciertos en la protección y la conservación del medio ambiente, pero en una ciudad donde no se puede caminar ni andar en carro ni en transporte publico, este tema pasa a un tercer plano. Con la ciudad destruida, quebrada y sin el apoyo del concejo de Bogotá, Petro gobernó para la clase media baja y baja y se empeñó en equivocarse cada vez que tenía la oportunidad.
Todo esto ha logrado arrinconar a los bogotanos, quienes estábamos acostumbrados a vivir en el caos, a caminar entre vendedores ambulantes, a convivir con delincuentes y a perder cualquier esperanza en nuestros gobernantes, (aunque yo la esperanza la perdí de los electores). Estos sentimientos lograron ser cautivados por la campaña de Peñalosa y con los cautivos logró ganar la alcaldía. Parece mentira pero desde el primer día como alcalde, los bogotanos comenzaron a sentir que todo podía ser mejor, y que Bogotá tenía de nuevo una oportunidad. Pero ahora salgámonos de la novela y entendamos porqué es que Peñalosa la tiene fácil.
Definitivamente es más fácil componer el desorden que mantener el orden, o por lo menos así es más fácil de vender. La estrategia que Peñalosa hasta ahora ha utilizado y a la que seguramente seguirá sacándole provecho, no es otra que exprimir hasta la ultima gota el sentimiento de insatisfacción y desaprobación que la mayoría de bogotanos demuestran por la gestión de Petro. Todo lo malo será apuntado a la lista de Petro. El pueblo generalmente no tiene memoria, por eso es que no recuerda con facilidad ni reconoce con certeza los avances de los políticos, porque para el pueblo no importa ni el pasado, ni el futuro como importa el hoy. (Por eso ha sido tan difícil vender el proceso de paz) Así que, por ejemplo, desatascar hoy una de las calles más importantes de la ciudad y librarla de los vendedores ambulantes, es un mensaje alentador para los que ayer no podían caminar tranquilos por ella, y hoy sí. Devolverle a la carrera 11, su sentido original y además, concederles a los ciclistas una porción de esa vía con la señalización adecuada en tiempo record es un mensaje de avance, de alivio, de restablecimiento del orden. Anunciar la intervención del Bronx, también es una señal de decisiones contra lo que la sociedad en general desaprueba, la drogadicción y el crimen callejero organizado. Encontrar en las estaciones de Transmilenio ya no a un auxiliar bachiller jugando en el celular sino a varios agentes de policía armados y diligentes, le hace sentir al ciudadano seguridad. Y todo esto, y seguramente lo que viene, está bien si al ciudadano le parece y siente que está bien, pero la clave es comunicarlo, empacarlo en bolsas de regalo llamativas y entregárselo a la opinión pública por todos los canales de comunicación posibles. Prensa escrita, televisión, radio, voz a voz, grafitis y redes sociales. Y no sé por qué, pero parece que todo el mundo, incluyendo a los medios de comunicación está al servicio de la buena imagen de la alcaldía de Peñalosa, algo bueno para él, pero no muy bueno para nosotros, los que votamos. Está bien que la prensa reconozca los avances y las decisiones acertadas, pero también está bien que cuestione a nuestros gobernantes. También se debe reconocer que el equipo de comunicaciones que tiene Peñalosa desde su campaña es formidable.
La tiene fácil también porque como lo dije antes, la infraestructura en Bogotá es deficiente y nuestra malla vial es sencillamente desastrosa. Las vías de salida y entrada que nos comunican con los municipios aledaños colapsan con facilidad y el servicio masivo de transporte no da abasto. Y para darle solución a estos reclamos, no solo una parte de los bogotanos eligieron a Peñalosa, sino que también tenemos a Germán Vargas Lleras. “Donde está Vargas hay total garantía de que los resultados van a ser siempre favorables y a tiempo”, me lo dijo un senador viejo hace ya varios meses. El vicepresidente le tiene el ojo a Bogotá, no solo con el proyecto de casas gratis para la población más vulnerable, sino con proyectos de grandes vías, autopistas y la construcción de nuevas vías de acceso a la capital, vías a las que Petro se negó a conciliar por ego político, pienso yo.
Entonces hoy, Peñalosa tiene el optimismo de gran parte de los bogotanos, el apoyo del gobierno central, la mayoría de los concejales y los medios de comunicación de su lado, así que Peñalosa, la tiene fácil.
Giovanni Acevedo