Tal vez somos menos inteligentes.
Usualmente, cuando la gente habla de ciudades inteligentes, sus cabezas los conectan directamente con el desarrollo tecnológico; con los servicios digitales, con las autopistas rápidas, los sistemas masivos de transporte modernos, los robots, las apps que facilitan la vida cotidiana o las energías verdes. Y no están del todo equivocados. El marketing nos ha venido “educando” en el consumo de productos inteligentes como respuesta al desarrollo avanzado de tecnología al alcance de casi todos, de los que tienen como pagarla. Entonces no es extraño encontrar lavadoras, celulares, televisores, neveras, relojes, tenis, cafeteras inteligentes y hasta comida inteligente.
En resumen, la propuesta de estos productos es que nos ayudan a pensar menos, lo que para algunos significa ganar tiempo y para otros atontarnos, como que nos ayudan a ser cada vez un poco más inútiles. El celular ahora es tu agenda, tu enfermera, tu asistente de compras. Tus tenis cuentan tus pasos y te ayudan a mantener una “vida sana”. Tu refrigerador te avisa cuando se te está acabado la leche y muchos automóviles ya pueden estacionarse solos (aunque este no sea el objetivo de los automóviles inteligentes). Todos estos avances sin duda mejoran la calidad de vida de algunos, agilizan procesos, impulsan el desarrollo económico, salvan vidas, mejoran la productividad agrícola, conectan personas, pero ¿nos hacen mejores personas? Puede que no nos hagan peores, pero ¿nos ayudan a ser mejores humanos? ¿nos ayudan a ser personas inteligentes?
Los siguientes 50 años traen enormes desafíos para las grandes ciudades, pero, sobre todo, para las ciudades emergentes. ¿Para qué nos debemos preparar? En el 2050 por ejemplo, las ciudades estarán super pobladas. En el 2030 consumiremos el 40% más de agua en las ciudades. La calidad de los alimentos agrícolas cada vez es más baja por el tiempo que deben soportar de transporte. Los índices de criminalidad, riñas entre ciudadanos y niveles de estrés aumentan conforme pasan los años.
Entonces ¿la inteligencia artificial comprada a cuotas en los almacenes de cadena nos ayudará a darle soluciones a estos problemas?
La respuesta es no.
Giovanni Acevedo