Fuente: EFE

Hace pocos días se publicó un dato sumamente alarmante: ¡el planeta Tierra está en números rojos!. Las sociedades agotamos los recursos naturales del 2014 en apenas, los primeros ochos meses del año. Así lo dio a conocer “Global Footprint Network”, quien es una organización socia de la ya reconocida WWF.

De acuerdo a esta escalofriante alerta mundial, para lo que queda de 2014, el consumo de recursos naturales por parte de los seres humanos, será un déficit ecológico creciente que utilizará las reservas de recursos naturales y aumentará la acumulación de CO2 en la atmósfera y el desgaste de los ecosistemas. La humanidad se encuentra en situación de deuda ecológica desde los años 70. Actualmente el 86% de la población mundial vive en países que exigen más a la naturaleza de lo que sus propios ecosistemas pueden renovar.

Lo grave es que no parece que seamos mínimamente consientes de la complejidad de nuestra situación. Consumimos recursos naturales de una manera inconsciente e irracional. En el año 1961, la humanidad consumía tan solo 2 tercios de los recursos naturales disponibles en el Planeta. En ese mismo año, la mayoría de los países todavía tenían saldo ecológico positivo, es decir, que su huella ecológica era mucho más pequeña y sostenible. Los actuales niveles de consumo se han disparado y actualmente estamos totalmente fuera de los límites sostenibles y en la actualidad necesitamos un planeta y medio para abastecer las necesidades de consumo de la humanidadSi mantenemos esta tendencia, necesitaremos al menos 3 planetas para abastecernos en el 2050 (WWF).

La “capacidad de carga” del planeta es un término que se acuñó a finales de los años 60 para definir el límite que tiene un ecosistema natural para absorber impactos o soportar un determinado uso. De ella se deriva un indicador de carácter global llamado “huella ecológica”, la cual representa el espacio necesario para producir los recursos que el hombre necesita y para asimilar los residuos que genera.

Hace unos días, leía un artículo de opinión de Eduardo Duran, en el que el autor indicaba lo siguiente: los bosques se talan sin control; las corrientes de agua se contaminan sin piedad; las riberas de los ríos se construyen o se eliminan sus montes para cultivar los espacios libres; los páramos, verdaderas fábricas de agua, se dejan a merced de los depredadores de la minería”.

En pocas palabras, hacemos y deshacemos con la naturaleza, a nuestro convenir sin pensar un minuto en las graves consecuencias que nuestra irracional forma de actuar, puede traer.

A pesar de que los ecosistemas en general son bastante resistentes, actualmente y debido a la gravedad de la situación actual, esta condición ya no se puede dar del todo hecha. Por encima de determinados umbrales conocidos como “puntos de inflexión”, los ecosistemas pueden sufrir un colapso y transformarse en estados muy diferentes y acarrear repercusiones considerables para el ser humano.

El cambio climático, el consumo masivo de recursos y nuestro desarrollo antagónico e insostenible amenaza con perjudicar directamente los servicios ecosistémicos vitales como el agua, los bosques o los suelos fértiles que sustentan nuestra actual calidad de vida y nuestra economía. Si queremos proteger nuestro entorno, debemos hacer lo posible para frenar tanto la pérdida de biodiversidad como mitigar el cambio climático.

Este reto es social, es humano. Depende de nosotros el cambio que podamos dar para juntos evolucionar a esa especie animal “inteligente”.Entonces, ¿cuál debería ser nuestra respuesta ante este llamado de alerta?

Actuar YA!.