“Las ciudades deben ser vistas como incubadoras de soluciones para afrontar el cambio climático”. Maria Eugenia Rinaudo Mannucci

Un mundo sostenible debe comenzar por ciudades sostenibles. Hoy día más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y mientras la mayor parte de la riqueza del mundo, la crean los habitantes de las urbes, éstas también son responsables del 75% de las emisiones de CO2, esto se podría traducir en un desafío realmente enorme para las modificaciones (principalmente éticas), que el ser humano debe realizar para evitar catástrofes sin precedentes en la Tierra.

Para cualquiera de nosotros resulta evidente observar como los equilibrios socio-ecológicos se han roto. La velocidad con la que se producen ahora los cambios (unido a la explosión demográfica, aumento de temperaturas, deforestación y pérdida de recursos energéticos y ecológicos), no concede a la naturaleza el tiempo biológico necesario para reestablecer una adecuada conexión con las “necesidades del hombre”.

La población del planeta se aglomera en las ciudades. El 80% de los aproximadamente 9.000 millones de habitantes que tendrá el planeta para el año 2050 vivirán en áreas urbanas. Actualmente, muchas ciudades ya tienen dificultades para hacer frente a los graves problemas ecológicos generados por presiones tales como: superpoblación, pobreza, tráfico y contaminación -seguramente usted habita en una de ellas y sentirá como esta sencilla caracterización se le hizo familiar-.

Nuestras ciudades y áreas urbanas tienen muchos problemas que van desde el ámbito social hasta el sanitario y medioambiental. Sin embargo, la proximidad de las personas, empresas y servicios relacionados con el propio término de “ciudad”, también conlleva ciertas oportunidades. El medio urbano ofrece importantes vías para una vida sostenible. La naturaleza es fundamental para la sustentabilidad de los recursos ambientales, pero también para el ser humano. Todas nuestras actividades, servicios y productos, provienen de una forma directa o indirecta del entorno.

Si nos replanteamos el diseño urbano, la arquitectura, la movilidad y la planificación (turismo, recreación, infraestructuras), podemos convertir nuestras ciudades en “ecosistemas urbanos”,  con vanguardia en la mitigación y adaptación al cambio climático. Mejorando la planificación urbana, sin lugar a dudas mejoraría la calidad de vida de sus ciudadanos y se crearían nuevas oportunidades de empleo y emprendimiento al potenciar el mercado de nuevas tecnologías o la misma arquitectura ecológica.

La clave de todo esto, se encuentra en planificar de manera efectiva las ciudades, de manera que se facilite la reducción del consumo de energía per cápita, por medios tales como el transporte urbano sostenible y la vivienda de bajo consumo energético. También son importantes las nuevas tecnologías de eficiencia energética y los recursos renovables (como la energía solar o eólica) y los combustibles alternativos, así como ofrecer a particulares y organizaciones, diferentes oportunidades para cambiar su comportamiento. De igual forma, son necesarios cambios en las formas tradicionales de desarrollo. La situación actual es retadora y se requiere una sociedad con una mayor cultura ambiental.

La política de población y ocupación del territorio debe planificarse desde una perspectiva regional, nacional y local. Frente a los fenómenos globales como por ejemplo el cambio climático, los servicios ambientales deben ser el eje de la estrategia de desarrollo urbano y rural. Así mismo, el ordenamiento territorial debe definirse según la valoración económica y social de los servicios ambientales asociados al uso de esos espacios.

Debemos recordar que la resiliencia es la base del bienestar humano, por ello, la gestión de los servicios ecosistémicos y urbanos son claves. Necesitamos buscar el punto de equilibrio en la interdependencia entre la sociedad y la naturaleza. Si no lo hacemos a tiempo, es posible que el planeta nos pase una factura, y tal vez será imposible de pagar…