Cada día que va pasando y cada hora que va transcurriendo, mi emoción va creciendo cada vez más y más. Me siento esperanzada y confiada en que la COP-20 será un gigantesco punto de partida para muchas acciones nacionales, regionales e internacionales.
Cualquiera se preguntará ¿por qué tanta esperanza en unas negociaciones climáticas que tienen años y años y han dado tan pocos resultados?. Si bien es cierto que veinte años de cumbres internacionales sobre cambio climático pueden sonar demasiados, también pienso que hay que destacar el papel imprescindible y fundamental de los jóvenes, organizaciones socio-culturales, académicos, institutos, universidades y tecnológicos, grupos indígenas y sociedad civil que año tras año han dado la lucha -y seguirán dándola- por todos nosotros. ¡Y es precisamente eso lo que me llena de esperanza!
En recientes análisis que he realizado acerca de la COP-20, he dicho que la misma representa una expectativa para la humanidad y lo seguiré repitiendo hasta el último día de las negociaciones climáticas en Lima. Esta cumbre pondrá a prueba a la sociedad actual sobre el “Futuro que Queremos y Estamos Haciendo”. El planeta está en juego, pero nuestra sobrevivencia también y considero que países como Estados Unidos o China (con su reciente y sorpresivo acuerdo climático) se están dando cuenta de ello.
¡Y es que está claro! Ningún país es inmune al impacto devastador del cambio climático -sus economías lo saben y sus políticos también-. Con pasos “lentos” y otros más “veloces” se está generando una resiliencia a los efectos del aumento de las temperaturas en el mundo. Ahora, la pregunta que uno puede hacerse a estas alturas es ¿será esto suficiente?. Eso solo lo dirá el tiempo, pero también los resultados de la COP-20.
La mayor parte de los analistas concuerdan con que de esta conferencia, debe salir un borrador del acuerdo vinculante que sustituirá al vencido Protocolo de Kyoto, y a mi modo de ver es fundamental que esto se dé; sin embargo, también creo primordial que se trate concretamente temas como la adaptación y la mitigación, las cuales son prioritarias si queremos reducir las emisiones y proteger a las personas, las cuales son y serán las principales víctimas del cambio climático.
Depositar nuestra esperanza en esta cumbre no es quedarse sentados esperando que los políticos decidan por nosotros, es salir y tomar las riendas de lo que exige una sociedad unida. Para ello, veo con mucho interés y especial conmoción, la organización y preparación que está teniendo la Cumbre de los Pueblos, la cual será un espacio creado por y para las sociedades del mundo para unir voces en contra del cambio climático. Aunque la Cumbre de los Pueblos es un evento paralelo a la COP-20, ha tenido muchísima aceptación por parte de negociadores y personalidades políticas del mundo. ¡Y es que si la gente exige, es responsabilidad de los políticos actuar!.
Esta última reflexión, me lleva a pensar en el estruendoso éxito que tuvo la Marcha Climática que se realizó en el mes de Septiembre del año en curso en las ciudades más importantes del mundo. ¿Qué llevo a esta marcha a ser un éxito?. A mi modo de ver, fue la misma gente que participó, la que caminó, la que organizó, la que transmitió y la que compartió, quienes hicieron que esa actividad fuera un éxito, pero no solo uno social, sino también uno político y cultural.
Creo que estamos viviendo un momento muy peculiar en nuestro planeta. Estamos a punto de rebasar el borde de los límites del mundo -si es que ya no lo hemos traspasado- y simplemente no podemos darnos el lujo de sentarnos frente a nuestro televisor a ver el canal de noticias y escuchar lo caótico que ha sido la temporada de lluvias o de calor en nuestra ciudad. Creo que es hora de actuar y estoy segura que la COP-20 está marcando y seguirá marcando una pauta de acciones promovidas por las sociedades civiles y líderes políticos para cambiar el rumbo descontrolado que tenemos actualmente.
No estoy diciendo que será fácil, claro que no. Existen muchos intereses de por medio que, seguramente actuaran en contra de muchísimas iniciativas positivas que se tomen para lograr un control de las emisiones, un freno a la deforestación o una pausa a la incontrolable contaminación. Es aquí, cuando necesitamos a gente unida de voces y acciones para lograr vencer esto: desde la comunidad, el barrio o la localidad hasta las grandes ciudades y naciones del mundo.
Cada uno de nosotros, debe ser un ente que promueva la paz, esperanza y unión. Debemos hacerlo por nosotros, por nuestras familias y por los que aún no han llegado. ¡Es tiempo de cambiar!