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Ya es bien sabido que el cambio climático es uno de los desafíos más importantes de la historia de la humanidad, conlleva áreas y sectores vitales para la supervivencia de la sociedad, del planeta y de todo lo que conocemos: ética, economía, política, medio ambiente, sociología, educación, salud, derechos humanos, etc.

Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación ambiental, la producción de alimentos y la sobreexplotación de recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento de la Tierra durante los próximos cien años. Y sin ir tan lejos ya para el 2020 tendremos graves problemas mundiales con procesos hídricos, distribución de comida, manejo de saneamiento y salud…

Para afrontar todo esto debemos correr, ya no es válido caminar. Hace pocos días acaba de culminar en Ginebra el primer paso del 2015 para la lucha climática convocada por la Organización de las Naciones Unidas y en la cual, las partes asistentes (países) discutieron el texto del documento climático que debe aprobarse a finales de este mismo año en Paris, Francia (COP2). Link aquí para mayor información en español al respecto.

Se está actuando, es cierto, pero a mi modo de ver no con la rapidez que merece este reto. Más de la mitad de la población mundial actual sabe que es el cambio climático, como afecta a las sociedades y ecosistemas y lo más importante: saben lo que hay que hacer parar frenar esto; sin embargo, el proceso es complejo, delicado y lleno de “vicios” políticos y económicos.

¿Qué pasará si los “escépticos” del clima y los “negacionistas” que dicen que el cambio climático es una patraña, no tienen razón pero les hacemos caso y no cambiamos nada? Pues tendremos un futuro con más sequias, con más inundaciones, con más glaciares que se derriten, con un nivel del mar que sigue aumentando, con destrucciones masivas en las zonas costeras de todo el mundo y, como dice Rob Watson “con la raza humana como nefasto experimento biológico del planeta”.

Yo no quiero que quedemos como la generación que tuvo información a su alcance, que sabía lo que estaba pasando y que no hizo absolutamente nada para frenar este deterioro. Es absurdo que la humanidad este tomando este tipo de riesgos. Está en manos de todos hacer algo: compartir conocimientos, colaborar con comunidades, investigar, fomentar desarrollo,  pero sobre todo exigir a nuestros políticos un adecuado manejo de los recursos naturales, frenar proyectos inverosímiles que afectaran de manera importante la salud de personas y ecosistemas, planear de acuerdo a un crecimiento verde y bajo en carbono, entre otros.

Conviértase en protagonista del cambio, contáctese con organizaciones y grupos ambientales de su comunidad o país y participe en iniciativas sociales vinculadas a la sensibilización y toma de conciencia. Pasar de caminar a correr, pasar a responder a la velocidad que el cambio climático nos exige es vital.

Necesitamos un nuevo “contrato” con la naturaleza. Es imprescindible renovar energías, políticas, estrategias y planes que estén equilibrados con las necesidades de la Tierra y de las sociedades que la habitan. Hace tiempo escuche una entrevista sobre cambio climático que le hicieron a Hans Joachim (Director del Instituto Postdam), el cual señaló que: “solo un movimiento social mundial, obligará a los líderes del mundo a actuar”.

No hay tiempo que perder contra el cambio climático. Transitaremos entonces, ¿del dicho al hecho?…

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