«Che, te voy estampar el pasaporte por tres meses, y si querés quedarte más días, sólo solicitalos, he…». Así me dijo el funcionario de inmigración en el aeropuerto Ezeiza cuando aterricé por primera vez en Buenos Aires. La cordialidad de esa bienvenida no ha dejado de sorprenderme con el tiempo, tanto más cuando al viajar al norte, al oriente o al oeste, los colombianos estamos cercados de visas, permisos, muros, vallas, miles de diligencias y certificados en las embajadas asentadas en Bogotá, por no hablar de ciertas humillaciones por parte de policías en los aeropuertos del norte del mundo.
Al sur, al sur, al sur no nos piden visa.
Quiero referirme a una pequeña notita aparecida este jueves 11 de junio en «El Tiempo»: «Estudiantes impulsan oleada de inmigración colombiana en Argentina». http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/estudiantes-impulsan-oleada-de-inmigracion-colombiana-en-argentina-_5409047-1
Alrededor de 20 mil estudiantes colombianos (todo un municipio) están matriculados en universidades argentinas, y la periodista Liliana Gómez Salazar con toda razón se pregunta al final de su artículo ¿por qué se están viniendo tantos colombianos? Las respuestas pueden ir desde cuestiones económicas (los máster y los doctorados son mucho más baratos allá ), pasando por cierta calidad educativa (el intercambio y la movilidad de profesores y alumnos lo permite,) hasta simplemente cuestiones vitales y de enriquecimiento cultural que todo viaje ofrece. Además se trata de Buenos Aires: una ciudad derramada al mundo, cosmopolita, salpicada de librerías, teatros y eventos culturales diarios, sin tanta obsesión por la seguridad (¿democrática?), el terrorismo y la politiquería, aunque con otros problemas como toda ciudad del universo-mundo.
Lo cierto es que tal artículo nos invita a reflexionar también en la movilidad incesante de los estudiantes colombianos, cuya búsqueda y necesidad de intereses culturales, académicos y económicos se hace mucho más imperante al no hallarlos dentro de su propia patria. Y es que aun así los encontraran dentro del país – en el caso de que Bogotá tuviera la movida cultural y el cosmopolitismo de una gran urbe – el viaje y el intercambio no dejarían de ser necesarios.
Y precisamente ahí está el desbalance: casi 20 mil colombianos estudiando en Argentina, pero ¿cuántos argentinos estudiando en Colombia? La misma operación aplicaría para España, México, Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, donde revolotean curiosos muchísimos estudiantes colombianos. Y a cambio, ¿cuántos estudiantes extranjeros están matriculados en universidades colombianas? ¿Existe realmente un programa de intercambio universitario a «nivel» (la expresión es muy argentina) internacional? ¡Cuántos estudiantes del mundo no estarían fascinados de aprender el español colombiano, de investigar esta biodeversidad, esta cultura, esta literatura! Pero no hay una política educativa que los atraiga.
Se habla de TLC y libre comercio de productos, de cosas, de mercancías, pero no de inteligencias, no de profesores, no de estudiantes….
«Esta semana he conocido cinco compañeros de cinco países distintos; eso es casi impensable en una universidad de Bogotá o de Medellín», me dijo Marcela Pelaez, una amiga que estudia fotografía en Buenos Aires.
Otra razón por la que Argentina se haya convertido en el principal destino de los estudiantes colombianos es, obviamente, la ausencia de visado. Nunca dejará de ser humillante que un joven estudiante tenga que demostrar ante la embajada de otro país que no es ladrón, que no es un terrorista y que va a simplemente a estudiar y si acaso a trabajar para sostenerse. Pero más humillante aun es que su propio país no haga nada para evitar y agilizar esos trámites caros y vulgares. La diplomacia colombiana es una de las peores del globo terráqueo. Ignora que desde los tiempos antiguos – lo dice el Derecho Romano – una diplomacia debe ser recíproca. Pero no: a Colombia dejamos ingresar a todo el mundo sin visa (lo cual está muy bien y no debería cambiarse), pero nuestro «colonial» gobierno no ha hecho absolutamente nada para que los ciudadanos colombianos viajen sin restricciones a esos mismos países que ingresan libremente al nuestro.
Estados Unidos podrá imponerle visa a México y a toda Latinoamérica, pero estudiantes mexicanos, cubanos, centroamericanos, venezolanos, brasileños, argentinos y chilenos viajan sin restricciones por toda la Unión Europea y el Reino Unido.
Nada hace el gobierno colombiano para que sus ciudadanos se muevan libremente por el mundo. Antes (lo pienso a veces) instigan para que nos pongan más restricciones y visados. Nos quieren encerraditos. Contaba alguna vez el gran Germán Espinosa que escuchó a cierto expresidente colombiano, en tiempos en que Europa no nos pedía visa, regañar a su secretaria por atreverse a viajar a París. «Para usted no es París», le dijo, «sino Girardot o Melgar o, como mucho, Cartagena…»
Hace ocho años el presidente de turno habló de una revolución educativa. ¿La han visto?
¿Fuga de cerebros? Viajen, viajen, viajen, sigan viajando estudiantes colombianos… Ya verán lo que traeremos en nuestras cabezas…
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«Desde siempre, Argentina fue «la otra patria», «el destino». Lo fue para millones de italianos y españoles. Lo fue (lo es) para miles de paraguayos, bolivianos, peruanos y chinos. En este milenio, los nuevos inmigrantes vienen mayoritariamente de Colombia y Ecuador. Sólo el año pasado iniciaron sus trámites para radicarse en el país 5.584 colombianos, cifra que representa el 204% de aumento con respecto al promedio anual de 2000 a 2008… Sólo en los últimos seis años se estima que llegaron a la Argentina unos 15.000 colombianos. El 46% son estudiantes; el resto familias, parejas entre los 40 y 50 años, con hijos pequeños. Todos están en edad productiva»… http://www.clarin.com/diario/2009/04/30/sociedad/s-01908640.htm