Si quieres pasarla bueno este fin de semana, aléjate de acalorarte en discusiones políticas. «Libérate, hombre feliz, de la prisión de afanes cotidianos. Y de la política». Hazle caso al viejo Heráclito.
 
A menos que tu familia sea perfecta, no todas tus tías, abuelas y primas votarán por el mismo candidato que tú.  Nunca la dicha será completa. Mejor. Si no, todo sería realmente empalagoso. Y no hay cosa en este universo que no haya sido creada a modo de contienda y batalla. Hasta el amor. O, sobre todo, el amor.
 
Cuidate de los brutales entusiasmos. No dejan sino resacas y guayabos espantosos. Pero tú, santista recalcitrante, acepta que la de Mockus es una política sabia: ha fortalecido a la sociedad y debilitado al oficialismo. Porque la política no es nada. La ciudadanía, todo. (Leete «Contra los políticos» de Gabriel Albiac).  
 
No arruines un levante – una caricia, un beso, ¡un polvo! – por una idea o un color político. Ni roces esos temas amorfos cuando toques lo real, lo hecho de carne y nervios y membranitas. Lo voluptuoso.
 
Recuérdalo. Lo dijo un tal Gómez Dávila: 
 
                            «UN CUERPO DESNUDO RESUELVE TODOS LOS PROBLEMAS DEL UNIVERSO»
 
 
Por lo demás, escucha a la vieja verde Celestina: 

«Todo es mejor en compañía. No te retraigas ni amargues que natura huye lo triste y apetece lo deleitable. El deleite es con los amigos en las cosas sensuales, y especial en recontar las cosas de amores y comunicarlas. «Esto hice, esto otro me dijo, tal donaire pasamos, de tal manera la tomé, así la besé, así me mordió, así la abracé, así se allegó. ¡Oh qué habla, qué gracia!, ¡oh qué juegos!, ¡oh qué besos! Vamos allá, volvamos acá, ande la música, pintemos los motes, cante canciones, invenciones y justemos. ¿Qué cimera sacaremos, o qué letra? Ya va a la misa, mañana saldrá, rondemos su calle, mira su carta, vamos de noche, tenme el escala, aguarda a la puerta. ¿Cómo te fue? Cata el cornudo, sola la deja. Dale otra vuelta. Tornemos allá». Y para esto, Pármeno, ¿hay deleite sin compañía? ¡Alahé, alahé! La que las sabe las tañe, éste es el deleite; que lo demás, mejor lo hacen los asnos en el prado».