Hay libros tan diáfanos que reseñarlos implica de algún modo parafrasearlos. Me pasa con este libro de José Antonio Marina, uno de los pensadores vivos más importantes de este idioma. Al abrir «La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez», en cualquiera de sus páginas, quedamos impregnados de una lucidez tal que no queda sino subrayar; de suerte que voy a transcribir lo que he subrayado fuertemente, y al país, persona, grupito social, club de amigos, salón de clases, etcétera, que le caiga el guante, que se lo chante…
«La inteligencia fracasa cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos y sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente, emprende metas disparatadas, o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las ocasiones; cuando decide amargarse la vida; cuando se despeña por la crueldad y la violencia».
«Las sociedades pueden ser inteligentes y estúpidas según sus modos de vida, los valores aceptados, las instituciones o las metas que se propongan».
«Es un fracaso de la inteligencia aquello que le aparta o le impida conseguir la felicidad».
«Todos hemos experimentado que ciertas relaciones despiertan en nosotros mayor ánimo, se nos ocurren más cosas, desplegamos perspicacias insospechadas. En otras ocasiones, por el contrario, salimos del trato con los humanos deprimidos, idiotizados. La conversación ha ido resbalando hacia la mediocridad, el cotilleo, la ruina. Nos ha empequeñecido a todos».
«No es lo mismo una comunidad dialogante que una comunidad permanentemente en gresca».
«Las sociedades pueden encanallarse cuando se encierran en un hedonismo complaciente, y carecen de tres sentimientos básicos: compasión, respeto y admiración».
«Los niños deberían pasar temporadas en casa de sus familiares, para que se acostumbren a pensar que el mundo está lleno de parientes».
«El uso público de la inteligencia se propone salir del mundo de las evidencias privadas, donde puede emboscarse el capricho, la obcecación, o el egoísmo, para buscar el mundo de las evidencias universales que pueden compartir todos los seres humanos. Necesitamos recuperar el mensaje de Antonio Machado».
En mi soledad / he visto cosas muy claras, / que no son verdad.
«Y cantar como Pablo Neruda»:
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
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Sebastián Pineda Buitrago