Formidables novelistas como son, dueños de una técnica poco usual, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa utilizan -cuando escriben artículos de opinión, no literatura- cierta fraseología demagógica. A veces dejan ver en su forma de ser un tradicionalismo recalcitrante, cerril, como si pensaran que aún deben subsistir todos los prejuicios y pretensiones de la alta clase social latinoamericana a la que pertenecen.
Lo decimos por lo que opinó Mario Vargas Llosa en su último artículo dominical de El País (el diario más leído en español): una cosa que de haberla pensado de joven seguramente no sería el novelista de hoy, sino un caudillo político o un orador religioso. En serio. A propósito de la visita de Benedicto XVI a Madrid, el Nobel peruano-español escribió esta columna:
«La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo,
salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría
de seres humanos solo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos,
la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que
da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia
que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido
justificar racionalmente».
No quiero pensar qué ajedrez político se mueve detrás de esta nueva apología al catolicismo por parte del escritor hispano más leído actualmente: ¿combate ideológico contra el Islam, fortalecimiento de la «moral» juvenil? No seamos ingenuos: apoyar ambos argumentos a la luz de la historia -de una interpretación racional de la historia- no sólo resulta torpe sino contraproducente. La historia (especialmente la de España) no puede ignorar el peligro de esos sentimiento masificados. No es que deba preocuparnos que haya jóvenes creyentes, papistas, rezanderos, cristeros, religiosos. No. Es que en el fondo, en lo íntimo de toda esa marcha apoteósica de los peregrinos en Madrid, flotaba la anarquía: modalidad típicamente española. Algo así flotaba también en 1936 cuando los laicos y «rojos», el pueblo
revolucionario, incendiaba iglesias a comienzos de la guerra civil.Carlos Fuentes, otro novelista del Boom latinoamericano, nos ha desinflado intelectualmente con sus juicios literarios en otro artículo de El País -el diario español que tutela a toda Hispanoamérica: ¿cuándo México, Colombia o Argentina tendrán un diario más influyente?-:
Vuelven visiones oligarcas y clasistas. El mejor antídoto consiste en saber leer. En no pordebajear o ningunear. Conviene reforzar como nunca nuestro sentido de la relatividad.