El mundo de habla española celebra en este año el primer centenario del nacimiento de Octavio Paz. México lidera esta celebración con homenajes, conversatorios y mesas redondas en la Cámara de Diputados, en el Senado de la República, en las librerías del Fondo de Cultura Económica, en el Palacio de Bellas Artes, en El Colegio Nacional, El Colegio de México, en la UNAM y no sé en cuántas instituciones más.*
Si esto ocurriera en Colombia caería como anillo al dedo para el lema de la campaña de reelección del presidente Santos: Paz total.
El pasado lunes 31 de marzo de 2014 salió impreso mi artículo sobre Paz, “Entre la poética y la política”, a petición de El Tiempo para homenajear al escritor el día exacto de su nacimiento. En el artículo cometí la pequeña ligereza de decir que, salvo un viaje a Argentina al final de su vida, Octavio Paz no se había paseado por otro país latinoamericano. Me corrigió la plana mi amigo y ensayista Adolfo Castañón a vuelta de correo: Paz también viajó a Santo Domingo en los años de la dictadura de Trujillo; a Brasil en 1985, donde presentó su libro Blanco en Sao Paulo en la traducción de Haroldo de Campos…; estuvo a punto de ir a Chile en la década de 1970, pero tuvo que cancelar el viaje… ¿por el golpe de Pinochet?
Paz tenía todo menos de pacífico: nunca aceptó viajar a la Cuba de la dictadura de los hermanos Castro. Nadie como Paz guerreó tanto contra la contaminación marxista –contra la ideologización– de la literatura. Por eso, El ogro filantrópico sigue siendo su mejor ensayo político: una obra de arte de la prosa expositiva o de opinión.*
Véase: www.octaviopaz.mx
Léase El ogro filantrópico: http://sistemapoliticomexico.files.wordpress.com/2012/11/el-ogro-filantrc3b3pico.pdf
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