¿La Paz se toma la palabra en la FilBo 2016? No. La maquinaria político-cultural de un Estado presidencialista se ha tomado la FilBo a la manera del típico «despotismo ilustrado» del siglo 18. Este extraño y peligroso fenómeno ya lo denunciamos en la pasada versión de la FilBo: ¿Macondo invitado de honor? Denunciamos la actitud acrítica de la academia y de la prensa y de ciertos «escritores», que enmascaran y mitifican la política de «paz» de un régimen oligarca y despótico. Antonio Gramsci ya había captado la idea de que cierta «cultura» sirve a la autoridad y al Estado nacional, no porque reprima y coaccione sino porque es afirmativa, positiva y persuasiva.
Como salimos de Colombia hace ocho años, dialogamos en WhatsApp con nuestros amigos inteligentes que residen allá y que padecen de un «exilio interior» por no arrodillarse a los mandamientos de una absurda política cultural. Le preguntamos a Gabriel Caro (experto en Revolución francesa) su opinión sobre la Feria del Libro de Bogotá:
Gabriel Caro: «Lo que sucede es que la cultura se ha convertido en un vector de promoción ideológica y en mito al servicio del Estado o sus adeptos. No olvidemos que Fichte define el Estado cultural como el origen de la Alemania prusiana nacionalista, y esta misma idea de Estado se utilizará como arma por el nazismo para aplastar a sus enemigos. Posteriormente la socialdemocracia triunfante, después de la Segunda Guerra Mundial, convertiría el Estado de cultura en un sistema de espectáculo al servicio del consumo, y de ahí su deriva hacia el simulacro. La cultura, como cultura humana objetiva, es un mito tan peligroso y totalitario como lo fue el mito de la raza durante todo el siglo XIX y principios del XX.»
Claro. Eso me recuerda un escolio de Gómez Dávila: «la cultura es la religión de los incultos».
Gabriel Caro: «Por eso quizás la cultura se deshilacha en tantas degradaciones ambiguas y sin sentido como construir una «cultura de paz», sea lo que signifique semejante tontería.»
En nuestra conversación de Whatsapp entra Santiago Pérez Zapata, doctorando en Historia. Entra cansado del arrodillamiento de la academia colombiana a la mentira del Posconflicto.
Santiago Pérez Zapata: «Casi todos los académicos colombianos han aceptado a Santos, pues él ha podido comprar sus conciencias. Ellos actúan al igual que Lutero ante la Dieta de Worms. Se separan de Roma (de la auténtica cultura), para vestir de obispos a los príncipes, es decir, a los futuros déspotas ilustrados de Europa».
¿Cómo? Nos dirán: si la cultura es paz. No, les decimos. La cultura es crítica, guerra, tensión de ideas, no bobería pacifista.