Pensar es pensar contra alguien. No hay que olvidar que un gobierno democrático obligó a Sócrates a beber la cicuta. La democracia, desde entonces, tiene una guerra cazada con la filosofía. Todos los semicultos que exaltan ciegamente los gobiernos democráticos son lacayos del poder ejecutivo. Jamás le pisarán los callos al mandamás de turno; le dirán SÍ a todos sus designios, y serán – lo son ya – sus guardianes. No son soldados ni policías (gente respetable), sino grises funcionarios, periodistas de medio pelo y profesores mediocres que se ponen en guardia toda vez que oyen rumores de gente pensante. Por eso en Colombia y en Latinoamérica (en nuestros democráticos «gobiernos») casi nadie ha leído u oído mencionar a Gustavo Bueno.
El pasado 7 de agosto de 2016, en Asturias, España, murió don Gustavo Bueno, uno de los pensadores más sólidos de nuestro tiempo. Tenía 91 años y una energía impresionante para combatir las mentiras (él prefería hablar de mitos) de nuestro tiempo.
La gente tiene Facebook y opina como si estuviera rota, pero la mayoría de las veces, a juicio del filósofo español Gustavo Bueno, «lo que hace es repetir frases sueltas que ha oído por ahí». Lo que hace es repetir lo dicho por un fanfarrón de la TV.
Mientras redactamos mejor nuestro obituario al filósofo Gustavo Bueno, creador del sistema de pensamiento «materialismo filosófico», dejamos aquí una muestra de su obra: un combate contra la Cultura como sinónimo de Estado. La falacia de la cultura:
El mito de la cultura (conferencia en YouTube). Y el libro disponible aquí.
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