Henry Kissinger ha de estar muy satisfecho con el resultado de los últimos Juegos Olímpicos Río 2016. Su Establishment of a New World Order se ha cristalizado en el actual predominio anglosajón: Estados Unidos obtuvo el primer lugar con 46 medallas de oro y, por primera vez en la historia, Reino Unido –su gran aliado– ha superado a China y a Rusia y se ha quedado con el segundo lugar con 27 preseas doradas. Kissinger ha visto concretizado su sueño en la combinación de universalismo judío con el dominio del idioma inglés en los mares y en el aire, es decir, en el transporte (deporte) y en las telecomunicaciones.

El filósofo católico Donoso Cortés, en su Discurso sobre la situación actual de Europa (1849), ya sostenía que sólo tres países del mundo contaban con política internacional: Estados Unidos, Inglaterra y Rusia. Los demás quedaban supeditados bajo sus órbitas de influencia. La Europa occidental, después de la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo (1815), quedó supeditada a Inglaterra, lo mismo que sus colonias de ultramar (Jamaica, Australia, la India, Sudáfrica).

Este y Centroeuropa y Cuba, durante la Guerra Fría (1950-1989), se supeditaron a la antigua Unión Soviética.  A Estados Unidos pertenece todo el hemisferio americano y gran parte del Pacífico asiático (Hawái, Filipinas, Japón…), con cuya presencia militar se impide cualquier maniobra de expansionismo chino.

El quinto puesto en medallas de oro en Río 2016 quedó para Alemania, el país más poderoso de Europa. En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), para expandirse, Alemania luchó en dos frentes –contra Inglaterra al oeste y contra Rusia al oriente– pero no pudo conseguir nada. En 1945 ya admitía el filósofo alemán Carl Schmitt que Alemania no ha sido más que un Estado continental europeo de tamaño medio: “¡Este es nuestro destino, un destino de ratones de tierra! El Reich alemán es ridículo en comparación con el Empire inglés”.

¿Por qué Reino Unido, con menos de 80 millones de habitantes, supera deportiva, política y militarmente ya no sólo a Alemania sino a súper potencias que multiplican su tamaño y población como Rusia y China? Porque Inglaterra es un imperio marítimo. “Una nave pirata”, decía Schmitt. Como potencia marítima, Inglaterra puede prescindir del euro y salirse de la Unión Europea como ya lo ha hecho. Ha optado por el mar abierto, y puede perfectamente tomar té a las cinco de la tarde a la usanza de una de sus ex colonias de ultramar, la India.

Saturación de información deportiva

La central de Internet está en California, Estados Unidos. Los candidatos de las próximas elecciones estadounidenses, Donald Trump y Hilary Clinton, oscilan entre aislamiento e intervencionismo. Frenan y aceleran. No se sabe adónde nos llevan. Ciertos estadounidenses conservan el sentido manifiesto de sus padres fundadores (expandir la democracia por el mundo) y fundan tan falsa superioridad moral en la superioridad física. De ahí su liderazgo en los Juegos Olímpicos. ¿Pero qué es el deporte? ¿Por qué le prestamos tanta atención?

Quizás los Juegos Olímpicos no tendrían la misma importancia sin la televisión, esa útil invención que permite ver y escuchar a distancia acontecimientos en el instante mismo en el que ellos se producen, y esto de manera tan sugestiva que se llega a creer que uno está compitiendo y sudando como los deportistas. La televisión es obscena por naturaleza, dice el filósofo Gustavo Bueno. Acelera el consumo a través de la activación del «tono muscular».

El ex deportista ruso Ljubodrag Simonovic, en su libro El movimiento olímpico y el nuevo orden mundial, denuncia en el excesivo culto al deporte la personificación del espíritu del capitalismo y el símbolo de la destrucción de las personas. La “masa” se emociona ante el salto de un deportista que se convertirá tarde o temprano, según Simonovic, en fuerza de trabajo “sucio”.

México y la India (dos de los países más espirituales del globo) no lograron ninguna medalla dorada. Ahora lucen entristecidos porque piensan que “el deporte es el mejor embajador.” Pero la actividad deportiva o física, tal como se entiende en los Olímpicos, no hace sino destruir la espiritualidad auténtica. Por eso es uno de los pilares del nuevo orden mundial y, como tal, es el medio de esclavización global.

Breve historia del medallero de los Juegos Olímpicos

El medallero olímpico de París 1900 no se ha modificado mucho del Río 2016. Hace 116 años Estados Unidos e Inglaterra lideraban también los primeros lugares. En Amberes 1920, Estados Unidos encabezó el medallero seguido de Suecia y Reino Unido. En París 1924, igualmente, Estados Unidos continuó en el primer puesto, seguido de Finlandia, Francia e Inglaterra. En los Juegos de Ámsterdam 1928 la situación no cambió mucho: Reino Unido siguió estando entre los diez primeros, sin que Estados Unidos perdiera el primer puesto; la sorpresa para entonces fue Alemania con 10 medallas de oro, ocupando el segundo puesto en el escalafón. En Los Ángeles 1932, siendo el país sede, Estados Unidos duplicó en medallas de oro al rival más cercano, Italia; de estar en el segundo puesto dos años atrás, Alemania pasó a noveno lugar; Inglaterra no se salió de los diez primeros lugares.

Luego de la II Guerra Mundial, en las Olimpiadas Londres 1948, Estados Unidos reafirmó su liderazgo con 38 medallas de oro frente a las 16 de Suecia, las 10 de Francia, las 10 de Hungría y las 8 de Italia. Pese a ser sede, Inglaterra no estuvo entre los diez primeros. En Helsinki 1952, por primera vez, apareció el poderío soviético: Estados Unidos obtuvo 40 medallas, mientras la Unión Soviética 22. El Reino Unido no volvía a levantar cabeza para estar entre los diez. En Melbourne 1956, amenazadoramente, el poderío soviético superó al estadounidense: 37 medallas de oro del primero frente a 32 del segundo. Reino Unido volvió a meterse entre los 10, en el octavo lugar, con 6 preseas de oro. La primacía soviética se mantuvo en Roma 1960: 43 medallas de oro para la Unión Soviética y 34 para Estados Unidos, sin que Inglaterra apareciera de nuevo entre los diez. En Tokio 1964, con 36 de oro frente a 30, Estados Unidos dejó atrás a la Unión Soviética, en tanto que Inglaterra volvía a meterse entre los diez. Reino Unido mantuvo la posición décima en México 1968, y Estados Unidos superó por 13 medallas más de oro a la Unión Soviética; la sorpresa aquella vez fue el tercer lugar de Japón, así como el séptimo lugar para Checoslovaquia, que ese mismo año fue invadida por los tanques rusos.

En Múnich 1972, en efecto, la Unión Soviética volvió a tomar la delantera con 50 medallas de oro frente a 33 por parte de Estados Unidos. Las dos Alemanias ocuparon el tercer y cuarto lugar respectivamente, y Japón quedó en el quinto lugar. En Montreal 1976, sorpresivamente, Estados Unidos cayó en el tercer lugar superado por la Alemania oriental (aliada de los soviéticos) y naturalmente por la Unión Soviética, que ocupó el primer puesto. Japón siguió apareciendo en el quinto lugar, y la sorpresa fue Cuba en el octavo lugar con 6 medallas de oro. En Moscú 1980, tras otra de las infinitas guerras en Afganistán, el presidente estadounidense, Jimmy Carter, boicoteó las Olimpiadas amenazando con revocar el pasaporte a cualquier atleta estadounidense que intentara viajar a Moscú. Sin Estados Unidos, la Unión Soviética casi duplicó con 80 medallas de oro al segundo lugar, la Alemania oriental, con 47. Cuba apareció en cuarto lugar, y Reino Unido en octavo.

En venganza tampoco la Unión Soviética asistió a Los Ángeles 1984, y Estados Unidos cuadriplicó con 83 medallas de oro a su rival más cercano, Rumania, con 20 medallas de oro. Dos fueron las sorpresas: Alemania occidental en el tercer lugar y China en el cuarto.  En Seúl 1988, ad portas de la Caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética dio su último canto de cisne liderando las preseas  de oro con 55, frente a 37 de la Alemania oriental y en contra de las 36 de Estados Unidos, que descendió al tercer puesto. La sorpresa fue Corea del Sur, en el cuarto lugar. En Barcelona 1992, las primeras Olimpiadas del nuevo orden mundial, el Equipo Unificado de la desaparecida Unión Soviética ganó el primer lugar con 45 medallas de oro por encima de las 37 de Estados Unidos. El tercer lugar estuvo para la Alemania unificada, el cuarto para China, el quinto para Cuba y el sexto para España. Por primera vez el mundo hispano (Cuba y España) se acercaban tanto. En Atlanta 1996 Estados Unidos reasumió el liderazgo mundial con 44 medallas de oro frente a 26 de Rusia y 20 de Alemania. Cuba seguía en el 8 lugar. En Sídney 2000 Estados Unidos superó a Rusia por dos medallas de oro, China obtuvo el tercer lugar, mientras Cuba siguió estando entre los 10.

En Atenas 2004, si bien Estados Unidos siguió de primero con 36 medallas, China lo siguió en segundo lugar con 32 desplazando al tercer lugar a Rusia. Reino Unido volvió a colarse entre los 10 y empezó la decadencia cubana. En Pekín 2008 China se llevó el primer puesto con 51 medallas de oro por encima de las 36 de Estados Unidos. Rusia siguió en el tercer lugar, mientras Reino Unido se acercó al cuarto. En Londres 2012, Estados Unidos con 46 de oro superó a China que obtuvo 36. En tercer lugar, apareció Inglaterra y en cuarto Rusia. Todo ha cambiado ahora.