Lo que más enfurece al río Cauca es que lo llamen Bredunco. En su columna de El Espectador, el pasado domingo (27 de mayo de 2018), Héctor Abad Faciolince hizo un recuento histórico a propósito del río Cauca, cuyo caudal se está represando a la altura de Ituango en lo que será la famosa presa y que por poco estuvo de fracturarse a riesgo de arrasar un corregimiento de Puerto Valdivia y sumergir a varios pueblos río abajo. Abad ha vuelto a llamar al Cauca con el mote de Bredunco porque, según él, «era el nombre que los indígenas de la región le daban al río Cauca».
Yo también acudí a esa etimología prehispánica en un artículo mío de hace once años en El Colombiano (25 de marzo de 2007).
La plana quiso corregirla el historiador Luis Horacio López en el Boletín Cultural y Bibliográfico (vol. XLVII, núm. 84, año 2013, pp. 117-152). Pues, después de una rigurosa investigación, este historiador aclaró que el nombre de Bredunco no era sino una invención poética de León de Greiff. «Ese río no existe», le dijo de Greiff a Alfonso Fuenmayor, «porque ese río lo inventé yo». (crf. Alfonso Fuenmayor, «A propósito del maestro León», en Revista Huellas. Textos de y sobre Alfonso Fuenmayor, núms. 63-66.). Fray Pedro Simón, según Luis Horacio López, mencionó el nombre de Bredunco para referirse a un puente de guadas extendido por los indígenas sobre el Cauca, pero no propiamente al río. Pedro Cieza de León, quizás el primer cronista de Indias en explorar aquella geografía endiabalada, llamó al Cauca como Río de Santa Marta. Y así, por lo pronto, la etimología de «Cauca» sigue quedando en el misterio.
Pero Héctor Abad ha encontrado, en Geografía general y compendio histórico de la geografía de Antioquia en Colombia (Imprenta de Victor Goupy y Jordan, París, 1885, p. 14) de Manuel Uribe Ángel, la noticia de que efectivamente el Cauca en otro tiempo se llamó Bredundo (al menos en su paso por Antioquia), según lo prueban documentos hallados en el cabildo de Santa Fe de Antioquia. Por otra parte, el río Atrato se llamaba Nive. La etimología de Atrato quizás sea más fácil de adivinar si se piensa que, durante mucho tiempo, estuvo prohibido comerciar o tratar por ese río; luego de ahí A-trato.
Dicho esto, los versos del vikingo antioqueño siguen siendo bastante sonoros, sobre todo para quienes siempre están deseando la destrucción y desconocen el eterno fluir de Heráclito:
Yo rio
De tus cóleras inútiles, oh Río,
Oh tú, Bredunco, oh Cauca, de fragoroso
Peregrinar por chorreras y rocales
-atormentado, indómito y bravío – y
de perezas infinitesimales
en los remansos de absintias aguas quietas, y de lento girar en
espirales,
y de cauce limoso!
Oh Cauca, oh Cauca Río!
.