Se acabó La Vuelta a España y con ella se acerca el fin de una temporada que confirma el buen nivel de los ciclistas colombianos en el mundo. A pesar de que los escarabajos estuvieron presente en el top 10 de las tres grandes vueltas, se escuchan muchos comentarios de aficionados y algunos periodistas que afirman que esta temporada fue un fracaso, y qué poco objetiva es esta idea.

He tenido la oportunidad de competir este último mes en las carreras de ciclismo más importantes de mi región, y he podido vivir en carne propia las sensaciones que los ciclistas viven cuando están subiendo, luchando por mantenerse en el grupo, cuando van bajando a más de 80 kilómetros por hora confiando en sus habilidades (muchos diran que no es la vuelta o el tour, pero es la esencia del ciclismo), son sensaciones que son difíciles de explicar cuando no las has sentido y aunque muchos hacen el esfuerzo de ponerse en los zapatos del ciclistas, son los que no se toman el trabajo de investigar, los que me hacen pensar que para opinar de ciclismo hay que haber vivido la experiencia o al menos haber estado muy cerca de los procesos, y ahora que estoy recorriendo el camino con miras a ser un ciclista profesional me doy cuenta de esto.

Sobre mi proceso, simultáneo a La Vuelta corrí La Clásica de Soacha, la primera carrera de cuatro días que completo en mi primer año en la categoría juvenil, fueron los cuatro días más duros que he vivido sobre la bici, dos circuitos urbanos, una cronoescalada de 10 kilómetros y una etapa de montaña de 55 kilómetros con más de 2100 metros de ascenso positivo. Una carrera que hace un par de meses era remota la idea de poder terminarla, especialmente en un país donde el nivel del ciclismo juvenil es tan alto, pero gracias a los 6 meses que llevo de este nuevo proceso, el progreso se empieza a ver y no solo terminé la carrera, donde salimos casi 100 juveniles y terminamos menos de 50, por retiros y exclusión por llegar fuera del límite de tiempo, sino que me pude ubicar en la posición 32 de la clasificación general, confirmando que el proceso va por el camino correcto, pero más importante aún, sumo mucha experiencia, física y mental, y como no destacar la clasificación a la vuelta al porvenir que logré por el rendimiento en estas carreras (que es la vuelta a Colombia para juveniles donde la zona central del país tiene 50 cupos), todo esto me ayuda a entender de lo que es ser un ciclista de verdad.

Son experiencias como estas las que me hacen comprender lo que, en parte, sienten los ciclistas que terminaron La Vuelta, y por eso me parece absurdo leer comentarios de muchos criticando la actuación de los ciclistas colombianos, reclamando que no ataquen, porque estoy seguro que son ellos los primeros en querer estar al frente rompiendo la carrera. Pero somos más los que reconocemos ese trabajo de años, que nadie ve, ese que hace el ciclista con su familia, el mismo que no sale en los titulares de las noticias, y que nadie recuerda cuando el ciclista alza los brazos. El proceso es muy largo, difícil como apasionante, pero estoy convencido que vale la pena, para llegar a donde hoy están los que nos hacen sentir orgullosos.

No me queda si no agradecer a todas las personas que día a día me apoyan con sus comentarios e interés en mi proceso, espero seguir contando con ellos y con muchos más para que el ciclismo en las categorías inferiores tengan mas difusión y mucho mas apoyo, porque no muchos se animan a apostar a los procesos