El gran escenario de la vida tiene una puerta principal a la que la llamo la puerta de la alegría donde se ingresa a un mundo de celebraciones. Allí se exalta la amistad y se participa de una convivencia social que los fines de semana te otorga momentos de diversión. Es un espacio ganado como premio al esfuerzo y el trabajo de la semana.
En todas las etapas por las que atravesamos los seres humanos (de adolescentes, adultos jóvenes, nuevos profesionales o como padres responsables) debemos tener cuidado para que esos meritorios espacios sean de diversión y esparcimiento, y para que durante ellos podamos compartir la alegría en diferentes círculos sociales, profesionales y familiares.
Te lo digo porque quiero recordarte que existe una línea muy delgada entre la cuarta y la quinta copa que nos acerca al extremo donde se pierde el equilibrio, se desconoce el balance, se negocia la conciencia y se nos facilita una conducta inapropiada.
Entonces, en un segundo, puedes pasar de sentirte mágico y regio a verte desagradablemente borracho y ridículo. De elegante pasarás a ser burdo, y te pondrás pesado. Habrás derrumbado tu imagen, y lo más triste de todo es que fue tu decisión hacerlo.
Ten cuidado, porque es en ese instante cuando la puerta de la diversión se convierte en el portal del exceso que conduce a una habitación oscura en donde reposan en un estante los libros de la gran enciclopedia del caos.
El primer tomo de esta enciclopedia se refiere al sufrimiento como gran premio a la elección de esa puerta del exceso que se abrió en una fiesta por medio del licor que te hizo perder la conciencia; y en ese estado alguien te ofreció un revitalizante compuesto de químicos en una mínima pizca de polvo de coca que te hizo sentir placer y te mejoró la borrachera.
O puede estar, de igual forma, en el círculo de «amigos» que tú elegiste y que decidieron cambiar un día el cigarrillo de tabaco por uno de marihuana, la hierba del gozo que te proporciona una muestra de un estado de paz irreal.
Y claro que también lo puedes encontrar en la infidelidad o en el portal web de pornografía.
Todas esas primeras experiencias son gratis; como las mínimas muestras de perfumes que te de dan a probar para que elijas el aroma que más sedujo tu cerebro.
Así funciona la puerta de entrada al tenebroso mundo del sufrimiento: a través del engaño, la trampa, el atajo, el dinero fácil, el poder, las drogas, el licor, el juego, la pornografía, la prostitución, la delincuencia, el maltrato o el abuso.
Es una puerta sin cobro de ingreso para que conozcas el infierno del dolor y quedes atrapado en un sufrimiento infinito que pondrá la sombra sobre ti y sobre la gente que más te ama, derrumbando tus sueños, arruinando tu proyecto de vida, destruyendo a tu familia, atrofiando tu inteligencia, dañando tu integridad y apagando tu luz.
Imagina un inmenso inflable de colores de esos que llevan a las fiestas infantiles en días especiales para que los niños entren a un mundo de fantasía que los entretiene subiendo y bajando en un incansable circuito de felicidad.
Es la puerta que todo niño quiere cruzar porque sabe que adentro hay entretenimiento y diversión.
Solo que, en la aplicación de la metáfora, el niño se desliza por un tobogán hacia una inmensa piscina real de bolas de colores, mientras que el adulto inconsciente se desliza y cae al fango del sufrimiento.
Los excesos de todo tipo generan sobrecargas de energía contaminada hacia ese centro de luz que regula el área que se vio invadida por las emociones, los impulsos, la intensidad de los pensamientos o el consumo extremo de licor o sustancias nocivas que te llevan al desequilibrio.
También la saturación de trabajo, con todo lo que conlleva de atención, concentración, dedicación de tiempo, y la ansiedad que se desarrolla para obtener los resultados pedidos por las expectativas, descuadra el equilibrio energético de esa persona porque está robando, a su vez, atención, concentración y tiempo a otras áreas de igual importancia como la salud, la espiritualidad y la familia.
El equilibrio, en cambio, es una línea meridional que conecta mente, cuerpo y espíritu. Se consigue proporcionando espacios de enriquecimiento interior con ejercicios diarios de interiorización, a través de momentos íntimos de reflexión que aumentan el autoconocimiento; espacios de meditación que dejan serenidad y luz interior, y terapias de ejercicio que facilitan el mantenimiento físico de nuestro cuerpo como materia.
Te invito a disfrutar la vida en equilibrio, que es ese balance de luz distribuido en nuestros centros energéticos que te proporcionan estabilidad emocional, espiritual y física con la que consigues una frecuencia vibracional elevada que genera paz interior, serenidad, calma, y aumenta la lucidez y la inteligencia creativa.
De esta manera tratas de mantener las áreas de tu vida en orden y procuras evitar alteraciones que afecten la frecuencia para que todo esté bien. Recuerda: el equilibrio es la clave entre la felicidad y el sufrimiento.
Tan fácil como conocer tus límites, respetar tus números y no pasarse de la raya. Anda en equilibrio por el centro del camino, disfruta la vida y verás lo fácil que todo se vuelve para ti y para los demás.
Hakuna Matata
JMC