GRACIAS es la primera palabra que debemos traer en nuestra mente, en mayúscula, al despertar. Debe pronunciarse en voz alta y de forma vehemente.

Esa palabra es poderosa, muy poderosa. Y dar gracias es una acción diaria. Cuando extiendes tus brazos y abres tus manos para dar, especialmente ‘gracias’, te recargas de esa energía poderosa que es la gratitud y entonces los cielos abren para darte antes que tus manos vuelvan a bajarse para encarar el mundo.

La vida no es con los puños cerrados. Tampoco es con el ceño fruncido. La vida es disfrutando, sonriendo, aprendiendo y sobre todo Agradeciendo”.

Nos sentimos grandes cuando con humildad reconocemos que no somos los creadores de todo lo bueno que nos ocurre. Sino que hay una luz que ilumina las acciones y una fuerza superior que abre las puertas para nuevos y afortunados caminos. Muchas veces a través de otras personas que se cruzan en nuestro espacio de vida como parte de la gran magia universal.

La gratitud es el comienzo de todo cuando la ofrecemos sin condiciones.

Gracias a Dios por dar el soplo de vida a la semilla de mi existencia,

Gracias a la vida que me permitir disfrutar este camino hacia la eternidad,

Gracias al universo por compartir este espacio de tiempo conmigo,

Gracias por la luz que alumbra mi camino,

Gracias por la estrella que indica nuestro norte,

Gracias por la mano solidaria de la persona de buen corazón,

Gracias por el don del discernimiento recibido para tomar decisiones,

Gracias por el perdón divino otorgado con el que nos declaramos inocentes,

Gracias a nuestros padres por su abrazo de protección,

Gracias a la madre tierra por permitir nuestro respetuoso paso por ella,

Gracias a la naturaleza por compartir su sabiduría,

Gracias a los ángeles guardianes que en silencio nos protegen,

Gracias por la inocencia de los niños,

Gracias por la sonrisa del mendigo cuando recibe,

Gracias al cielo por guardarnos un espacio mientras trascendemos,

Gracias por las enseñanzas recibidas a través da las experiencia vividas,

Gracias por las manos que sirven a los demás,

Gracias por la iluminación que nos inspira casa mañana para ser mejores,

Gracias por la sabiduría en las escrituras que nos enseñan el legado de Dios,

Gracias por la existencia del agua con la que se calma la sed del mundo,

Gracias por la dulzura de la madre,

Gracias por los brazos protectores del padre,

Gracias por las enseñanzas de los abuelos,

Gracias a nuestros hijos por permitirnos experimentar con su formación,

Gracias al viento por secar mis lágrimas de tristeza,

Gracias por la paz con que concilio mi sueño.

Gracias por la sonrisa que expresa mi felicidad.

Gracias siempre por toda circunstancia de vida, con sus consecuencias buenas o regulares y con sus resultados positivos o negativos.

Gracias porque con cada una de ellas nos queda un aprendizaje.

Gracias vida.

La gratitud es como una carita feliz que se arma en las nubes cuando miramos al cielo”.

Leyendo el libro El poder de la gratitud, del maestro Ricardo Perret, íder motivacional y creador del Centro de Transformación “La Montaña”, en México, resalto varias enseñanzas que me permito compartir contigo en este Blog:

Una persona agradecida con la vida se vuelve depositaria de la confianza de la gente que la rodea y transmite a su alrededor pensamientos constructivos y emociones positivas. De esta manera puede interactuar exitosamente con otras personas, desarrollar valiosas sinergias e integrarse a equipos ganadores. Vivir la gratitud es abrir tu corazón y estar en capacidad de cumplir promesas, reconocer con humildad el valor y los talentos de los demás y ser congruente en el tiempo con tus más profundas creencias y valores.

La gratitud es una de esas virtudes que están en la cumbre de los valores y hábitos humanos, porque al vivirla con intensidad agilizas la sanación de tu sistema emocional, te reconectas con tu Yo Interior o Yo Espiritual y logras grandes mejoras en la relación con tus padres, pareja, hijos, amigos, colegas y, sobre todo, contigo mismo; porque al agradecer aceptas la valiosa oportunidad de vincularte emocionalmente con otras personas. Cuando vives y sirves de corazón y cultivas poderosos sentimientos de gratitud, siembras semillas de amor, que tarde o temprano florecerán. Vivir en gratitud es vivir sembrando, y esto

en sí es fuente de felicidad.

La gratitud te permite reconocer el valor de las otras personas y de muchas otras creaciones divinas, entre ellas las plantas, los animales, los mares, el cielo, el sol y las estrellas. Sentir una profunda gratitud con la vida es un medio muy efectivo para conectarte con el plano

espiritual y vincularte con Dios. La gratitud te permite tomar consciencia de los regalos que te da la vida y reconocer a tu Creador, valorando además la oportunidad que te dieron tus padres al ser canales, portadores de la vida para ti. La gratitud no solamente te reconecta con la parte espiritual sino con el amor

que habita dentro de ti y dentro de cada uno de nosotros, porque al agradecer abres tu corazón al incontenible poder del Amor.

Ahí tienes la información, ahora depende de ti.

Tu alma estará agradecida contigo cuando la compartas.

De corazón… Gracias.

HAKUNA MATATA

JMC.