Un profesor de la universidad nos dijo alguna vez que viajar cura los males del espíritu, la frase no había sido tan certera como ahora. Emprendí un pequeño viaje en cuatro ruedas, buena compañía y yo de copiloto, paseando por las carreteras que había recorrido antes, pero esta vez mis sentidos tenían la sensibilidad del geógrafo y la curiosidad del turista. Así, después de un mes sin escribir, precisamente porque tenía un par de males que curar, uno que otro demonio que exorcizar, decidí plasmar algunas de mis observaciones en este post.
El paisaje de mi recorrido -como componente físico- está constituido por planicies y ciénagas, un organismo vivo y variable que ha conseguido ajustarse y transformarse por y para sus dinámicas naturales, esto ha condicionado la ocupación de las sociedades, quienes no solo se han acomodado sino también lo han transformado teniendo en cuenta sus circunstancias políticas y económicas. Escenarios modificados por los grupos humanos que han hecho uso de ellos para subsistir. Ya lo decía Pierre Gourou, “el hombre es un hacedor de paisajes[1]”. Por consiguiente, todo ese conglomerado de elementos que forman el paisaje de la sabana cordobesa, sus geoformas y demás, son esenciales con relación a los patrones de asentamiento, ya que conocer la forma en que se sitúan y establecen es sustancial para determinar qué sitios son viables para el aprovechamiento de los recursos disponibles en el entorno.
Ahora bien, la ocupación del paisaje y los cambios que se han hecho de él, además de expresarse en el manejo de los recursos lo hace en la forma como se ha construido el territorio. Ejemplos de estos cambios y ocupaciones se reflejan en la utilización de los suelos para actividades agrícolas, como los monocultivos, la intervención de las áreas inundables junto a las fuentes de agua, la ganadería, el dominio en los sitios de acceso y por ende el poder político.
Sauer decía que únicamente podemos formarnos una idea del paisaje en términos de sus relaciones con el tiempo y el espacio, puesto que se encuentra en un continuo proceso de desarrollo o de disolución y reemplazo[2]. Es así como se refleja el cambio considerable de la sabana en los últimos años. De manera gradual, el paisaje que anteriormente había sido testigo de bosques tupidos, la cantidad de fuentes hídricas, la ganadería en pequeña escala, se ha ido transfigurando en un territorio predominante de grandes extensiones de tierra inactiva, intensificación de la ganadería y amplias zonas de monocultivos.
De tal manera que la comprensión de los patrones de asentamiento de la sabana cordobesa dirige el entendimiento de ese vestigio en el espacio que se puede mirar en el territorio, y que ha permanecido dibujado como consecuencia de las relaciones sociales de los grupos humanos que lo han habitado. Es decir, el patrón de asentamiento es un mero instrumento de análisis mediante el cual tratamos de entender el embrollo de las relaciones sociales. Tal instrumento posee más acercamiento cuando nos referimos a dispositivos políticos regionales, porque se presenta la posibilidad de realizar símiles entre una subregión y otra. En este sentido, analizar los patrones de asentamiento involucra tener una observación a escala regional y no solo de carácter local, como lo mencionaba Carl Sauer, una realidad de conjunto, una relación con otros paisajes[3].
En efecto, los patrones de asentamiento no se representan en el paisaje únicamente como edificaciones y estructuras, sino en entendimiento de significaciones en la cultura de cada lugar. Si entendemos ese territorio como una construcción que se encuentra sumergida en el paisaje, y el paisaje como un funcionario dinámico en los métodos de construcción social del contexto real de esta sociedad. En otras palabras, pensando ese lugar como una construcción sociocultural, política y económica y no como un espacio para la labor social comprenderemos que las maneras como se vive y se siente el mundo en él son procedimientos socialmente históricos únicos de la sociedad que lo reside.
FUENTES:
[1] Pierre Gourou, Introducción a la geografía (Madrid: Alianza Editoria S.A, 1979).
[2] Carl O. Sauer, “La morfología del paisaje”, Polis, Revista de la Universidad Bolivariana Vol: 5 n.o 15 (2006).
[3] Ibid.