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Haciendo la lista de los estudiantes que ascenderían a comandantes de curso, me percaté que estaba conformado en su mayoría por niñas, que además no solo ellas hacían honor a nuestro género, sino que el consejo estudiantil estaba conformado 90% por mujeres, liderado por una personera, y que la coordinadora y la rectora encabezan los estamentos donde nosotras las docentes mujeres somos protagonistas. Enorgullecida de esto, decidí visibilizar a estas mujeres y a todas aquellas pioneras que hicieron el camino y que muchas veces desconocemos porque no aparecen en los libros de Historia, pero que están latentes en nuestra cotidianidad.
A pesar de todo lo que hemos alcanzado en la sociedad, no podemos bajar la guardia en ese recorrido a la igualdad basado en las mismas oportunidades para mujeres y hombres, puesto que los derechos de las mujeres siguen sin estar lo suficientemente sólidos. Inmortalizaré lo anterior con una frase de una de mis escritoras favoritas, Simone de Beauvoir:
“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”
Pues bien, independientemente de nuestra realidad social, del contexto en el que nos desenvolvemos, de cuan estables o no estemos, los sucesos del día a día nos recuerdan que la fragilidad de estos derechos está vigente, solo por mencionar los casos de machismo presente en los hogares e instituciones, feminicidios que no cesan, o incluso fuertes e internacionales políticas de maltrato y misoginia en países como Irán o Afganistán, lejanos en contexto, pero cercanos en principios.
A raíz de esto, hoy quiero dejarte a ti, querido lector, algunas reflexiones que nos acercan a esa igualdad de oportunidades. Aún existen un sin numero de sesgos a nivel social y cultural, en los que desde nuestras labores podemos seguir trabajando, sobre todo desde la educación primaria y secundaria, pero aún más importante, desde nuestros hogares. Porque si bien es cierto que se inspira a través de lo que decimos, se inspira y motiva el doble a través de lo que hacemos, de nuestra esencia y ejemplo.
No divulgues memes ni publicidad machista. Si eres padre, madre, tía, tío, abuela, abuelo, hermana o hermano, educa con igualdad a los niños y niñas, sin estereotipos de géneros perecederos del ayer. No sigas ni compartas personajes tóxicos que invitan a la violencia de género en redes sociales, en tu hogar predica desde tu comportamiento, con una relación equitativa y basada en valores.
¡Tú también puedes contribuir a construir una sociedad más respetuosa, igualitaria y justa con las mujeres!
Pd: Qué maravilla coincidir en este proceso con mujeres profesionales, talentosas, apasionadas y dedicadas, a mis colegas y compañeras, gracias.