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El reflejo del sol en la cara, el barro incrustado en las botas que en cada paso se hacen más pesadas, el sudor bajando por la frente, un sorbo medido a la cantimplora, procurando que el agua sea suficiente para todo el recorrido, un resbalón con pequeño susto, tratando de mantener la frente en alto y el paso firme para no entorpecer la marcha de los compañeros.
Subidas empinadas, bajadas resbaladizas, arrastres bajos, piedras filosas, bichos, cimas con magnánimos paisajes, agua…

Caminata Administrativa. Foto: Autor
Una experiencia que me recordó lo importate de ver el mundo desde los zapatos del otro, lo importante de reconocer y valorar cada uno de los roles de nuestros compañeros, de nuestros estudiantes, de cada individuo de la sociedad.
Reafirmo mi admiración y respeto para quienes llevan puestas las botas todos los días, para aquellos que están en el proceso, en especial para mis queridos cadetes y brigadieres del Colegio Central Militar Almirante Colón, Lorica. Es un orgullo acompañarlos en este proceso formativo, que se ha convertido para mí en un camino bilateral de aprendizaje, porque mientras imparto mis saberes desde la parte pedagógica y académica, aprendo de ellos todos los días un poco más.
Por último, a mis niñas, ojalá Mariana chiquita hubiese sido la mitad de lo valiente que ustedes son. Muchas de nosotras fuimos criadas cargando una serie de estereotipos que nos hicieron sentir y creer débiles, frágiles y vulnerables. Por esa razón les digo a todas aquellas mujeres que no encontraron una voz alentadora y motivadora en su infancia que las dotara de seguridad y confianza, y que al igual que yo crecieron llenas de miedos y con realidades distorsionadas, que asuman los retos, que se atrevan, que salten al vacío, al arroyo, al lodo, que se ensucien la cara y las manos, que en todos los planos de sus vidas se pongan las botas por un día.