Todo empezó un día de trabajo. Joel, un mexicano de 25 años, entró a su habitación y prendió el computador. Eran las 7.00 p. m., un viernes del mes de febrero de 2008, cuando ingresó a un chat con la intención de entablar amistades con personas de otros países y conocer otras culturas.

Entre las personas que se encontraban en línea, comenzó a escribirle a alguien con el nombre de Mónica. Ya en comunicación con ella, le preguntó su edad, su nacionalidad y algunos datos más. De acuerdo con lo que decía Mónica, estudiaba Contaduría, tenía 27 años y era colombiana.

No obstante, él no se sentía seguro y no tenía la seguridad de saber si lo que ella contestaba era verdad. Además no tenía foto en su perfil  y no podía saber cómo era su físico. Sin embargo, le pidió su correo personal. Después de varios minutos de conversación se despidieron como buenos amigos, con el gusto de haber conocido a una persona buena y con la que se podría seguir conversando muy pronto.

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Al día siguiente se quedó sólo en casa, pues la familia con quien vivía había salido de paseo. Era sábado y Joel se encontraba con mucho trabajo para adelantar y decidió quedarse. En la tarde ingresó al correo personal, pero ninguno de sus conocidos estaba conectado. Sin embargo, Mónica estaba ahí. Él la saludó, pero ella se demoró en contestar varios minutos: “¡Hola!”, dijo ella.

Platicaron de sus países: México y Colombia, dos países muy cercanos culturalmente y que por medio de los dos estaban uniendo. Esa tarde conversaron bastante y quedaron de hablar el lunes. Así siguieron. Sus temas eran de comida y platos favoritos, música y todo lo relacionado con conocerse el uno al otro. Cada día se hacía más interesante para esperar el momento del encuentro virtual. No se conocían personalmente, ni siquiera la voz, pues todo era por escrito.

Cinco meses después, Joel salió a vacaciones en la universidad. Del trabajo, lo trasladaron por dos meses a una ciudad cerca de donde vivía con su familia, lo que lo motivó a proponerle a Mónica, por medio de un correo, que fueran novios. Tres días después él recibió una respuesta con mucha emoción de Mónica dándole el sí.

Joel le envió uno foto porque pensó que ya era hora de que se conocieran físicamente y esperaba que ella hiciera lo mismo. Sus nervios lo consumían más al hacerse preguntas como: ¿qué diría ella?, ¿sí le gustaré?, ¿cómo será esa persona?

Las dudas duraron unos días hasta que Mónica le envió la foto.

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Joel se emocionó al verla y dijo: “¡Qué mujer tan hermosa!”, y se enamoró más de la mujer colombiana.

Dos años después, la amistad seguía creciendo por teléfono y la familia de él aceptó a Mónica, aunque al comienzo fue difícil por la relación que tenían, por lo que no confiaban mucho. A pesar de esto, después estuvieron de acuerdo y respetaron la decisión de Joel.

Después de cinco años, Mónica decidió viajar a México en un septiembre. Jamás olvidarán el momento en que se conocieron, pues sus corazones latieron más rápido de lo normal. Cuando llegó el momento del encuentro, se abrazaron y besos fueron y vinieron, a pesar de que los nervios hacían estragos en sus cuerpos.

Posteriormente, hubo una reunión familiar para conocerse mejor y ponerse de acuerdo en cuanto al día del matrimonio. Ella estuvo un mes en Colombia y después de las dos semanas siguientes se casaron. Joel viajó a México, donde vivieron un tiempo. Luego de dos años de casados se trasladaron a vivir a Colombia. Ya llevan siete años de matrimonio intercambiando culturas de los dos países.

**Esta historia es real, gracias a un lector.

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