Soy trabajador, responsable, divertido. Quiero conocer mujeres solteras para amistad o para un romance si se presenta el momento. Soy soltero, con hijos. Me gusta el deporte, viajar y disfrutar de la naturaleza. Con esta descripción me gané una persona hermosa.
Llegué de un paseo con unos amigos y me encontré en la ciudad que creí conocer. Todos mis amigos estaban contentos con sus parejas y yo que pensaba que era feliz siendo soltero. Estuve casado, tengo dos hijos que actualmente viven con su mamá, ella se volvió a casar y yo sigo ahí en busca de un gran amor. Trabajo en mecánica, este oficio me quita todo el día. Y cuando llego a mi hogar de soltero, quisiera tener a alguien a mi lado. Una mujer que me comprenda y que esté ahí cuando llego por las noches. Por eso me conecto a mi página amiga, donde busco y busco perfiles y no encuentro alguien que encierre las características de mi gran amor. Pensé que nunca lo iba a lograr, duré más de dos años en este proceso, donde conocí a muchas mujeres que buscaban un hombre por interés, por su dinero o sus pertenencias. Pero la vida me cambió en un fin de semana. A las siete de la noche me conecté con una mujer muy sencilla que buscaba compañía.
Ese día tenía el computador prendido porque me encontraba revisando los datos de una máquina; en ese momento, timbró mi página para un mensaje, era ella; una mujer espectacular.
“Hola me llamo Erika, te escribo porque quiero saber si quieres tener una amiga y conocernos para ver si podemos tener alguna relación. Si no me devuelves la respuesta, yo sabré entender”.
Estuve mirando ese mensaje y no me decidía, pues las anteriores mujeres me habían decepcionado y no quería sentir nuevamente ese sentimiento de inferioridad ante ellas.
─¿Qué puede estar pasando en mí?, quizás sí lo sé, pero no lo quiero demostrar, quiero ser un hombre como cualquiera que llame la atención de una mujer. A las mujeres les gusta que los hombres las cortejen y ese debe ser mi error.
Seguí mirando el mensaje por unos minutos y lo borré. Seguí trabajando en mi máquina y me concentré en esa labor.
Al día siguiente, me conecté nuevamente y me encontré con muchos mensajes de varias personas, pero había uno que me hizo decidir porque decía: “Si quieres estar siempre acompañado y llenar tu vida con una razón, esta es tu oportunidad. No soy hombre, no soy mujer, tú decides que quieres tener. Llámame (este es mi teléfono) o escribe y di: Quiero.
Así fue como me involucré en un mundo nunca visto. Le escribí: “Quiero”. A lo que esa persona me contestó: “Al fin decides”.
Nos conectamos al chat y conversamos por más de dos horas. Esa persona fue espectacular, tenía todas las respuestas que yo necesitaba para decidir si me quedaba con esa nueva amistad. Pero el corazón lo engaña a uno cuando está indeciso:
─¿Por qué no nos vemos este fin de semana y vamos a dar una vuelta?
Y me responde: ─“¡Claro, vamos!, ¿a dónde?
─Podemos ir a las montañas y divertirnos viendo la ciudad. ¿Te parece?
─Sí, perfecto.
Llegó el fin de semana y me alisté para encontrarme con esa persona que tanto me tenía emocionado por el encanto de sus palabras en sus mensajes. Salí a buscar algo que me llenara la vida, iba en búsqueda de la felicidad, mis pensamientos iban y venían hasta que me encontré con esa persona. Nos vimos cara a cara, una persona muy bella, tanto en detalles como en su físico. Salimos hacia las montañas y caminamos mucho, hablamos de nosotros, reíamos de cada locura que se nos ocurría.
Nos besamos porque el encanto fue de los dos. Nos gustamos desde el primer momento. El día transcurrió y no nos dimos cuenta en qué momento terminó. Se oscureció y nos perdimos, no supimos en qué momento escogimos otro camino. Íbamos felices besándonos, sin preocuparnos del problema en que nos habíamos metido. No había nadie a quién preguntarle, tan solo varios caminos de los que debíamos decidir cuál tomar. Toda la noche estuvimos caminando y por ratos descansábamos acostándonos en el pasto. Abrazos y besos: éramos dos enamorados felices.
En un momento, no sé todavía en qué pensé, pero cuando desperté ya era de día, miré a todos lados y vi a la persona con la que estuve toda la noche. La miré de pies a cabeza: hermosa, un cuerpo nunca imaginado. Fue en ese momento cuando se despertó y dio media vuelta hacia mí: no era una mujer, pero tampoco era un hombre como me lo dijo en el mensaje.
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