Soy un español casado con una colombiana desde el 7 de marzo de 2013.  Mi historia comienza así:

Mi nombre es Javier, el de mi esposa es Ludy. Soy asturiano y ella ocañera. Un día de febrero de 2012, cuando me encontraba en el chat de ‘Amor en línea’ y haciendo las labores de mi casa, escuché la campanita del chat, lo que significaba que una chica me estaba llamando para charlar. Me acerqué al ordenador y sí, allí tenía la llamada de una chica sin foto y con un ‘nickname’. Entré y acepté su llamada. Al instante nos pusimos a charlar, nos dimos nuestros nombres y nos preguntamos por nuestro estado civil.  Ella es viuda y yo estoy divorciado hace más de 10 años;  ella lleva viuda siete y tiene tres hijos: dos varones y una niña; yo tengo dos hijos: un varón y una chica.

Seguimos charlando y en mi interior sentía que esa mujer podría ser lo que buscaba, por lo que le pedí que me enviara una foto al correo o, si quería, que nos conociésemos por el MSN. Ella ya sabía cómo era yo por la foto en la página antes nombrada, entonces ella aceptó mi propuesta y por nuestros ‘e-mails’ conseguimos entablar conversación por MSN Messenger.

¡Qué sorpresa me llevé! Era tan linda y tan risueña, no paraba de reírse. Su edad no parecía lo que me había dicho (48 años, yo tengo 58). No dudé ni un instante, el señor Dios me la había puesto en el camino. Me dije: “Esta chica será para mí”, y me empeñé en ello desde el mismo momento. 

Pensé: “¡Esta mujer ha de tener muchos pretendientes!”. Después supe que así era, pero ella después me contó que ninguno fue tan atrevido como yo (jajajaja).

Los días pasaron y la relación era una realidad, así que preparé mis vacaciones para viajar a Colombia y conocernos en persona.  Eso lo realicé después de siete meses.  El año anterior había viajado por primera vez al continente suramericano. Estuve en Santa Marta, así que el miedo escénico ya no lo tenía.

Entonces, me apresuré a realizar el viaje y a conocer a la persona que más adelante sería mi esposa. Viajé un 6 de septiembre de Asturias a Bucaramanga, donde ella y su hija menor me esperaban. Un encuentro maravilloso, todo fue estupendo, tenía la mujer de mi vida frente a mí. Fina, muy fina; sonriente, todo alegría; una mujer tan cariñosa que si no estaba ya prendado (enamorado) por ella, fue allí cuando lo afirmé. Yo le había propuesto matrimonio por internet, pero ella quería que nos viésemos en persona, por lo que nos prometimos nuevamente en su casa de Ocaña.

El mes y medio que estuve con ella fue como estar en otro mundo, ¡no, mejor dicho! (jajajaja). Las mujeres colombianas son tan diferentes a las europeas y sobre todo a las españolas, que cualquier hombre se enamora de ellas, son tan exquisitas, tan dulces y sobre todo de un gran corazón.  No comprendo por qué los colombianos pasan tantas penurias… Tantos guerrilleros teniendo estas esposas y madres tan buenas y trabajadoras.

Al año siguiente, ya con todos los papeles necesarios en regla, regresé y nos casamos el 7 de marzo de 2013. Por mi trabajo en España en ese tiempo solo pude viajar dos veces para estar juntos, pero es tan fuerte nuestro amor que sigue creciendo día a día y no importaba que estuviésemos separados, ya que nuestra relación era la ventana del Skype. Nuestra dicha llegó el 15 de marzo, cuando tomé un  vuelo para reunirme con ella, esta vez, definitivamente. Dado que yo, con 60 años, estoy jubilado, después de 41 años trabajando merezco tener un poco de felicidad junto a mi esposa, Ludy.

Ahora viviremos en Bogotá, nuestro hijo Julián de 23 años es ingeniero de sistemas y ya tiene su trabajo allí; queremos estar con él y ayudarle a comenzar su carrera lo mejor posible, así como a los otros dos hijos.

A veces pienso que nuestro encuentro es de película. ¡Viva internet!, está haciendo a mucha gente feliz.  

Encantado de haberles contado mi historia, que es la historia de muchos más. ¡Chao y saludos fraternales!

** Gracias a un lector

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