En un lugar de Colombia, Montelíbano, capital de San Jorge, un municipio del departamento de Córdoba, nació Matilde una joven costeña criada en la ciudad de Medellín, que se considera más paisa porque esa ciudad la adoptó desde pequeña.
Siendo la mayor de tres mujeres, se dedicó desde el primer momento a estudiar y hoy es una ingeniera en productividad y calidad. Se ha independizado de sus papás y ha seguido adelante. Ofertas laborales no le han faltado. Su único sueño es encontrar al hombre que la quiera y la respete. Un día decidió buscar aventura en otro país:
Este viaje a Australia para mí es un escape… un respiro a mi vida.
En ese momento pensaba que iba a ser de otra manera a mis 30 y que la vida iba a estar resuelta… pero por ahí dicen: “nosotros hacemos planes y Dios se ríe». Creo que es cierto. Y como a mis años no tengo hijos ni novio ni esposo, no tengo nada que me obligue a quedarme en el país, solo mi familia que los amo con toda mi vida y son mi motor; pero ellos me apoyan al 100 %.
La verdad me he sentido cansada de la presión psicológica de tener 30 años y no haberme casado y no tener hijos; me siento mal conmigo misma por no tener eso, como si fuera mi culpa.
Pedro fue el primer novio en serio y fue con quien perdí mi virginidad a mis 23 años porque supuestamente nos íbamos a casar. Yo quería llegar virgen al matrimonio, pero no fue posible porque me puso los cachos con una compañera del trabajo.
Cuando me enteré, casi me muero; lloré lo que no está escrito y luego de dos años conocí un amigo en un chat cristiano que vivía en Bogotá y fuimos amigos durante mucho tiempo, de hecho nos veíamos cuando yo iba a Bogotá.
Un día decidimos intentarlo y después de un año en que íbamos y veníamos de Medellín a Bogotá me dijo: “Yo no te quiero hacer daño, tú eres una buena mujer y yo no quiero una relación seria”.
Yo no sé si seré yo, pero sentía que él debía ser el papá de mis hijos; no era el más lindo, pero a mí me encantaba, su familia era un sol de verano y salirme con esa…
Al año nos volvimos a ver y él seguía con su pensamiento de no querer nada serio. Yo pensaba que si seguíamos así él iba a darse cuenta de que yo sí era la mujer indicada.
Después de vernos varias veces, entendí que él solo sentía un apego físico por mí y nada más…
Estaba tan aburrida que ya tenía súper claro que quería tener un hijo por inseminación artificial, pues tener un bebé es y ha sido mi más grande anhelo y lo esperaba como el día más feliz de mi vida, por lo cual leí mucho sobre el tema y entonces me encontré con el caso de Alexandra Montoya del programa ‘La Luciérnaga’ de Caracol y se convirtió como en mi heroína.
Además, un día escuché a la conferencista María Clara Villegas, en su charla ‘La gente feliz es más exitosa’, donde ella decía que nos habían montado un libreto toda nuestra vida: naces, estudias, trabajas, te casas y tienes hijos, vuelves a trabajar y así… Además, que si la gente no tenía eso no era feliz. Así me sentía yo.
Entonces, aplacé la idea del bebé por inseminación y tomé la decisión de irme a cambiar ese libreto, dejar todo la comodidad de mi trabajo por venir a limpiar oficinas, hoteles y casas, y a la expectativa de conocer a un mono de dos metros con el que pueda comenzar una hermosa familia y a disfrutar de este nuevo mundo.
Hace poco me escribió mi amigo cristiano por WhatsApp y me preguntó que si ya me había olvidado de él, ante lo cual le dije: “Ya no más, quiero cambiar mi vida, encontrar el amor que en Colombia no encontré y lo cual no me dejaba avanzar”.
Esta es mi historia. Creo en el poder de las palabras y este va a ser mi año: el año en el que encuentre el amor. El año en el que voy aprender. El año en que voy a conocer mucho.
Gracias a una lectora*
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