En el año 2010, Sara una niña de 14 años se enamoró de una ilusión, esa ilusión que tiene toda niña a esa edad de conocer a su príncipe, a su hombre ideal. Un día cualquiera ella recibió un Messenger con una invitación de alguien que ella sabía quién era, pues este muchacho era amigo de otro amigo. Sara no lo pensó y lo agregó entre sus amigos. Pablo quedó en su lista.

El tiempo pasó y no hubo noticias de Pablo. Sara decidió escribirle un mensaje y resultó siendo una persona muy simpática, fácil de conversar, muy amable; pero hubo algo muy raro cuando ella le preguntó la edad. Hubo un silencio y se desconectó y después contestó:

–Tengo 28 años

Sara pensó que el silencio era porque tenía otras obligaciones de trabajo o de casa, pero, según ella, se equivocó. Porque ahora piensa que el silencio tenía motivo: porque ella era una niña de 14 años.

Sin embargo, siguieron conversando por medio de mensajes y tuvieron una gran amistad, a pesar de la edad.

Sara, con pensamiento de niña enamorada, tuvo que cambiar la idea ingenua de ser niña grande; porque se encontraba con una persona mucho mayor que ella y quería estar a su altura en los temas sexuales que Pablo le imponía.

Sara seguía con su encanto, porque para ella era algo nuevo y la curiosidad la vencía y seguía madurando con las ideas de Pablo.

Hoy, a la edad que tiene, se da cuenta de que maduró a una edad no indicada; porque ella hubiera podido aprender con la vida, pero Pablo le enseñó por medio de mensajes cómo estimular su cuerpo, él le preguntaba que si lo había hecho; ella contestaba que no, y él le decía que debía hacerlo para que supiera lo que se sentía.

Sara se sentía confundida con esas ideas, pero las veía normal; creía que era común que los amigos les dijeran tales cosas a sus amigas. Ella sentía confianza hacia Pablo y él aprovechó esa confianza para que ella accediera a lo que le decía.

* En el día de hoy, Sara pregunta a los lectores:

* “¿Creen ustedes que un hombre a esa edad, 28 años, le diga eso a una niña de 14?

* ¿Es normal?

Ella cree que ese hombre tenía unas costumbres o moral con vicios, porque les daba confianza a las niñas y quién sabe a cuántas más les hizo daño.

Ella, en ese momento, no pensaba nada malo, solo que su mente infantil la hacía pensar en un mundo lleno de felicidad, porque, según ella, tenía a un superamigo que le mandaba indirectas, que le indicaba que los dos se gustaban.

* Un día de esos, Pablo le dijo: “Necesito resolver los asuntos con mi exnovia, para que después seas tú mi novia; yo te aviso”.

Ella, emocionada por ese detalle de él, aunque no lo conocía ni siquiera en foto, solo pensaba en lo maravilloso que sería todo. Sara estaba tan enamorada que nunca pensó nada malo de él, ni siquiera cuando Pablo le hablaba más de sus amigas y exnovias.

Meses después de esta conversación, Sara se enteró de que Pablo tenía novia y logró comunicarse con ella. Se llamaba Laura.

Ambas se comunicaron bien al comienzo, pero Pablo comenzó a meterles cizaña* (persona que daña, perjudica o estropea), para que las dos terminaran esa amistad y se odiaran.

Según Laura, él le hablaba mal y decía mentiras de Sara.

Pero cuando ella pudo seguir adelante, él siguió después escribiéndole; sin embargo, Sara no quiso aceptarlo como amigo, fue ahí cuando él le mostró por fin su foto.

Era feo”, dice Sara. No era lo que él le aseguraba.

Pablo tenía serios problemas, no tenía ningún trabajo, vivía en la casa, siempre en el computador; a Sara se le hizo muy raro, muy extraño.

Han dejado de verse, pero actualmente Sara se ha enterado de que ya no vive en Colombia y que después de mostrar su foto, varias niñas han dejado de hablarle. Pablo siguió con una única amiga de su edad, que siempre lo ha querido; vive actualmente en Venezuela –según Sara– como un ‘mantenido’.

Pablo sigue llamándola de vez en cuando al celular, y le dice que se ve muy bien en las fotos que tiene en su perfil. Sara no les hace caso a sus comentarios, ella piensa seguir su vida bien con sus verdaderos amigos y con su novio actual, a quien conoció en internet. Ha compartido experiencias bastantes gratificantes, ha tenido un gran amigo de Chile, quien vino a Colombia a ver a su novia, que se graduaba de universitaria.

Sara, con esta historia, solo quiere advertirles a todas las mujeres y a las niñas, especialmente, que no se dejen engañar.

Y con estas palabras, ella termina su historia: “Personalmente, creo que el internet se da para tener muchas relaciones verdaderas y significativas. Lamentablemente, yo era muy pequeña en esos días para reconocer qué amistades podían serlo, me refugié en personas equivocadas creyendo saberlo todo; por eso creo que es importante que los adolescentes que están  y conocen personas de todo el mundo sepan elegir amistades y conversaciones. Los lobos disfrazados de ovejas siempre acechan”.

“Siempre había querido contar esta historia públicamente, porque sé que no es el único hombre y que así como yo hay miles de chicas creyendo tener un buen amigo, el cual sólo tiene mil perversiones en la cabeza. Ojalá la historia pueda llegar a prevenir a muchas personas”.

*Los nombres han sido cambiados.

**Gracias a una lectora.

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