Para saber sobre el púrpura, pregunté:
El propósito era conocer la opinión del vendedor de pinturas que habitaba en la calle de los indios. Un lugar fundacional donde se alternan construcciones diferentes como resultado de una aparición cronológica distinta y donde habitan recuerdos, orden y relajo.
Justo a una casa medianera de frente republicano le encontré sentado detrás de una mesa salpicada de colores.
Pregunte rápido y de inmediato respondió.
Pasa de un rojo casi violeta a un azul celeste de acuerdo con el aire o la luz de la tarde o la mañana.
Señaló enseguida hacia un atlas las posibilidades de una graduación armónica de tonos cromáticos distintos y durante buen rato mezclo pigmentos con acentos violáceos.
Al final se alzó y agarro dos frascos sobre los que derramó vinilos de azul cielo apasionado con asomos de vino tinto seducción y de manera asombrosa surgieron dos gardenias.
Al rato le volví a meter diente al tema y busqué en el infaltable y siempre práctico Larousse; en libros, revistas y otros medios; el origen y la descripción de ese tinte rojo encendido de las conchas marinas que, desde los tiempos de Tiro, se extrajo del líquido de la glándula del Múrex Trunculus.
Una especie de ostra que segrega una sustancia incolora, la cual al contacto con el aire cambia de color y que desde la edad antigua se aplicó para tinturar los vestidos de los altos círculos del poder.
Siendo asociada con reyes y lugares espirituales de donde adquirió dignidad soberana y distinción cardenalicia.
Supe entonces que era el color de Salomón, de Herodes, Heracles y el favorito de Napoleón.
Luché por aprender el descubrimiento de Newton, la síntesis de Young y la naturaleza ondulatoria de Maxwell y de Hertz. Al final me fijé a dibujar el sistema piramidal de Oswald y dormí leyendo el esbozo de la teoría del color de Goethe.
El viernes en la noche encontré a Patiño, andaba por “Rico Bassilon”, un ambiente bacano, contaminado con polvos de licor. Allí “El Duro” en el manejo del estuco, la brocha y la cerveza; me comentó que prepara el púrpura a partir de un azul rojizo al que le añade de manera instintiva un poco de rojo violáceo y obtiene de forma suave un lila sutil o lavanda, una orquídea de la que disipa una rosa cálida.
¡Ojo! Úsalo con cuidado advirtió. En un esquema decorativo se vuelve teatral.
Por la a tardecita del sábado cumplí cita con Clara, amiga sicóloga, quién respondió:
En mi casa no lo tengo, ni me gusta. Lo uso en ocasiones para las terapias por el impulso y la armonía que ofrece pues contrae y sirve para disminuir la hinchazón. Se sabe que permite ejercer una fascinación sugestiva en las capas bajas en donde es de gran aceptación.
Preferido por las personas de sentimientos profundos y con aspiraciones grandes, pues se cree abre la mente a fuerzas superiores y en las auras lo topas acompañado por la estrella de oro parpadeante.
También se le conoce como el color favorito de los homosexuales y de las mujeres durante el embarazo; de ahí que además sea el color de la mística, de la magia, del embrujo y del encanto erótico
El domingo me faltaba el comentario de amigos y poetas.
Oí que, púrpura eran las tardes estrelladas a la orilla de una rada, las remolachitas glaseadas con torta de ciruela; los hijos de las musas. El Color de Alice Walker, la cortina del teatro.
Escuche de la poesía y el vino. Supe de música y verbenas resistentes con valor jaspeado que terminaron un amanecer vibrante sobre el prado. Así que me puse la camisa del último verano y busqué terminar este cuento con una pequeña sonrisa cogido de tu mano.
**Gracias a: Edgardo Bassi Burgos
* Condolezza quiere ser tu amiga, escribe a este blog literario y cuenta tu historia a: condolezzacuenta@hotmail.com Twitter: @condolezzasol. Todas las historias serán revisadas y corregidas para ser publicadas. Se reservarán los nombres, si lo deseas.