Hola, extraño… He decido llamarte así porque hace algún tiempo no sé de ti; sé que estás vivo, por tus constantes actualizaciones en redes sociales, aunque no son la mayor cosa y no me dan muchas ideas de cómo estás, pero al menos dan cuenta de tu supervivencia. También me atreví a escribirte porque estoy decidida a cerrar este ciclo, a dejarte ir, y para eso, tengo que sacar de mi sistema todo aquello que cada noche me hace recordarte. Soy consciente de que estas palabras posiblemente nunca las leerás, y aun si lo haces, no creo que respondas, por eso aclaro que esto lo hago por y para mí.
Pasó mucho tiempo desde el momento en que supe de tu existencia y la materialización de esta.
Durante ese periodo, solo tuve en mi cabeza imágenes de ti, y créeme cuando digo que te imaginé como una mejor persona.
Lo acepto, casi siempre soy víctima de mis propias expectativas. Te imaginé diferente, serio, carente de buen gusto y con un coeficiente bastante limitado; pero me equivoqué en eso. También pensé que eras un caballero, un hombre de palabra, alguien que mantenía una coherencia entre sus palabras y sus actos. Te pensé como un hombre valiente. Bastante errada estaba.
Mi primer acercamiento, luego de tanto tiempo de tenerte en el radar, fue un acto, en principio, pensado para saber quién eras, y mi meta era decepcionarme para poder seguir adelante en aquella cruzada de cerrar ciclos que meses atrás había iniciado. De nuevo estaba equivocada. La primera vez que hablé contigo fue algo inesperado, sorpresivo; encontré tantos puntos en común que difícilmente podría olvidar aquella conversación. Verte personalmente fue ponerles rostro a aquellas palabras, te saliste de mis expectativas, las sobrepasaste. La interacción de aquella noche fue tan perfecta, tan fluida, tan mágica que creí poco probable que se pudiera repetir. Sin embargo, ante la manifestación de compromiso de tu parte, no vi más opción que aceptar, encontrándome en una posición para la cual, aun siendo maravillosa, considero que no estaba lista, pero ¿qué mujer después de la perfección no aspira al compromiso?
Los días pasaron, y con ellos, las conversaciones y los sutiles detalles que continuamente me dejaban sin aliento, perpleja y con la esperanza de que fueras ese socio de vida que por algún tiempo estuve esperando. Acepto que en ese último punto estaba ensillando la bestia antes de traerla, pero con tus acciones, me era imposible no seguirte el ritmo.
El último día que te vi, fue la encarnación de la felicidad hecha persona.
No sabía si era la forma como me mirabas, las palabras que decías, las menciones del futuro, lo bien que me sentía con tu compañía o el hecho de que estaba a la merced de las endorfinas. Ese día me dije a mí misma: ‘vale la pena el riesgo’. Pero otra vez me equivoqué.
Después de ese encuentro perfecto, no volví a saber de ti, te desapareciste del mapa. Entonces me llené de preguntas, todas sin respuesta; busqué teorías en terceros, algunas a mi favor; maquiné explicaciones, pero ninguna resultó ser coherente. Con el paso del tiempo, ha sido más sencillo dejar de pensar en ti, decidí no buscar más explicaciones, ya no me cuestiono ¿qué pasó?, ¿cuál fue la falla?, nada de ‘no eres tú, soy yo’.
Con los años, aprendes que de amor no te mueres, menos por una ilusión; entiendes que no se busca a quien no quiere ser encontrado y que la mejor compañía resultas ser tú misma.
Necesité poco más de un año para aterrizar esa idea que tenía de ti.
El experimento no duró tres semanas; sin embargo, fue lo suficientemente fuerte para enseñarme que es hora de dejar de buscar para permitir que me encuentren, necesito dedicarme a aquello que realmente me hace feliz, a darme a las personas que ven en mí todo lo maravillosa que soy; aceptar que mi soledad no es un castigo, sino un momento que me permitirá conocerme, quererme, aceptarme, ser débil para poder regresar más fuerte, cumplir con mis metas, continuar con mis prioridades y ser feliz.
Nunca sabré cuál fue el verdadero motivo de tu desaparición, porque no me interesa buscarlo, sé que soy lo suficientemente valiosa para rodearme de personas que me valoren. Si tú no viste todo lo maravilloso que hay en mí, en últimas, no es mi problema. Quiero que sepas que no te guardo ningún rencor, que sigo deseando tu éxito en la vida, tu felicidad y crecimiento como persona. Quizá la vida me dé las respuestas que hoy no tengo o quizá en otro momento me vuelva a topar contigo, no lo sé.
De lo que sí estoy segura es de que no seremos las mismas personas que se toparon en este 2017, por ende, será un gusto volver a conocerte.
Gracias por permitirme cerrar otro ciclo, por dejar de ser una mera expectativa, por ser una realidad, no la que esperaba o la que creía que eras, pero sí la que necesitaba para seguir en mi proceso.
Eres un ser maravilloso.
Con cariño.
Miss Irreverente
**Gracias a un lectora
* Condolezza quiere ser tu amiga, escribe a este blog literario y cuenta tu historia a: condolezzacuenta@hotmail.com Twitter: @condolezzasol. Todas las historias serán revisadas y corregidas para ser publicadas. Se reservarán los nombres, si lo deseas.