Por: Lorena del Pilar Motta Forero -Gerente de Desarrollo Corporativo de Global Forensic Auditing
¡Hay euforia en las calles colombianas, por cuenta de las hazañas de nuestros compatriotas en la tierra de la samba! Ingrid Valencia, Catherine Ibargüen, Yubergen Martínez, Carlos Ramírez, Luis Mosquera, Óscar Figueroa , Yuri Alvear,  y Mariana Pajón, son algunos de los nombres que nos han hecho entonar con orgullo en estos días el Himno de Colombia gracias a su destacada participación en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Acostumbrados a tener una “discreta participación” en las justas mundiales, estos deportistas han oxigenado las pesadas noticias económicas y políticas cotidianas, “robándose” nuestra admiración y respeto.
¡Y no es para menos! una rápida mirada a sus historias de vida, es suficiente para intuir los inmensos sacrificios personales que han antecedido las medallas que hoy celebramos como país y que solo se comprenden cuando hay pasión, vocación y disciplina de por medio.
Con esta bonanza de talento, esfuerzo  y de éxito alcanzado, me pregunto ¿cuántas más realizaciones personales y alegrías colectivas podríamos cosechar si los recursos que financian la preparación integral y la infraestructura asociada al deporte estuvieran adecuadamente salvaguardados de los flagelos de la corrupción y  delitos financieros como el lavado de activos?
No es un secreto que la industria del deporte -que está dentro de las 10 más poderosas del mundo y puede alcanzar, según cálculos de Gerardo Molina, socio de Euroamericas Sport Marketing, los 754.000 millones de euros- maneja altos niveles de riesgo financiero, no por aspectos propios de la dinámica del multiplicador bancario o la rentabilidad intrínseca a estas actividades, sino por circunstancias anómalas asociadas a una inadecuada gestión de recursos y a aspectos que ponen en duda la transparencia de resultados por actividades “fuera de la cancha”.
Para no ir más lejos, a comienzos de esta semana, al margen de las buenas nuevas de los Juegos Olímpicos, se publicaba la noticia de la captura del jefe de proyectos de la empresa Typsa, implicada en el escándalo de los Juegos Nacionales, quien está siendo investigado por los presuntos delitos de peculado por apropiación, e interés indebido en la celebración de contratos y sin el cumplimiento de los requisitos legales, vinculados a 15 escenarios deportivos que no llegaron al 50 por ciento de la ejecución.
Paralelamente, se advertía la posible mano de la mafia rusa en el boxeo, poniendo el dedo en la llaga sobre el mundo paralelo de las apuestas.
¿Qué hacer frente a este escenario de riesgo inminente? Es claro que los sueños de nuestros deportistas deben ser apoyados, no solo por consideraciones personales sino porque proyectos de vida construidos alrededor de estilos de vida sana tienen una gran fuerza inspiradora.
Sin embargo, para que el apoyo sea efectivo y tenga los resultados que esperamos, se debe reforzar el monitoreo a los recursos que mueve esta industria, para evitar flujos oscuros e ilegales, así como otros robos de recursos públicos por cuenta de particulares corruptos.
Las herramientas que ofrece el Sistema de Administración de Riesgos de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo -SARLAFT- son parte de la solución, pero, por los escándalos que hemos visto que empañan a la industria, ahí no está toda la receta.
La implementación obligatoria de auditorías forenses preventivas resulta urgente y necesaria (Ver nota sobre importancia de las auditorías forenses). Con minería de datos e inteligencia financiera aplicada al análisis, detección e investigación de operaciones y el control al patrimonio de los funcionarios públicos que pueden realizar firmas de auditoría forense, los resultados de nuestros atletas pueden ser mucho mejores.
¡Hoy tenemos una nueva y sana ilusión en el deporte! y para que esta ilusión sea sostenible, la auditoría forense debe entrar a la cancha a garantizar el juego limpio.