Todas las parejas pelean, es más, la ausencia de conflictos es un mal síntoma. Los desacuerdos son una consecuencia natural de la diferencia. Dos personas esencialmente distintas se unen para caminar y llevar a cabo un proyecto de vida en conjunto. ¿Será esto posible? ¡Claro que sí! El amor lo hace posible y ese es su mérito.

Tengo menos de un año de casada. Muchos me profetizaron que el primer año sería el más difícil, sin embargo, he comprobado que la raíz de la mayoría de nuestros conflictos es la mala comunicación. El asunto más insignificante puede desatar la guerra. Algunas capacitaciones, lecturas y cicatrices, me enseñaron algunos consejos que quiero compartirte, tal vez se apliquen a tu caso y puedas aplicarlos no solo a tu vida amorosa sino a todas tus relaciones interpersonales.

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  1. Resuelva los conflictos desde el plano relacional y no del contenido

Hace unas semanas, leí en el periódico que a causa de la pandemia, el índice de divorcios en China había aumentado en las ciudades en las que el aislamiento obligatorio preventivo estaba reglamentado.[1]

El sociólogo y teórico del comportamiento Paul Watzlawick explica que toda comunicación tiene un aspecto de contenido, que hace referencia al mensaje transmitido a través de palabras verbales o escritas; y uno relacional que determina la forma en que el mensaje debe ser entendido.

Hace unas semanas mi esposo estaba haciendo la cena y mientras freía unas salchichas le pregunté: – mi amor, ¿crees que serán suficientes salchichas? – Sus ojos azules irritados me miraron y tras un breve silencio preguntó: – ¿quieres que ponga más?– La respuesta de mi esposo no tenía nada que ver con mis palabras, él estaba respondiendo a un mensaje relacional y no de contenido. Y es que últimamente le critico la cantidad de comida que prepara, sea mucha o poca. Sin embargo, esa vez mi pregunta había sido honesta.

El problema se intensifica cuando las parejas tratan de resolver el problema desde el ámbito del contenido y no del relacional. Se discute quién tiene la razón y se resuelve la cuestión de ¿cuántas salchichas poner en la sartén?, pero no la molestia de una de las partes al perfeccionismo y control de la otra.

Solemos acumular asuntos relacionales sin resolver y al final lo único que nos une son los quehaceres de la cotidianidad, no obstante, cuando llega un tiempo de crisis como una pandemia mundial y la rutina se detiene, nos daremos cuenta de que la relación está rota.

¿Esta tal vez sea una de las razones del alza de divorcios en cuarentena? ¿Qué hacer entonces? Paul Watzlawick afirma que la pareja debe metacomunicarse, hablar de la relación, del mensaje y de cómo fue entendido.

  1. No Suponga

Otro día mi esposo preparó unas deliciosas pastas rojas; se habrá dado cuenta  que la cocina es nuestro campo de batalla y es que en cuarentena no hay muchos asuntos por los cuales pelear. Prosigo, noté que las pastas no tenían salchichas, como normalmente las hacemos. Le pregunté por qué no le había puesto salchichas, a lo cual él respondió que de ese modo también se podían comer.

En seguida empecé a leer su mente: “a Perla solo le gusta comer carne”; “últimamente se ha malgastado mucho dinero en eso”; “no me gusta como cocina mi esposa”. ¡Que locura! ¡Nadie puede leer la mente! Y sin embargo, estaba convencida de que mis suposiciones eran ciertas.

¿Cuántos conflictos surgen de meras suposiciones infundadas? Tomamos actitudes provocadores en respuesta a un ataque que no existe, o peor aún, interpretamos las intenciones de nuestra pareja como si fuéramos el mismísimo Dios.

Paul Watzlawick concluye que lo normal es estar de acuerdo o no con lo que una persona piensa sobre un asunto, pero lo peor que podemos hacer, es afirmar que lo que esta persona piensa o siente no es realmente lo que piensa o siente. A esto el sociólogo le llama: alienación.

Entonces, ¿qué podemos hacer? ¡Las suposiciones son tan inmediatas que son inevitables! Sencillo. Permita que el acusado hable. Pregunte y escuche. Después de que mi esposo me preguntara por tercera vez si estaba enojada, y de responder que “bien” a secas y sin mirarle a los ojos, me atreví a preguntarle si había respondido así porque le parecía que comíamos mucha proteína. Para mi sorpresa, me dijo que en su familia las preparaban de esa manera, al parecer le daba igual si llevaban salchichas o no.

  1. Aprenda a intra-comunicarse

Una buena comunicación con usted mismo producirá una buena comunicación interpersonal. Los conflictos que tenemos con nuestra pareja pueden revelar aspectos profundos de nuestro corazón. Desatamos grandes batallas por pequeñeces y luego nos sentimos avergonzados de nuestro enojo.

Es importante tener una conversación intra-personal y hacer preguntas: ¿por qué me molesta tanto? ¿cuál de mis valores ha sido vulnerado? ¿esta situación está relacionada con un algún trauma del pasado? ¿estoy exagerando? ¿cuál es la verdad?

Tome tiempo para hablar con su yo interior, invite a Dios a esta conversación y tal vez descubrirá que el problema es usted mismo. En una de esas conversaciones, descubrí que uno de mis temores al casarme era mi inexperiencia en las tareas del hogar. Toda la tensión de si estaba o no haciendo un buen trabajo recaía sobre mi esposo.

  1. Las generalizaciones suelen ser mentirosas

Mi profesor de periodismo cultural repetía religiosamente esta frase: “las generalizaciones suelen ser mentirosas”. Aprenda a decir las cosas como son. Cuando estamos discutiendo, las emociones parecen tomar control de nosotros y en nuestro afán de ganar la discusión, desdibujamos la realidad a través de exageraciones, expresadas en las palabras: siempre, nunca, todos, todas, muchos y muchas. Este error nos impide actuar sobre la realidad y más allá de traer una solución agudiza el problema, pues las palabras construyen más una acusación que un argumento.

Sea claro con los datos y las evidencias, no manipule la información y admita la verdad aunque esto debilite su punto.

  1. Perder es ganar un poco

¿Le ha pasado que después de horas y horas de discusión ninguno de los dos ha logrado ondear la bandera de la “razón”? Yo soy colombiana y mi esposo es suizo; él es blanco yo soy negra; a él le gusta la calma y a mi la salsa; le encantan las verduras, me encanta el patacón; él prefiere las visitas de uno en uno, a mi me encanta ver la casa llena; él es madrugador y yo una nocturna irremediable. Se podrá imaginar qué nos ha sucedido muchas veces.

Una relación madura se basa en la capacidad de mantener la relación intacta a pesar de no estar de acuerdo con el contenido. ¡Vivir con el desacuerdo! ¡Respetar y validar la diferencia! ¿Será por esto que Dios creó el matrimonio como un entrenamiento para vivir en sociedad?

Si se trata de asuntos morales es importante llegar a una verdad que rija sobre las decisiones. Pero  si es una cuestion de meras diferencias de personalidad y gustos,  podría solucionarse con un “todos pierden” y ambos renuncian o un “todos ganan”,  estableciendo un punto medio en el que ambos salgan beneficiados. De cualquier forma uno de los dos tendrá que morir a sí mismo.

  1. ¡Defiéndase!

Cada ser humano fue creado para autogobernarse, por lo tanto tiene la capacidad y el derecho de decir que no. La defensa no esta esencialmente relacionada con la agresión o el uso de la fuerza, pero sí con establecer  límites.

La nevera de nuestra casa tiene un lugar especial, un cajón lleno de chocolates y dulces suizos, además de un recipiente de plástico que mi esposo ama, está lleno del aderezo para ensalada de mi suegra. Cuando recién nos mudamos, empezamos a recibir visitas de nuestros amigos. Después de cada cena, mi esposo presenciaba la dramática desaparición de sus dulces a manos de su esposa, que generosa e ilimitadamente los regalaba. Inocente del enojo de mi esposo, un día me atreví a ofrecer el aderezo a un amigo que evocó la exquisitez de las ensaladas suizas. Lo terminamos hasta la última gota. Mi esposo explotó.

Frustrado, me expresó su molestia por mi falta de empatía a su situación de extranjero, al regalar indiscriminadamente el tesoro que tanto le recordaba su tierra.

Cuestiones como esta pueden generar grandes conflictos, es como una fuga de gas que llega a su colmo. La clave es la sinceridad y la valentía de expresar a tiempo lo que nos gusta y lo que no. Toques físicos, postear fotos personales en redes sociales, uso de la propiedad privada sin consentimiento, gasto del dinero personal, apodos o sobrenombres, etc. No admitir nuestras incomodidades perpetúa el abuso y desemboca en conflictos innecesarios. No peque de falsa modestia y diga que no.

Sea vulnerable

La escritora y comunicóloga Landa Cope afirma que “la falta de vulnerabilidad es el principal obstáculo de una comunicación efectiva”. ¿Qué significa ser vulnerable?. Es el riesgo que tomamos al mostrarnos tal cual somos. El propósito de la comunicación es crear entendimiento y relaciones de calidad, lo cual es imposible si tenemos máscaras, si ocultamos información, si no somos sinceros con nosotros mismos y con otros. “La relación comienza a romperse cuando el silencio entra lentamente”.[2]

La intimidad es la base de cualquier matrimonio, para alcanzarla, hay que desnudar el alma. Para que todos estos tips funcionen es necesaria la vulnerabilidad, exponer nuestros rostros con nuestras fortalezas y debilidades. Por supuesto que no es fácil, requiere mucha humildad, ¿a quien le gusta exponer el corazón?, y más cuando este puede estar lleno de heridas y temores. Pero ¿acaso no amamos a ese hombre o a esa mujer que tenemos al lado? ¿no lo vale él/ella?

«Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto» Colosenses 3:14

Por Perla Murillo

Escuela de Fundamentos de Comunicación / Universidad de las Naciones

[1] Diez. P.M. (21/03/2020). Epidemia de divorcios en China por las cuarentenas del coronavirus. ABC Sociedad. https://www.abc.es/sociedad/abci-epidemia-divorcios-china-cuarentenas-coronavirus-202003200152_noticia.html

[2] Cope., L., (1996) Clearly Communicating Christ, YWAM Publishing.