¿Qué está pasando en Cuba? ¿Estamos por presenciar una primavera política que acabará con más de 60 años de aislamiento y represión? En la noche del 27 de noviembre más de 200 artistas e intelectuales cubanos tomaron la sede del ministerio de cultura en apoyo al Movimiento San Isidro, un grupo de jóvenes periodistas, académicos y artistas opositores a la dictadura, pues el jueves pasado algunos de sus miembros fueron desalojados de una vivienda por la fuerza policial mientras hacían una huelga de hambre. Durante las detenciones, el gobierno cubano suspendió las redes sociales de Whatsapp, Facebook e Instagram para que los testigos no grabaran y publicaran el hostigamiento.

Los manifestantes se plantaron frente al ente gubernamental exigiendo: derecho a la libre creación, derecho al disenso, derecho al debido proceso judicial para el rapero Denis Solis (quien fue capturado por las autoridades bajo la premisa de ser un “agente terrorista de los Estados Unidos” desde inicios de este mes), la libertad del artista Luis Manuel Otero, el cese del hostigamiento, difamación y censura contra disidentes políticos, respeto al posicionamiento independiente, el fin de la violencia policial y el odio político. 

El sábado 28 de noviembre se registraron protestas en ciudades importantes como La Habana, Holguín y Matanzas. No es de extrañar que la comunidad latinoamericana no este escandalizada con estos hechos. 

Decir que Cuba ha vivido una de las dictaduras más largas y represivas de América es una verdad que los latinos no queremos aceptar; por años hemos observado a los cubanos huir, incluso en  pedazos de carcasas flotantes, de un régimen que admiramos por el simple hecho de haber sido capaz de no ceder ante los Estados Unidos, pero ¿cuál fue su ganancia?

Me pregunto si Cuba es entonces el ideal latinoamericano, un país sumido en la pobreza, con una dictadura de partido único, sin servicios públicos competentes, dependiente de las remesas que llegan desde el bando enemigo y con un gobierno tirano que censura la libertad más popular hoy día, la de expresar y vivir las creencias personales. Cuba es un país para “socialistas”, en el que todos son igualmente pobres, donde la ignorancia es la fuerza, es hogar del doblepensar defendido en letra por la nueva Constitución cubana que autoriza a sus ciudadanos ajusticiar a cualquier vecino que contradiga al Gran Hermano.

Me enfrento a esta hoja en blanco con un enojo insistente enredado en mi garganta. “Cuba, el símbolo de la libertad latinoamericana”, ¿no es esta una perspectiva romántica y a la vez prosaica? “Cuba un símbolo de resistencia”, ¿a qué precio? Aceptamos el sacrificio del destino de más de tres generaciones para poder ufanarnos de la bravura del buen revolucionario, sin admitir el rotundo fracaso que brilla solitario y fúnebre en la inmensidad del caribe.

¡Cuánta hipocresía! ¿Un Estado fallido en el que ocurren evidentes violaciones a los derechos humanos en nombre del socialismo puede ser un espacio para dialogar la paz de un país como Colombia, azotado año tras año por la violencia de asesinos que defienden las mismas ideas? Cuba es un país en constante crisis económica, que persigue  la manifestación pública y las propuestas alternativas,-  ¡Ah!… pero en la pandemia envió médicos a países ahogados por el coronavirus-  ¡listo! Todo está perdonado. 

¿Por qué es tan importante para mí, una colombiana alejada de esa realidad? Pero si en Colombia es igual, tenemos los mismos problemas que Venezuela y Cuba, dicen algunos por ahí, palabras que son como paños de agua tibia para admitir lo inevitable: que nuestros héroes eran villanos, que el problema no es externo, que el mito buensalvajista es fantasmagórico, que nuestra tragedia no vino del norte ni del occidente, que la Revolución Cubana es la antítesis de la libertad latinoamericana, que el socialismo es ficción. Quien diga que estamos en las mismas condiciones no tiene los pies sobre la tierra; la comparación se ha tornado una excusa para la indolencia y la ignorancia. Parece que la primavera ha llegado a Cuba, no le demos la espalda. 

He viajado tres veces a Cuba y no me he encontrado con un paraíso, me encontré con una prisión. En ella conocí personas increíbles, valientes, con una sabiduría que sólo teje la adversidad; gente creativa y de corazón noble cuya lucha antisistema ya no quiero romantizar, quiero verla concluir, quiero ver a mis amigos en libertad. 

¿Estamos por presenciar una primavera política que acabará con más de 60 años de aislamiento y represión? Le pido a Dios que así sea. 

¡Viva Cuba Libre!

 

Canción en honor a los protestantes:

Donde el que no entienda,

cuenta la leyenda,

que un pueblo esclavo, se ha levantado,

por un nuevo amancer,

Que aquel tirano disfrazado,

que ha pisoteado mi bandera,

tiene los días contandos ,

los días marcados desde noviembre 26.

Dime infeliz cubano,

qué pretendes hacer

si hablar o caer.

 

Por: Perla Iveth Murillo