Fotografía tomada de Pixabay

Para nadie es un secreto que vivimos en tiempos complejos, prendemos el televisor, abrimos las redes sociales, incluso conversamos con un amigo, y encontramos la misma temática: El Paro Nacional. Este tema mueve emociones y posiciones filosóficas diversas, pone a la mayoría a favor o en contra, pero ¿Qué me llevó a hacer este escrito? Verán, un día como muchos otros, recostado en mi cama ingresé a mi Facebook y me encontré con una de las muchas publicaciones sobre lo que está pasando en Colombia, pero esta en especial me frustró mucho y no pude sacarla de mi mente. Para que ustedes entiendan de qué hablo la voy a citar, dice: “Jesús no andaba en su Toyota gritándole a su pueblo vándalos, era un man parado, que lo crucificaron por su pueblo, el primer revolucionario del mundo”. ¿Qué tan cierta es esta sentencia?.

Este tipo de discurso podemos encontrarlo en la Teoría de la Liberación. Esta es una corriente filosófica nacida en América Latina en la década de 1960, que tiene a Camilo Torres Restrepo, Gustavo Torres y Rubem Alves como sus máximos expositores. Dicha teoría pretende mostrar a un Jesús que es parte de la clase social trabajadora. Es un llamado a los creyentes a movilizarse hacia una revolución en contra de las injusticias que gestan la pobreza; una mezcla de cristianismo, catolicismo y marxismo cuyo fin es la liberación de los oprimidos; aquella rebelión del proletariado contra los burgueses, que termina siendo una alternativa que va en contra del capitalismo. 

Camilo Torres fue un bogotano que ejerció el cargo de sacerdote católico, pionero de la Teología de la Liberación y militante del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Torres expresó que:” el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el del revolucionario hacer la revolución”. La RAE afirma que la revolución es “un cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional. Levantamiento o sublevación popular”. Precisamente fue así como Los Zelotes, un movimiento similar en la época de Jesús, motivados por su ferviente celo por Yahvé, buscaban hacer de Judea un estado independiente del Imperio Romano llegando a hacer las veces de grupo guerrillero, usando la violencia para que el pueblo regresara a la ley dada por Moisés. ¿Acaso esto representa a Jesús o resume las enseñanzas de aquellos que lo siguieron y conocieron íntimamente? O por el contrario ¿ha sido una idea errónea de quién fue Jesús para excusar los deseos propios de una generación a la que “el fin le lleva a justificar sus medios”? 

Jesús buscaba una reforma y no una revolución. ¿Cuál es la diferencia? La revolución es un cambio radical y acelerado en el que se usa la violencia como medio, la revolución impone sus creencias, busca iniciar de cero olvidando lo bueno o malo que se ha hecho antes de ella. Por el contrario, el camino de la reforma busca generar conciencia, razonar y modificar el sistema actual para así mejorarlo, encontrando los puntos débiles. No desea imponer, se trata más de un cambio interno que se ve reflejado en lo externo. 

El autor Jerónimo Leal en su libro “los primeros cristianos en Roma” habla de los hechos de los apóstoles para mostrarnos la gentileza y bondad de la iglesia del primer siglo: cómo ofrendaban sus propiedades para apoyarse entre ellos, eran hospitalarios, ayudaban a las viudas en medio de una sociedad que las denigraba, daban hogar a los huérfanos y enfermos, actos que no entendían los paganos de la época ya que aquellos seguidores de Jesús amaban de manera desinteresada.

También Tácito, un historiador romano y político en su obra literaria “Anales” testifica acerca de los seguidores de Jesús, aquellos que entregaban su vida y eran torturados por un emperador loco y desquiciado llamado Nerón. Pero por más que quisieron abolir el cristianismo enviándoles a los juegos romanos a ser destrozados por los leones, o quemando sus cuerpos para  usarlos como antorchas vivas para alumbrar las calles, ellos bendecían a las personas y seguían lo que llamaban El Camino: Las enseñanzas de Jesús y sus discípulos, que se extendían junto con sus firmes convicciones, entre ellas la del amor y el servicio sin importar a quien se le brindaba. De igual forma podríamos citar a Flavio Josefo, Ireneo, Papias, entre otros hombres que fueron cercanos al tiempo de Jesús y dejaron huella mostrándonos el impacto social que provocó el Hijo de Dios.

En cuanto a la Biblia sabemos que Jesús en Mateo 23:3 invita a sus oyentes a someterse a los fariseos, a hacer lo que ellos decían que era bueno, más no a actuar como ellos, ya que  su motor no era el amor sino el orgullo. A Jesús le preocupaba más el corazón que las instituciones, pues un cambio profundo sólo podría nacer de adentro hacia afuera; por eso dedicó tiempo para enseñarnos a amar a nuestros enemigos (Mateo 5:44, Lucas 6:28 Lucas 6:35). 

Los discípulos lo aprendieron de él, enseñándonos no solo con palabras sino a través de su propio testimonio, a someternos a la autoridad legítima y tratarla con honradez, aunque ella también se equivoque como nosotros lo hacemos  (Romanos 13:1 / 1 Pedro 2:13-16 / 1 Timoteo 2:1-3 / Romanos 13:2-3).

Jesús, al ser entregado, no pronunció palabra para defenderse en contra de aquellos que lo iban a crucificar, incluso, en la última cena le dio la oportunidad a Judas de arrepentirse. En Mateo 26:47-56  vemos la postura clara de Jesús ante la violencia, llamándole amigo a aquel que lo estaba entregando (Judas). Incluso  exhortó a su discípulo Pedro cuando trató de defenderlo,  rebanando la oreja a uno de lo que venía a llevarse a su maestro, Jesús inmediatamente sanó su herida y se entregó. Al analizar los hechos vemos que este no es el mismo Jesús que nos describen las redes sociales. 

Jesús, por medio de parábolas, buscaba exponer la verdad y traer convicción a las personas, les invitaba a examinar el corazón para exponer el verdadero problema y jamás impuso su punto de vista u obligó a quienes lo rodeaban a creerle o seguirle. Él daba libertad al individuo de tomar sus propias decisiones, defendió la libertad de expresión, nunca censuraba a nadie, escuchaba a todos y debatía con ellos. Jesús no arrebató la vida de su prójimo para cumplir su misión, él entregó su propia vida.

La intención de este texto es generar conciencia e invitarle a no replicar todo lo que ve si no conoce la realidad. Las ideas tienen consecuencias y no solo las que tienen que ver con Jesús. Cada pensamiento que tenemos acerca de la vida cambiará nuestras decisiones y nuestras decisiones construirán el futuro.

Por: Hadison Zabala