Si al respeto por las dos vidas humanas…

El magistrado de la Corte Constitucional Alberto Rojas Rios presentó ante la Sala Plena una ponencia que exige la inexequibilidad de la norma que señala que el aborto es un delito en Colombia, es decir, que la norma que protege la vida humana desde la concepción sea invalidada y reemplazada por un nueva ley que regule el acceso al aborto.

La razón, según Rojas, es que la norma solo judicializa a la mujer por incurrir en el asesinato de su hijo, incidiendo entonces en una acción discriminatoria. Pero entonces, si ese el problema, porque en lugar de despenalizar el aborto, no se modifica la norma constitucional de tal forma que el hombre también sea penalizado como coactor del hecho punible. He aquí una evidencia de la hipocresía de los proabortistas, ¿no es supuestamente “su cuerpo y su decisión”?. Al padre de Juan Sebastían, el niño de siete meses que fue abortado hace un par de años en Colombia, no le tuvieron en cuenta en el momento de decidir en favor de la vida de su pequeño. Vea usted, el hombre tiene voz y voto, sólo cuando a estos colectivos les conviene. ¿No es esto discriminatorio?. 

Fotografía tomada de Pixabay

Los argumentos de las feministas no son nuevos, son los mismos que se escuchan en los diferentes países. Por ejemplo, el de la autonomía que tienen las mujeres para decidir sobre su cuerpo; y claro, toda mujer tiene ese derecho, sin embargo, en el aborto se está decidiendo sobre otro cuerpo, sobre otra vida. Como lo demuestra el libro de Embriología Humana y Biología del Desarrollo, escrito por los especialistas María Isabel García Peláez y Sebastián Manuel Arteaga Martínez, está comprobado que la vida humana empieza desde la fecundación; desde ese momento ya hay una vida nueva, un ADN completamente diferente, por lo tanto ya es un ser humano. 

En ese orden de ideas, se desvirtúa lo que ellas tanto profesan: que “la maternidad será deseada o no será”. Sin embargo, desde que el óvulo es fecundado la mujer es madre y por consiguiente también existe un padre que tiene los mismos derechos y deberes en relación a su hijo. Después del aborto lo que queda entonces son el padre y la madre de un hijo muerto. Claramente el aborto es darle fin a una vida, no interrumpirla, porque una vez iniciado el proceso del aborto no hay vuelta atrás, y no hay un embarazo al que se pueda retornar. Es lamentable que hoy día este en discusión la sacralidad de la vida humana. 

Es claro que el feminismo distorsiona el lenguaje y profesa mentiras, un ejemplo más es el argumento de que en Colombia existen menores de edad procesadas por este delito,  lo cual no es cierto; primero porque no es posible, pues en Colombia la ley protege a los menores de edad y existe el sistema de responsabilidad penal para adolescentes regulado en el código de infancia y adolescencia, en el que dice claramente, en el artículo 139, que este sistema tiene un fin pedagógico, y debe garantizarse la justicia restaurativa, la verdad y la reparación del daño. 

En el artículo 142 de esa misma ley dice que se excluye la responsabilidad penal a las personas menores de 14 años, estas no pueden ser juzgadas ni declaradas penalmente responsables. En otras palabras, en Colombia las menores de edad no van a la cárcel por el delito de aborto, tienen otro tratamiento. Incluso las mujeres mayores de edad que sí podrían ir, hasta la fecha, según la fiscalía, no hay ninguna en la cárcel por este delito.

Cada vida vale, todos somos creados con igual valor, y duele perder la vida de una madre, como la de un hijo, pero esa es una situación que debería ser impensable. Sí es posible que las dos vidas puedan vivir, ese es el verdadero acompañamiento que debería dársele a la mujer; brindándole apoyo y soluciones, a través de diferentes instituciones. Muchas mujeres Provida que trabajan por las mujeres, afirman que un gran número de ellas  han pensado en abortar y lo hacen por miedo o incluso por presión familiar o de la pareja; pero cuando se sienten acompañadas deciden tener a sus hijos, a diferencia de las feministas que creen que la solución es que acaben con la vida de su propio hijo.

“El conocimiento es lo primero que se aborta en la discusión sobre el aborto”.  Thomas Sowell

El aborto ofrece una «solución» reduccionista al problema complejo del embarazo adolescente, la planificación familiar y la irresponsabilidad individual; es la opción más sencilla que en últimas termina siendo la más perjudicial puesto que vivimos en un universo moral. Una muestra de esto es la falta de tolerancia y opciones que ofrecen los proabortistas a las mujeres en situaciones difíciles que desean continuar con su embarazo, los pañuelos verdes no se agitan en busca de “derechos” para ellas.  

Hay mucho más que decir frente a este tema,  pero para quien llegó hasta aquí, lo invito a que siga investigando. La realidad, la razón, y la revelación nos llevan a la convicción de seguir defendiendo la vida. Siempre hay argumentos de este lado, tanto científicos como legales y sólo para nombrar uno, el artículo 44 de la Constitución de Colombia, dice que el derecho de los niños prevalecen sobre los demás, esto en armonía con la Convención sobre los derechos del niño, la cual hace parte de nuestro bloque de constitucionalidad. La norma dice literalmente: el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes, como después del nacimiento«. El artículo 1 de la misma convención dice que se entiende por niño todo ser humano menor de 18 años, y la vida del ser humano según la ciencia empieza en la fecundación. 

Solo queda decir que la vida no tiene valor sólo porque la ciencia determina que la vida humana comienza desde la concepción. La ciencia sólo describe, no da valor a los objetos o sujetos que estudia. Lastimosamente, si el valor de la vida no es prescrito por un absoluto moral, como el hecho de que el ser humano es creado a imágen y semejanza de Dios, quedamos a merced y arbitrariedad del  pensamiento humano que tiende comúnmente al egoísmo y el orgullo. La historia es testigo de los alcances genocidas que la mente humana se ha permitido bajo los márgenes de la legalidad. Dios tenga misericordia de nosotros.

 

Por: Valeria Alejandra Gutierrez Urbano / Perla Murillo