Hace más de un mes que llegamos a EL Salvador y, para ser sincero, vuelvo a corroborar que las noticias a la distancia siempre llegan más grandes; claro, dependiendo de quien las cuente. 

Definitivamente, el país ha cambiado mucho y la sensación de inseguridad que hace unos años se vivía a diario, no ha disminuido en su totalidad, pero es mucho menor que hace siete años cuando me fui del paí. Y eso no lo he visto publicado en las noticias. 

Desde nuestra llegada al nuevo aeropuerto fue notorio el cambio, la construcción de carreteras de primer nivel, la construcción de edificios, etc… Pero, a decir verdad, lo que más me sorprendió fue la cantidad de “negocitos” a la orilla de las carreteras. Aunque son una demostración de la informalidad laboral, a la vez son un reflejo de la seguridad que ahora vive el país, porque hace unos años no podías emprender sin que llegaran las pandillas a imponer la “renta o vacuna semanal”. 

Luego, corroboró aún más mi percepción el ver la cantidad de vehículos nuevos la construcción de más edificios para negocios y darme cuenta de que si vas a un concesionario en busca de un auto nuevo te pondrán en una lista de espera de cuatro meses y que hoy puedes obtener un auto nuevo en $25,000 USD y mañana venderlo en $27,000 USD. Además de la construcción de centros comerciales, bares y restaurantes que siempre están llenos y la construcción de zonas residenciales de casas de lujo y que ya son difíciles de encontrar porque ya están vendidas en planos. 

Literalmente es una locura lo que está sucediendo en San Miguel, al oriente de El Salvador. Una zona que ha recibido siempre la mayor cantidad de remesas desde los Estados Unidos por parte de los compatriotas que emigraron en los 80’s por la guerra civil, en los 90’s por el beneficio económico y en los 2000’s porque era un objetivo de vida. Cabe mencionar que el 30% del PIB de El Salvador son las remesas. 

Fotografía tomada de Pixabay

La historia es diferente en la capital, San Salvador, la zona más afectada por las pandillas. Si buscas en Google “noticias de El Salvador”, seguramente encontrarás lo sucedido en los últimos días: el Régimen de Excepción. Fotos de militares requisando a los ciudadanos e incluso la mochila de los niños de kinder. Quizá encuentres los videos de militares golpeando a pandilleros -que probablemente ya estén muertos-, y la impresionante cifra de seis mil pandilleros capturados. El 80% de los resultados han sucedido en San Salvador y específicamente en el municipio de Soyapango, porque en San Miguel, que tan solo está a dos horas y media no he visto más que algunos militares patrullando como siempre lo han hecho. El Salvador apenas tiene 21,000 KM2 de territorio y la historia es muy diferente a pocas horas de distancia. 

El presidente dijo en uno de sus discursos: “La oposición siempre ha jugado ajedrez de un solo movimiento”. Días después presentó el Plan de Control Territorial, que se compone de cinco fases de las cuales hasta el momento se han ejecutado cuatro: Preparación, Oportunidades, Modernización e Incursión. 

La fase de Preparación fue la más difícil, porque desde luego empezó con la campaña de elección de alcaldes y diputados, porque el primer movimiento consistía en ganar la mayoría en el Legislativo, lo demás sería cuestión de tiempo. 

Desde que el partido del presidente obtuvo la mayoría en el Legislativo, se jubilaron de manera obligatoria a todos los jueces del órgano legislativo mayores de sesenta años, se cambiaron los magistrados y así los tres poderes del estado estaban ordenados en el tablero. 

Desde entonces, se han aprobado leyes que permiten una mayor efectividad de la policía y el ejército y obviamente la aprobación de un mayor presupuesto para el equipamiento de dichas instituciones: la compra de aviones, patrullas, armas y todo lo necesario para literalmente prepararse para una guerra contra “el mayor enemigo interno, al cual hay que combatir con todo el peso del Estado”, como dijo el ministro de Defensa Gustavo Villatoro. Además de una campaña propagandística muy amplia para incentivar el crecimiento del ejército a causa del pedido presidencial de “incrementar el número de efectivos militares”, que no dudo, terminará en la imposición del servicio militar obligatorio, a lo cual yo estaría de acuerdo si no supiera hacia dónde nos dirigimos como país. 

En el ajedrez como en la guerra se sabe de antemano que para lograr el objetivo final se deberán hacer sacrificios. Algunos hasta la fecha han sido: endeudamiento a un nivel nunca visto, expropiación de unidades de transporte público y el último ha sido la pérdida de ciertos derechos constitucionales a raíz del Régimen de Excepción, el cual fue aprobado en los ya tan conocidos “madrugones” de la Asamblea Legislativa. Esto significa que por treinta días será suspendido el derecho a la legítima defensa, libertad de asociación y reunión, se anulará la privacidad de las comunicaciones, así como varias garantías al debido proceso que significa que si eres detenido por la policía o el ejército, serán 30 días y no 72 horas para hacer tu procedimiento legal. 

El Estado de Excepción, en mi opinión, vino para quedarse. Aunque cabe decir que la población en general no lo ha sentido, porque las iglesias, eventos deportivos, bares y restaurantes siguen como antes, lo cual me recuerda que si quieres cocinar una rana la dejas en agua al clima, a fuego lento para que se aclimate, hasta llegar al punto donde finalmente muere por el agua caliente. 

Personalmente me preocupa una sola cosa y es la siguiente: durante once días de este Estado de Excepción, el gobierno asegura haber capturado a más de seis mil pandilleros y los tienen a un tiempo de comida y sin derecho a salir al patio, etc. No sería sorpresa que tarde o temprano se genere un motín y la única solución sea “reprimirlos a bala” o echar mano de la solemne tradición de cada diez años en Honduras: quemar una cárcel. Pero todo eso es mera especulación, basada en hechos reales, pero sigue siendo especulación. Y obviamente al pasar el tiempo, las capturas disminuirán, pero la imagen debe mantenerse, por lo tanto, los “falsos positivos” en capturas serán una realidad. 

Queda esperar la quinta y última fase de este Plan Territorial y ya se habla de la construcción de nuevos centros penitenciarios, pero el costo diario de manutención por cada preso es de $8 USD aproximadamente, lo cual generaría un gasto de $48,000 USD al día, por los seis mil capturados hasta el momento, sin contar los que faltan y los que ya estaban. 

Algo que se podría esperar es que ahora que cuentan con un aproximado de cuarenta mil “obreros” a su disposición, lo lógico sería ponerlos a trabajar, pero para eso el gobierno necesitaría tierras, entonces una ley que apruebe la expropiación de “terrenos sin usar” seria una opción, porque ya se aprobó una ley donde se habilita al gobierno a “comprar las propiedades” al precio que los peritos gubernamentales digan, sin necesidad de la aprobación del propietario. 

También se especula de la aprobación de la pena de muerte, lo cual seria literalmente aprobar un genocidio, pero puedo decir con toda seguridad que al salvadoreño promedio no le importaría, con tal de librarse de las pandillas. De igual forma, el presidente dejó en claro en su ultimo discurso que la opinión de otros gobiernos, la OEA y Organización de los Derechos Humanos le tienen sin cuidado. 

Puedo ver buenas intenciones en el presidente, en serio, yo estoy de acuerdo con él en muchas cosas, pero un dicho popular dice: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Por lo tanto, falta más que un caudillo para “liberar” a un pueblo. Ejemplos tenemos en la historia: Moisés y el pueblo de Israel; Napoleón en Francia; Simón Bolívar en Suramérica, etc… Si el pueblo no sabe vivir en libertad, simplemente a la vuelta de una generación volveremos a tener los mismos problemas que ahora tenemos.  

Somos un pueblo que viene arrastrando una dictadura militar de más de cien años, doce años de guerra civil, treinta años de una democracia desgarrada por la corrupción y una sociedad donde las familias que deberían ser su base están divididas por la inmigración ilegal, por el consumismo, el endeudamiento y la alta taza de divorcios. 

Entonces, ¿está bien o está mal lo que hace el Estado actualmente? Lo explico de esta manera: Una vez un hueso se fractura, necesita un yeso para dar firmeza, estabilidad y asegurar una sanidad, pero cuando el hueso está sano deja de ser una ayuda y se convierte en algo perjudicial que puede dejar el miembro en un peor estado que el primero. Así mismo, en El Salvador estamos en un proceso de restauración donde una rigidez es necesaria para salir del abismo, pero una vez salgamos, necesitaremos un proceso de rehabilitación y los métodos de gobierno no pueden seguir siendo los mismos, porque una vez se dé el cambio generacional, el ahora héroe puede ser tildado de tirano.

Falta la quinta fase. La Asamblea Legislativa y el Órgano Judicial simplemente siguen órdenes. El pueblo está dividido pero la mayoría que apoya este proyecto sigue siendo abrumadora, por lo tanto, el tema de la reelección es cuestión de que lleguen las próximas elecciones, y cuando ese momento llegue, la historia simplemente se repetirá. 

Por: Amadeo