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¿Cómo no recordar un año atrás? Quizás el segundo día más sombrío y triste que he experimentado. Me había despertado varias veces en la noche, mi espíritu estaba inquieto como si pudiera percibir de antemano que algo nefasto pasaría. Por fin sonó la alarma, mi rutina ya tenía que empezar.

A las cinco de la mañana preparaba el desayuno de mis sobrinas mientras mi hermana las levantaba, las peinaba y a veces a esa hora estudiaban temas, exposiciones y exámenes, ¿qué niño a esa hora tiene la mente activa para aprender conceptos o memorizar información?, pero así se debe vivir bajo el subyugante sistema escolar. A las 6:20 a.m salíamos para llevarlas al colegio, no sin antes hacer una corta oración para su protección. Una caminata de 20 minutos a ocho grados y un cielo casi siempre nublado. Tantos pensamientos pasaron por mi cabeza, ¿cómo terminará este día? ¿Ganará nuestra causa o avanzarán sin frenos los lobbies y las ideologías progresistas? Estaba nerviosa, casi lloraba por la ansiedad. 

Nos citaron a las 8:30 a.m para poder posesionarnos del mejor lugar y ubicar las cajas como cofres fúnebres en medio de la calle. Durante los días anteriores habíamos pintado casi quinientas cajas de blanco, eran pequeñas ya que representaban los cuerpos mortuorios de seres diminutos; les pintamos una cruz negra porque queríamos simbolizar un cementerio. Llegué justo a tiempo, me encontré con mi amiga, ¿cuántas veces nos habíamos citado allí? ni lo recuerdo, pero aquel día era especial, primero por razones de peso en la decisión que se tomaría, y sumado a eso era su cumpleaños número 27; habíamos pedido un regalo especial: que ese día los magistrados de la Corte Constitucional votaran a favor de la vida. La felicité con alegría, siempre hay esperanza, queríamos una gran noticia. 

Ocupamos la calle y cada vez más se sumaban los pañuelos azules y blancos. Ese día no llevamos sonido, ni megáfonos, ni pantallas. Era un funeral, en silencio sepulcral, pero al lado nuestro las del pañuelo verde habían traído un gran equipo de sonido, y a una Dj que siempre las dirigía en las arengas y mensajes astutos con los que nos insultaban, especialmente a la iglesia, a la congregación católica para ser más precisos. 

De todas las veces que estuve frente del Palacio de Justicia Alfonso Reyes Echandía para plantones y velatones lo que me sorprendía era que la mayoría de los pro vida eran católicos férreos y comprometidos con la causa, recuerdo que una vez conté seis cristianos evangélicos, incluyendo a mi amiga y a mi. ¿Dónde estaban los protestantes? Me pregunté una y otra vez. Debo resaltar que la iglesia católica lleva más tiempo y experiencia en esta lucha por el derecho a la vida del no nacido. Yo era nueva, tan solo unos cuantos meses acompañando y siendo parte, muchos de los feligreses católicos llevaban décadas en esta lucha.

Las feministas fueron llegando en grupos, vestidas de verde y morado, llegué a detestar esos dos colores. En una ocasión llevé a mi sobrino de cinco años para, en una manera muy práctica, enseñarle  sobre el sexto mandamiento: No Asesinarás. Le expliqué quienes eran los del color azul y qué estaban defendiendo, y así mismo la causa de las de color verde y morado, finalmente le pregunté: ¿a cuál de esos colores perteneces tú? Su respuesta fue magistral: yo pertenezco a Jesús.

Las vestimentas de las rivales eran para provocar las miradas, escotes, maquillajes exagerados, aberturas provocativas, todo menos la modestia femenina. En una ocasión hubo una de esas chicas que se desnudó. Yo estaba aterrada al ver que gran parte de ellas no pasaba de los 20 años ¿Dónde estaban los padres de estas niñas? ¿Quién habría sido la figura masculina en sus historias de vida? Llegaban a burlarse de nosotras, a faltar al respeto y a ofender con sus palabras; aunque su movimiento profesa la tolerancia y dice defender a las mujeres, claramente no a las que piensan como yo. Su arenga más común era: ¡Saquen sus rosarios de nuestros ovarios! Esta era la que más aborrecía, las mujeres provida efectivamente llevaban rosarios para sus rezos; yo oraba al lado de ellas. Estábamos unidos bajo una misma causa justa, en ese preciso momento las diferencias doctrinales o históricas eran irrelevantes. El Dios de la Biblia es un Dios de vida que ha creado al ser humano a su imagen, por lo tanto la vida humana es sagrada desde la concepción y Él es la máxima autoridad en la vida y la muerte.

Ese veintiuno de febrero nosotros ocupamos gran parte del espacio en frente del edificio, llegamos  temprano para tener ese lugar, pero el otro bando sagazmente y con su discurso igualitarista, hizo que los gestores de paz nos hicieran ceder terreno, obviamente no queríamos, pero las feministas no respetan el orden, se metieron con gran arrogancia en medio nuestro, pasando el cordón que nos dividía y que ellas mismas habían exigido. Empezaron a fumar allí y a tirarnos el humo a la cara, por un momento creí que esto iba a terminar en golpes, me asusté, fue un momento tenso y sobrecargado, una de nuestras chicas, serenamente y con humildad, logró conciliar con ellas. 

Las horas pasaban, la mañana avanzaba y aún no había respuestas, las chicas de verde y morado contrataron artistas para que pintaran el concreto de la calle, nosotros solo estábamos parados orando, rezando, firmes sosteniendo pancartas, banderas azules y hasta estatuas de la virgen. 

Mi amiga me tomó del brazo y me sacó de la multitud,  llamó a otras chicas, éramos 14 en total; nos han pedido una misión especial- me dijo, pero tengo que advertirles, es posible que esto provoque a las feministas y quizás podría volverse un poco violento. Mi amiga me miró y me dijo: ponte detrás mío, yo sé lo que es estar en una pelea, y tú nunca has recibido ni un insulto. 

Nos pidieron subir en el corredor del Palacio de Justicia, que era medio metro más alto que el andén y la calle, teníamos cada una un cartel, estos no se habían mostrado antes. Levanten lo más alto que puedan sus carteles y no los bajen.

Cada cartel era la historia de una mujer que murió por practicarse un aborto “seguro y legal”, dentro de esas clínicas abortistas, en manos de médicos y enfermeras con la mejor tecnología, ¿no era esto lo que las activistas feministas demandaban? ¿hacerlo legal, con clínicas y personal especializado para que no ocurrieran más muertes clandestinas? Una acometida directa a su soberbia, pues el resultado lógico de lo que realmente pretenden es una muerte legal de las mujeres y bebés en las clínicas abortistas . Yo ya estaba esperando que lanzaran piedras u otros objetos para bajarnos de allí; para nuestra sorpresa los ojos de muchas de ellas inevitablemente se dirigieron a los carteles, sus rostros fueron invadidos de asombro, terror, vergüenza, quizás hasta confusión, hubo unos cuantos minutos de silencio, para ellas fue cómo un balde de agua fría. Mi esperanza entonces era que por unos minutos lograríamos inquietarlas y sacudirles la conciencia.  La Dj les tuvo que llamar la atención para que no se distrajeran del objetivo. 

No se cuanto tiempo pasó, ya empezábamos a sentir fatiga en nuestros brazos, algunas no sólo sostenían los carteles sino también réplicas de fetos en diferentes etapas. Empezó a llover, el frío se intensificó, la pintura de la calle se empezó a escurrir, un milagro ocurrió, un vendedor ambulante que ofrecía impermeables desechables nos regaló a todos los que aún estábamos allí parados del bando azul.

De repente hubo gritos altaneros de euforia en el bando contrario, empezaron a celebrar, quedé inmovil, ¿qué sucedió?¿votaron a favor? ¡No! ¡por favor, no!. Falsa alarma, y se acallaron los gritos. Eran casi las cuatro de la tarde, estábamos desesperados, la cosa no pintaba bien, aun en el fondo uno aguarda la esperanza. Pero la trágica noticia llegó, los magistrados votaron por la despenalización del aborto hasta las veinticuatro semanas. Los gritos de las feministas nos querían comer vivos, las burlas, el escarnio. Entre mi amiga y yo decidimos no llorar, era casi unánime con todos allí, solo dos chicas no pudieron contener las lágrimas, y una señora se desmayó de la impresión. Los gestores de paz tuvieron que detener a las de verde porque estaban que se nos tiraban encima. Seguimos unos minutos allí en silencio, uno de los líderes nos reunió, nos dio un mensaje corto para tratar de levantarnos el ánimo, recordarnos quién era el que desde los cielos estaba a nuestro lado.

¿Y ahora qué vamos a hacer?. Tenía enojo, rabia, frustración, si la iglesia protestante hubiera protestado aquí hoy, toda, unida, junto con la iglesia católica, habría sido diferente- fue lo único que pensé-. 

Unos días después, un 27 de febrero como hoy, por fin la iglesia evangélica protestante se levantó, bastante  reaccionista en mi humilde opinión. Se hizo una marcha y plantón en muchas ciudades de Colombia. Hubo miles y miles de personas,  pero desgraciadamente ya los magistrados habían tomado una decisión, y no fuimos entendidos, ni proactivos a tiempo en la esfera pública, alzando ferozmente nuestra voz en defensa de los cientos de niños que se abortarán y que ahora no recibirán  justicia estatal por ser asesinados. No habrá castigo para los homicidas de los seres más indefensos e inocentes. Pero como Jeremías 2:19 profetiza: <tu propia maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán…> 

 

Por: Alejandra Martinez

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1 Comentarios
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  1. carlosocampo0526

    Las pro abortistas son las mismas del pacto diabólico que se rasgan las vestiduras cuando asesinan a uno de sus seguidores y pregonan que el derecho a la vida es sagrado.
    Ya se ve que su dios no sirvió para un carajo, las dejó solas con el ya conocido cuento que en la otra vida recibirán castigo. Es en esta vida donde uno quiere que haya justicia y se castigue a todos los asesinos.

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