En este punto de la Historia, nos convendría mucho desempolvar un lado oscuro de la modernidad. Es urgente entender el peligro inminente al que estamos expuestos cuando el Estado se hace responsable de la educación de las masas y de las generaciones. Sobre todo cuando ese Estado es como una bestia acumulando poder, con cada nuevo poder va mutando y  le sale una nueva cabeza. 

¿Qué riesgos puede haber cuando es el Estado quien nos garantiza la educación a todos los ciudadanos? ¿no es esta la idea más magnífica del hombre contemporáneo? Educación gratuita, acreditada y controlada bajo el ministerio de educación estatal. Pero, ¿quién es el estado y por qué es él quien decide qué se debe enseñar? le damos el acceso a los niños de toda una nación. Generaciones enteras siendo moldeadas sin cuestionar. Se los entregamos sin resistencia para que depositen en las mentes de los futuros ciudadanos sus opiniones y su visión de la realidad. Ninguna educación es laica, toda educación tiene una filosofía y sistema de creencias que se imparte.

Un ejemplo muy claro en la historia moderna es el caso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ellos tenían bien sabido que si querían ver crecer su filosofía de Estado debían inculcarla bajo el sistema educativo. Atón Makenko, uno de los pedagogos más influyentes de las primeras décadas del ascenso de los soviets al poder, propuso una nueva filosofía de educación intencionalmente orientada para promover la sociedad colectivista. Los maestros soviéticos ponían gran empeño en instruir a los pequeños en las ideas socialistas. Inculcando principios como; el deber, responsabilidad con los objetivos de la URSS, espíritu de colaboración, solidaridad y camaradería, disciplina, interés por el colectivo, formación política y actitud contraria de la explotación del hombre por el hombre, pero no se enseñaba que el Estado mismo podía llegar a ser un explotador aún mayor, como un amo esclavista. El siglo pasado es un testimonio claro que bajo el comunismo de Lenin y Stalin murieron millones de personas, algunos historiadores calculan que incluso mucho más que los muertos que perpetró el Nazismo. 

¿Por qué la filosofía educativa hacía el colectivismo y sus principios provocó una masacre en las naciones donde se introdujo? ¿Cuál fue la insostenibilidad que terminó por disolver a la URSS?  El desastre sovietico tuvo gran escala gracias a que se le entregó un arma poderosa; varias  generaciones, educadas bajo, tal parece, una filosofía hueca; ideas de hombres sin fundamento ni respuestas para la verdadera realidad humana. Aunque se enseñó moral para la formación del carácter con el propósito de sustituir la enseñanza religiosa moral, dicha moralidad no evitó la maldad de la tiranía y el totalitarismo; la ley sin libertad. De hecho, gran parte del fortalecimiento del totalitarismo comunista fue precisamente haberles entregado al estado la mente de los niños, que los llevó a ser esclavos del estado. En las escuelas de la URSS se enseñaba que el objetivo principal era el del estado, y el individuo estaba a merced de éste, en función de lo que el Estado dictase como la verdad o falsedad, el bien y el mal. Este es el gran peligro que se necesita analizar, esa máxima autoridad que se le entrega  al estado para describir la realidad y que lo convierte en una bestia que domina y somete a su antojo, sin límites, así como aquellas bestias de la antigüedad, como el imponente Imperio Romano, por mencionar una de ellas.

Otro magnífico ejemplo de este peligro, es la filosofía de educación impartida en masas durante el ascenso del Tercer Reich. El partido Nazi fundó las Juventudes Hitlerianas durante la década de 1920. Durante esos años casi todos los partidos políticos y sindicatos tenían su propio movimiento juvenil inspirados por los Boy Scout fundado por el britanico Robert Baden Powell en 1907 y cuyo objetivo era formar espiritual, mental y físicamente a los varones desde su infancia y juventud para que fueran buenos ciudadanos, bajo ninguna afiliación política o estatal, a diferencia de las Hitlerjugend, que era promovida por la ideología nacional socialista de extrema derecha. 

Al principio El Führer  no le dio mucha relevancia al movimiento juvenil del partido Nazi, sin embargo, para 1932 cuando alrededor de 72 mil jóvenes le recibieron en un desfile, este de inmediato pensó y calculó; nosotros somos viejos, pero estos jóvenes son un increíble recurso humano, con ellos podré construir un mundo nuevo.

 Alfons Rujner nacido en 1927, cuenta en su testimonio que desde muy pequeño se le enseñó que debía sacrificar la vida si era necesario, constantemente debían repetir: un pueblo, un líder, un Reich. Han Werk, otro testigo que hizo parte de las juventudes, veía al movimiento como una forma de huir de la rutina y pasar un tiempo divertido, todo lo percibía como una gran aventura, y lejos de sus padres era muy fácil que le impartiera una formación ideológica. Para Hitler, los chicos como Alfons y Han eran muy valiosos pues serían su futuro ejército soñado. De allí que  la actividad  más común eran los juegos de guerra a gran escala preparándolos así para una guerra real.

 En 1933 cuando Hitler sube al poder había 9 millones de niños incorporados en las juventudes hitlerianas. Habían monopolizado los campamentos de verano y cualquier otro movimiento para los muchachos. Para 1937 se le había prohibido a las iglesias organizar eventos deportivos y se volvió obligatorio ser parte de las Hitlerjugend, además que fuera ilegal ser parte de cualquier otra asociación juvenil. Los padres de familia se vieron obligados a inscribir a sus hijos, de lo contrario serían severamente amonestados. 

Para complementar la ideologización de los jóvenes, la educación Nacional Socialista inspeccionaba a  los que  tenían acceso a los niños y limitaban a la iglesia en lo que enseñaban. Todos debían pensar igual, el nuevo programa educativo era un odio constante a los judios y bolcheviques. Les enseñaban con canciones que los judios eran el mal y los alemanes arios eran los buenos. En 1939 cuando Alemania empezó la guerra muchos de esos jóvenes se habían unido al ejército tras más de 10 años de ideologización en la supremacía racial. Muchos de ellos se convirtieron en carne de cañón. Ahora es fácil entender cómo fue posible que el pueblo alemán cometiera tantos crímenes de lesa humanidad, Hitler a través del poder estatal se asió de la educación para llevar a cabo sus planes imperiales y de orden mundial.

 La misma historia se puede contar con la China de Mao Tse Tung, quien a través de la revolución cultural implantó su ideología en las mentes desde la primera infancia. Para poder cambiar las tradiciones arraigadas de una de las naciones más antiguas del mundo, Mao debía cambiar la mentalidad del pueblo chino. La única forma de lograr esto era a través de los jóvenes y los niños, entrenándolos en la filosofía comunista. En las escuelas los niños siempre llevaban un libro rojo titulado: Las palabras del presidente Mao Tse Tung. Publicado desde 1964 por el ejército de liberación chino, en 10 años se hicieron cinco mil millones de copias. Todos debían leerlo en el colegio, en el trabajo, en todo lugar, fue de este modo que se introdujeron las ideas y pensamiento de Mao hasta penetrar en cada ámbito de la sociedad. Y una vez más la maquinaria del Estado fue relevante para poder acceder a reeducar a toda una generación y casi acabar con tradiciones milenarias.

El caso de Cuba se asemeja mucho a los anteriores, con la diferencia de que todavía permanece vigente. Desde la edad preescolar (alrededor de los 6 años) los niños cubanos aprenden a recitar poemas elogiando figuras históricas. Al llegar a primer grado se les enseña  a repetir diferentes consignas, la más conocida de ellas: ¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Che! Un niño cubano repite esta frase todos los días, cada mañana antes de las horas lectivas, por un periodo de seis años.

Por lo general, durante su primer año escolar los infantes aprenden a leer y a escribir. Pero qué aterrador encontrar que abundan en los libros de texto oraciones, poemas, adivinanzas y todo tipo de frases referentes a la Revolución cubana, sus «evidentes» logros y el orgullo de pertenecer a un país socialista.

 Es tal el adoctrinamiento, que en una ocasión la sobrina de un amigo cubano le dijo a su tío que Camilo y Fidel eran sus amigos. Él trató de persuadir sin éxito. ¿Cómo reaccionarías si en alguna ocasión nuestros hijos o sobrinos nos dijeran que son amigos de Antonio Nariño o Simón Bolívar? Creo que lo que más podríamos atinar a decirles es que estos hombres ya han muerto y los niños no llegaron a conocerles. Conozco otra anécdota de este tipo en la que una amiga cubana era animada por su papá a decir que Fidel era su abuelo. Y es que en el adoctrinamiento cubano los «héroes» de la Revolución socialista son vistos como divinidades, cuya perfección moral es digna de imitar sin que por ello dejen de sernos cercanos, casi uno más de la familia.

Para completar el currículo de enseñanza primaria y secundaria, el Estado creó asignaturas para imponer su visión de la realidad. Por ejemplo: El mundo en que vivimos, Educación Cívica, Preparación para la Defensa y turnos de debate de reflexión sobre la actualidad política nacional e internacional. De esta manera el Estado trata de definir cómo ocurren los procesos y fenómenos desde el materialismo, cómo deben comportarse los buenos ciudadanos y la obligación que tienen los niños cubanos de defender; no solo el territorio nacional sino también, las conquistas revolucionarias. Es decir, defender el Socialismo al precio que sea necesario¹. Teniendo en cuenta lo anterior está de más decir qué ocurre con la asignatura de Historia de Cuba, fiel compañera de los estudiantes cubanos desde los más tiernos años de infancia hasta el cierre del primer año universitario. Y permítame decirle que esta es una historia sesgada políticamente y planteada desde una marxista-leninista, cuyo énfasis está en la Cuba posterior al Triunfo Revolucionario. Por ello no es incorrecto decir que los niños cubanos desconocen su historia y son obligados a memorizar y aprender solo una parte reducida de esta.

Si alguno de los ejemplos anteriores le parece alarmante, todavía hay más. Piense por un momento en los padres que no desean tener al Estado como el maestro de sus hijos y no pueden escoger otro tipo de enseñanza para evitarlo. Ellos incluso, pueden ser encarcelados como ocurrió con el pastor Ramón Rigal². Ya que, según la Constitución vigente en Cuba es el Estado quien orienta, fomenta y promueve la educación, la ciencia y la cultura en todas sus manifestaciones³.

¿Sabrán los padres colombianos  que le enseñan a sus hijos en la escuela?¿por qué le confía a personas desconocidas las mentes y corazones del fruto de sus entrañas?

 El gobierno tiene que educar a nuestros hijos porque nosotros no podemos,  me vociferó una madre cuando intentaba explicarle que la educación de los niños es delegada solo a  los padres, porque son los que tienen, en última instancia, la responsabilidad de decidir qué tipo de instrucción quieren que sus hijos reciban. Esta mujer como muchos otros padres estaba profundamente convencida que solo el Estado puede educar y que además tiene el deber de hacerlo. ¡Qué peligro! fue lo que inmediatamente pensé.

¿Educamos a nuestros hijos para que sirvan a un estado? o ¿Educamos a nuestros hijos para que usen su libertad para promover el Reino de Dios? ¿Cuál es una visión mayor y más benévola con el prójimo y con la comunidad?

En el primer mandamiento revelado al pueblo de Israel Dios les dice; Yo soy Jehová tu Dios, Que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí. Para Dios es supremamente importante la libertad de las naciones, y sabe que solo hay una manera de garantizarla; ordenando a los israelitas que practiquen  Su ley y cada familia enseñe a su hijo; sólo se debe amar y obedecer completamente a Dios, no a un imperio, no a un estado soberano se le debe suprema obediencia. Dios le da a los padres autoridad directa para educar a sus hijos, y nosotros debemos decidir qué y quién moldea la mente de ellos.

 No debemos delegarle al estado la labor de educar, ésta es una idea con un poco más de 100 años, por siglos y milenios la humanidad educó a su progenie con ayuda de la comunidad, las instituciones religiosas o a través de asociaciones voluntarias, ninguna de ellas  afiliadas al gobierno estatal. Si los antiguos lo pudieron hacer con poco acceso a la información y desarrollo del conocimiento, la humanidad actual goza de muchas ventajas, aunque habrá sacrificios que enfrentar cuando decides estar más directamente involucrado para educar.

Por : Alejandra Martínez

 

Citas

¹ Frase de Fidel en su concepto de Revolución.

²https://adncuba.com/noticias-de-cuba/derechos-humanos/familia-rigal-separados-por-aferrarse-la-libertad

³Artículo 32, Constitución de la República de Cuba, 2019.

 

 Recursos:

Las Juventudes Hitlerianas, el ejército infantil de los Nazis. Autor: David Korn Brzoza

Los niños Rojos, la infancia bajo el gobierno de Mao. Documental DW channel