Bogotá es la capital, la ciudad más grande de Colombia, la de más habitantes, la de más centros educativos en todos los niveles, la de mayor diversidad racial y cultural, la más desarrollada (Y yo sé que acá los que dicen estar mamados de ella “brincarán” a decir que no); y por todo eso pienso que es la mamá de las ciudades en el país; y si usted la habita, es su madre también, aceptémoslo.
He visto y oído últimamente comentarios como “Bogotá es un caos”, “Bogotá está invivible”. Y en respuesta a ellos, he visto otros como “si está tan mamado de Bogotá, váyase”.
Yo creo que la solución sería más bien “si está tan mamado de Bogotá haga algo por ella”. Su madre, Bogotá, es la que le da trabajo, estudio y diversión, o por lo menos hogar, entre muchas otras cosas; y ella tiene que recibir cada 4 años una persona que vendría haciendo las veces de pareja sentimental y que conocemos como “alcalde” (por un ratico tuvo alguna vez alcaldesa).
No le ha ido bien a nuestra mamá en sus relaciones con los dos últimos alcaldes y eso ha hecho que varios de sus hijos despotriquen de la ciudad y de su alcalde, y que solamente le vean el lado malo a ambos.
Tranquilos “opositores” del alcalde actual, que no me interesa hacer una defensa de sus aciertos ni mucho menos ocultar sus desaciertos, porque en esta columna no quiero mencionar a Petro (ay, lo hice).
El actual alcalde es solo eso; el actual alcalde. Y pasará con sus fallas, sus tinos y sus trinos a la historia de los que han administrado a la capital, punto.
Pero la ciudad continúa; y como en todas partes del mundo, sus movimientos demográficos continúan también (nacimientos, defunciones, desplazamientos, etc.); y también sus problemas, sus necesidades, sus deficiencias. La casa es del mismo tamaño hacia los lados pero sigue creciendo hacia arriba (a muchos nos pasa lo contrario). Nos estamos llenando de edificios y cada vez albergamos más personas (bienvenidas todas).
El asunto es que cuando uno vive soltero en un apartamento de 3 alcobas, vive cómodo y sin problemas; y si se empareja y deciden tener uno o dos hijos, el apartamento sigue “aguantando”. Pero si deciden tener 5 o 6 hijos y no hay opción para cambiarse a otro apartamento, lo que toca es organizarse; pero TODOS; porque si los 6 hijos solamente se quejan de sus padres por lo incómodos que viven; pero no ayudan a arreglar, no tienden ni sus propias camas, pelean entre ellos por lo que sea, se irrespetan sus espacios, sus turnos, sus pertenencias, sus gustos, sus creencias; pues ahí sí ayudaría más aplicar la frase de “Si está tan mamado váyase”.
Justamente eso es lo que creo que nos está pasando. Los bogotanos somos muchos (de nacimiento y de adopción) y eso hace que cada vez dispongamos de espacios más reducidos en todo sentido. Hay países enteros que tienen menos habitantes que esta capital.
Hace apenas 20 años había casas de 200 metros cuadrados en promedio, en todos los estratos, actualmente hay apartamentos de entre “veintipico” y ciento y pico de metros hasta el estrato 4. De ahí para arriba si quiere más metros debe tener mucha plata.
Así mismo, hace unas 3 décadas nos dimos el lujo de recibir en las calles unos buses que no permitían pasajeros de pie (se llamaban ejecutivos y el pasaje costaba más que los demás tipos de transporte público). Hoy en día tenemos que luchar a codazos y pisotones por obtener un espacio en cualquier transporte público masivo; por lo menos en las denominadas horas pico (algunos dirán que por eso se llama masivo, pero claro, es entendible y no deja de incomodar que a uno una persona desconocida le respire en la oreja).
Lo mismo pasó con las vías. En la década del 80 había menos carros, motos, taxis, camiones, volqueas, rutas escolares y buses (porque había menos gente). Los trancones más grandes se armaban en la décima y en la Caracas porque eran los principales corredores de transporte público; pero en carro uno podía atravesar la ciudad en unos 30 minutos sin manejar como animal (mil disculpas a los animales por la comparación).
En esa época la fila en un banco era de máximo 10 personas y se hacía en menos de 10 minutos; actualmente en un día pico de banco la fila puede ser hasta de 50 personas y unos 40 minutos en promedio (lo mismo que en las EPS, clínicas, oficinas de tránsito, registradurías, oficinas de servicios públicos, operadores de celulares, notarías y algunos centros religiosos).
En fin, ahora somos muchos y nos toca compartir los mismos espacios básicos; entonces lo que hay que hacer es organizarnos con lo que tenemos mientras ocurre el milagro de mejorarlo (pero créanme que eso no va a sobrevenir por medio de algún alcalde mágico mientras los hijos de Bogotá sigamos así de maleducados).
Entonces se me ocurren algunas sugerencias.
Por ejemplo, si no le gustan las calles sucias, no bote basura, si no quiere empujones, no empuje, si no quiere que lo critiquen, no critique; si es amigo de la productividad, produzca; (pero no moleste a los que tienen otras prioridades), si ve una fila respétela, si puede ayudar ayude y si no, no estorbe; si va a colgar en su carro el avisito de inteligencia vial, aplíquelo (y si no lo va a usar también); si es peatón cruce por las vías peatonales; si es motociclista no.
Si es conductor (de lo que sea) recuerde que el pare es para parar; que para pasar un semáforo este debe estar en verde; que la cebra no es para quedar de primero en el semáforo sino para que crucen los peatones, que la trompeta de su bus o su camión contaminan (y el pito de los demás vehículos también); que su vehículo tiene una palanquita para señalizarle a los demás para dónde va a girar, que si usa la calle como parqueadero le aporta al trancón, que no son compatibles manejar y consumir licor, manejar y hablar por celular, manejar y usar manualmente el teléfono inteligente, manejar y maquillarse.
Recuerde también que los únicos vehículos que tienen prioridad en la vía son las ambulancias, los carros de bomberos, los de policía, los demás de atención de emergencias y la caravana presidencial (así le parezca injusto a algunos). Si usted tiene su propia caravana con escoltas, tiene los mismos deberes en la vía que todos los demás.
Igualmente, por favor recuerde que si su carro le da la potencia para andar al máximo permitido puede hacerlo (por eso está permitido), pero eso no le da derecho a arrasar con todos los demás; y si su carro o su capacidad de conducción no le dan para andar al máximo permitido en una vía rápida a una hora rápida, pues vaya por la derecha.
No olvide que en el transporte público masivo las sillas azules son prioritarias (pero las de otros colores también se pueden ceder y a uno no le pasa nada); que ser joven puede ser sinónimo de ser rebelde, pero ser rebelde no debe ser sinónimo de ser maleducado. Respete a los demás.
También recuerden (hombres) que a muchas mujeres les gusta que les cedan los puestos, les abran las puertas, les den la mano al bajarse del bus, y esos son actos de admiración de nuestra parte, no de debilidad de ellas.
Acuérdese que aunque laboralmente hay rangos, como personas tenemos los mismos deberes y derechos. No se las dé de mejor que otro porque de pronto ha tenido más o mejores oportunidades de estudio o de trabajo. Eso lo puede convertir en un mejor profesional, pero nunca en una mejor persona que otra.
Cuando alguien le hable, deje de mirar su celular y póngale atención; cuando alguien le preste un servicio dé las gracias porque es un servicio y no una obligación (aunque usted esté pagando por ello); pida siempre el favor, aunque sea a alguien que por organigrama esté abajo (porque en la vida real no lo está).
Si cree en Dios desde cualquier religión, ore por usted, por su familia y por Bogotá, eso nos caerá bien; pero no trate de convertir a nadie a sus creencias; y si es ateo o agnóstico (que no es lo mismo), tampoco se crea con inteligencia superior y más bien dele su buena energía y la mejor actitud a la ciudad.
Finalmente, hable bien de su ciudad. Acuérdese que en términos de ciudades es su madre (y por favor no se sienta madreado por repetírselo tanto, es en buena onda).
Tiene muchísimo de qué hablar si se trata de olvidar por un momento el trancón o la inseguridad (que están presentes en todas las ciudades del país y en la mayoría del mundo) y más bien decide mencionar las cosas buenas.
Aquí hay una pequeña lista de cosas buenas, bonitas, baratas (muchas gratis) en la ciudad para que pare un momento de quejarse y mejor disfrute:
Museos: Del oro, Nacional, Botero, De la independencia, Quinta de Bolívar, de Arte Moderno, Militar, de la Policía, de Santa Clara, de Bogotá, Casa de la Moneda, de Arte Colonial, de Arte Contemporáneo, de La Salle, de Los Niños, Geológico, Aero espacial, del Archivo General de la Nación, del Cuero, Marqués de San Jorge, Francisco José de Caldas, colección Numismática, de Trajes regionales, de Poesía Silva, literario Caro y Cuervo, de Arte de la Universidad Nacional, Antonio Nariño, del siglo XIX, de fotografía urbana Máquina del Tiempo (29 y seguramente se me escaparon algunos más).
Centros culturales y científicos: Maloka, Jardín botánico, Planetario, Cinemateca Distrital, Corferias, la Media Torta, centro cultural Gabriel García Márquez, Plaza de los Artesanos, estadio Nemesio Camacho El Campín, Coliseo El Campín, Centro de alto rendimiento, Coliseo El Salitre, centro cultural Julio Mario Santodomingo, Monserrate, Usaquén, La Candelaria, la Plaza de Bolívar. Además de la red de 36 bibliotecas públicas; entre las que sobresalen por sus servicios o su tradición la Luis Ángel Arango, la Nacional, la Virgilio Barco, la del Tunal, la del Tintal y la Julio Mario Santodomingo.
Entretenimiento y turismo: Salitre Mágico, Aqua Parque, Complejo acuático, boleras, billares, canchas de tejo, rana, bolirana, tenis, fútbol 5, squash, pistas de patinaje, carts, buggies, golf, golfito, tabla (O sakateboard), BMX, haciendas para equitación, centros privados de natación, casinos; más de 1400 bares, discotecas y restaurantes (Fuente: Bogotamiciudad.com)
Además 17 teatros, 6 salas de conciertos, 35 salas de cine, más de 80 centros comerciales (Fuente: Observatorio turístico de Bogotá), más de 400 hoteles (Fuente: Cotelco) y varios moteles (Fuente: yo los he visto por fuera).
Parques: Simón Bolívar, de los Novios, El Tunal, El Lago, San Andrés, La Florida, Ciudad Montes, Mirador de los Nevados, Cayetano Cañizares, Bosque de San Carlos, El Recreo, El Tintal, San Cristóbal, Primero de Mayo, Nacional, de la Independencia, del Renacimiento, Santander, Tercer Milenio, El Virrey, de la 93, del Chicó, el Country y mil parques urbanos más (en serio, son mil, no es una expresión).
Eventos: Ferias durante todo el año; exposiciones permanentes e itinerantes de todo tipo de arte, ciclovía todos los domingos y festivos, conciertos, obras de teatro, concursos, maratones, festivales, (algunos de los más importantes del continente como el de teatro, Eurocine, Rock al parque, Jazz al parque, Salsa al parque, Colombia al parque, Hip Hop al parque).
Bueno, y si no le basta, puede darse una vueltica por los alrededores y visitar el parque Jaime Duque, el parque Sopó, las piedras del Tunjo, la catedral de sal de Zipaquirá, la mina de Nemocón, el autódromo de Tocancipá, revivir la leyenda del Dorado en Guatavita, bendecir su carro en Bojacá, pasar una noche de fogata y canelazo en Sisga o en Neusa, comerse un sancocho triveguno (en La Vega, por si el nombre no le suena) o masatico con amasijos en Cajicá, Tabio, Chia, Tenjo; o unas empanadas de lechona en Soacha; así como practicar deportes extremos en Tobia, Chocontá, Zabriskie o Suesca.
Esto no pretende ser una cortina de humo para nada de lo malo que le pueda estar pasando a la ciudad, no son pañitos de agua tibia para curar las molestias de los que están molestos por el motivo que sea; tampoco es una invitación al conformismo o a quedarse callado por lo que le molesta.
Es una invitación a que aporte a la solución y a que se goce todo lo bueno que tiene a su alcance mientras de alguna manera se endereza lo no tan bueno (ojalá con su aporte y el mío y no esperando la llegada de un alcalde mesías, insisto).
Como diría mi amigo Leguis Trespalacios en su “Canción agradecida a Bogotá”: “Un paraíso no es, aquí todo hay que sudarlo, la aprenderás a querer y no sabrás desde cuándo”