Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Dichoso Spencer Tunick, porque ha fotografiado el reino de la piel. Creo que, con Hugh Hefner, es uno de los humanos que más gente desnuda ha visto. Son dos tocados por los dioses: mientras que el fundador de Playboy se ha dado el lujo de verlas (a ellas) en primer plano y de a una (por lo menos), Tunick ha visto la piel en todas sus gamas y al por mayor.
En cambio, nosotros, mortales que ni a faunos ni a ninfas llegamos, nos ha tocado como a cualquier jugador malo de póquer: pagar por ver. Y para colmo, pagamos por ver puro Photoshop.
Mientras Hefner convierte a rubias coloradas y desconocidas de Kentucky u Ohio en divas del softcore y la farándula mundial, y Tunick eleva el anonimato de sus modelos al rango de verdadero arte, con fotos tomadas en Amsterdam, México o Caracas, nosotros miramos fotografías “muy artísticas” en las “paradisíacas playas” nuestras que -dicho sea de paso- salvo por la rumba, el glamour, la infraestructura hotelera y la calidad de vida de sus habitantes, nada tienen que envidiarles a las playas, digamos, de la Costa Azul francesa.
¿Y de quiénes son las fotos? Para qué nombres, porque todos conocemos ese cardumen de sirenas que de estar casi varadas en la playa y en el mercado laboral, saltan a los medios como el cirujano las dejó en el mundo.
Cada cual muestra con orgullo la contradicción de sus cuerpos. Muchas son tan flacas que, si se descuidan un poquito, terminarían en una campaña de alimentación de la Organización para la agricultura y la alimentación (FAO). Todas juran que son así desde chiquitas, que nunca hacen dieta, que por obra de Dios (su mejor amigo, pues la mejor amiga es la mamá), la poca grasa que consumen se les va justo a los senos y a las caderas. Por eso nunca se han hecho una ‘lipo’.
El problema llega con los años, cuando ya tienen, por ejemplo, 37. Les toca empezar a decir que tienen 34 y tratan de grosero al que pregunte por su edad (como si estuviéramos en 1930). Pero, ya lo dijo Shakira, en una frase premonitoria, “las caderas no mienten”. ¿A ellos les pasará lo mismo? No sé.
En todo caso es un negocio implacable ese en el que, al final, lo único que les queda por mostrar sin ropa es una radiografía. Pero están en su derecho. De algo hay que vivir y no es ilegal y, sobre todo, no engorda.
Cada cual con su vida. Así a nosotros nos toque hacerles caer en la cuenta a los hijos, sobrinos, cónyuges y demás que la gente común no es así, que ellos son profesionales y que su cuerpo es la herramienta. Y que solamente son modelos de ropa (cuando se la ponen) y de nada más.
Pero vaya y pase los que están en el negocio que, repito, no tiene mácula legal. Lo que sí me tiene asombrado, es que ahora todo el mundo se quiere empelotar en público (no hablo ni siquiera en un blog) y gratis. Ahora, la diva que dispara sus últimos cartuchos al aire para mostrar lo que siempre dijo que no mostraría, se enfrenta a la venganza de sus peores detractoras. Entre ellas puede estar, por ejemplo, una profesora universitaria graduada en París, que siempre la criticó pero que, antes de jubilarse, reivindica el derecho a exhibir la manera en la que ha tratado lo que natura le dio.
También de la ex periodista que, dejando atrás todo rubor, se pasó a la política (la pérdida de rubor consiste en prometer desnudarse si es elegida, no en ejercer la política). Y claro, de las activistas que salen sin trapos si les apoyan una propuesta (encima de que ganan, nos castigan). Para colmo, las profesionales deben soportar la competencia de la aspirante a modelo tercermundista que se quita la ropa si su equipo queda campeón (en agradecimiento) y si lo eliminan (como consuelo).
Como yo soy tan masivo como cualquiera, he estado pensando en quitarme la ropa y salir corriendo por el Parque de la 93 (donde también han hecho desnudos), gritando: “yo vine porque quise, a mí no me pagaron”. Seguro que salgo en la tele. Pero eso sí, no me quitaría la máscara por nada, porque de eso se tratan los desnudos de hoy en día, de quitarse la ropa, mas nunca la máscara.
Hola, Demonio.
Si usted es uno de los bloggers inconformes por la eliminación de la sección blogs del home de eltiempo.com, le invito a escribirme a andres@elblogotazo.com.
Tal vez unidos podamos lograr una reconsideración de este rediseño en una segunda fase.
Parte de la idea de tener un blog en eltiempo.com era la visibilidad, y con este cambio la hemos perdido toda. ¡Buena suerte!
Califica: