Hace menos de un mes que el cóndor alzó el vuelo, como lo dispuso el compositor en vida: alto muy alto. Y dejó un inventario musical que le hace justicia al guerrero indomable de la mitología griega que lleva su nombre.

Creció en los tiempos de la cometa, aquellos que por más que deseemos que perduren o se repitan, no volverán. Fue aquel niñito, el mismo que no tuvo plata para entrar a la caseta, que nos esperanzó con que la vida puede ser un baile.

También fue el campesino humilde de casta provinciana que venció las adversidades en las que nació, en el que su tío Martin Maestre creyó incondicionalmente y que alguien descubrió un día de casualidad por el estilo con el que cantó en una parranda.

Entonces conquistó al mundo interpretando versos repletos de verano sin importarle que fuera primavera. Fue el cardón guajiro, el romántico de los atardeceres del ayer, el de los instantes de soledad y melancolía.  Los mejores acordeoneros lo acompañaron y pasaron de largo, siempre fue la piedra que resistió el dar de la cascada. Con Juancho Rois desató la locura, fue el más grande que estuvo a su lado y el mayor beneficiado por supuesto fue el folclor. Hoy por cuenta del destino vuelven a cobrar vigencia aquellos versos inspirados en la cumbre de su carrera:

 

Escuchen como la gente los quiere

Que sufren como cuando un amor muere

Y un sanjuanero diría

Yo tranquilo moriría

Si se unen Juancho y Diomedes

 

Que un día el destino los separó

Por dos caminos los enrumbó

Miren que vaina el mismo destino los encontró

 

Diomedes gozaba de un carisma que lo desbordada y dejó una estela de seguidores que llevó del alma prendida, ratificando que el hombre importante es el que se destaca por su sencillez en el trato. Nos recordó que si nos damos un tropezón hay que pararse enseguida y que de la vida no somos más que pasajeros.

Ahora el vallenato canta, el vallenato llora. El tren ya partió adonde la métrica no tiene nada que ver con las distancias. Tal vez a ese lugar del mundo sin odio, en donde se puede vivir tranquilo.

 

P.D.- Es imposible separar al artista de la persona cuando un legado musical está precisamente basado en las experiencias vividas. Y sin ánimo de justificar sus errores que también sirvieron de mal ejemplo y a veces transmitieron el mensaje equivocado, tal vez lo uno nunca hubiera existido sin lo otro. 

Twitter: @alfrecarbonell

Fuentes: Foto y estrofa correspondiente al album Ganó el Folclor