La mística de Seúl se puede comenzar a palpar desde el momento en que uno se acerca al counter de alguna de sus aerolíneas. El trato amable y refinado enseguida denota una adelantada cultura del servicio. Las largas horas de viaje para llegar se vuelven poca cosa al arribar a un aeropuerto como el Internacional de Incheon. Laureado en años recientes como el mejor del mundo, cuenta con amenities estrafalarias como una pista para esquiar o un campo para practicar el golf. No es una mera casualidad si la música que escuchas en el taxi cuando sales del aeropuerto es en tu idioma, así de atentos son los Coreanos.
Bastan unas horas en la ciudad para comprender que la capital de Corea del Sur hace posible lo imposible. Su crecimiento económico vertiginoso en los últimos 60 años así lo confirman. Pasaron de ser una región devastada por la guerra con altos niveles de pobreza a una de las 13 economías más fuertes del mundo en lo que se conoce como el milagro del Río Han.
Su cultura se ha forjado con una mezcla entre el respeto a sus tradiciones milenarias y la influencia de Estados Unidos. Con sus minuciosos chopsticks metálicos han pretendido escoger lo mejor de los dos mundos. Es así como han logrado esquivar la opresión de Internet que impone el Gran firewall de China mientras honran principios de su cultura oriental como el respeto absoluto por la naturaleza.
Asimismo se pueden dar el lujo de contar con un ultramoderno sistema de metro y a la vez con una red de más de 1000 kms de ciclorrutas perfectamente arborizadas. Sin pretender ser ostentosa, la ciudad cuenta con una infraestructura de primera y una infalible señal de internet que además de ser la más veloz del mundo no se pierde ni en los sótanos ni en las montañas. Desde la imponente Torre de Seúl, se puede apreciar la iluminación de su infinito skyline que nada tiene que envidiarle a centros financieros como los de Frankfurt y Chicago.
La educación para los Coreanos es una obsesión. Los niños tienen una voluntad de hierro cuando se trata de estudiar, en un sistema en donde se estimula el pensamiento crítico y la curiosidad. Ante la carencia de recursos naturales, su respuesta ha sido la consolidación de clústeres alrededor de la tecnología y la industria automotriz en donde se destacan gigantes como Samsung y Hyundai. Sus tres últimos gobiernos le han apostado a la innovación, el crecimiento sostenible y la economía creativa.
La administración cuenta con herramientas innovadoras como un moderno circuito de cámaras de seguridad que garantiza un tiempo de reacción de la policía de 3 minutos. Existen apps que promueven la participación ciudadana en donde se pueden reportar problemas que reciben soluciones oportunas como un semáforo dañado o un hueco en la calle.
Pero este pequeño tigre también tiene sus dificultades, pues tienen una alta tasa de suicidios y a pesar de que su tasa de desempleo ronda el 3%, el desempleo en los jóvenes está alrededor del 8%. Ante esta situación, el Ministerio de Trabajo puso al servicio de la comunidad un moderno complejo denominado Job World, para que de una manera lúdica los jóvenes descubran su vocación para el trabajo y puedan ser felices en el futuro (www.koreajobworld.or.kr)
Igualmente, la ciudad plantea más de un galimatías a resolver por el choque permanente entre la cultura occidental y la oriental. En una cultura que gravita alrededor de la comida, ¿Cómo evitar que la invasión de cadenas de comidas rápidas no ponga en riesgo la sana gastronomía tradicional? ¿Cómo proteger la industria textil y artesanal local en un entorno en donde se ostenta el mall subterráneo más grande de Asia? ¿Cómo evitar que la cultura del consumismo y la proliferación de cirugías plásticas no arrasen con sus profundos valores espirituales?
Parece que en la bandera del país se puede encontrar la receta para resolver estas disyuntivas en una sola palabra: equilibrio.
Twitter: @alfrecarbonell
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