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Bocas de ceniza

Después del atentado a Charlie Hebdo quedó en el mundo una estela con el antiguo interrogante de ser o no ser. El viejo debate de los límites de la libertad de expresión quedó reducido una vez más al conocido to be, or not to be. Pero más allá de ese debate lo que quedó en evidencia después de este episodio es lo relativo que es nuestro nivel de indignación. Aunque lo más lógico sería que las cosas que suceden en nuestro país deberían importarnos más, vivimos en una cultura que valora más lo importado que lo nacional. Si bien, la masacre de 12 periodistas en Francia es un hecho a todas luces repudiable, como cifras sin resonancia hemos padecido en los últimos 14 años 56 asesinatos de periodistas en Colombia. Quizás este fenómeno se debe a que aún quedan rezagos de nuestro complejo colonial. Pero la realidad es que mientras nos cuesta un inmenso trabajo ver la viga en el ojo propio, somos especialistas en ver la paja en el ojo ajeno.

En el campo académico o en las ciencias, cuántas veces no hemos escuchado ideas a las que nadie le para bolas cuando las dice alguien de este país,  pero basta que venga alguien de afuera a repetir lo mismo con otro acento para que se convierta en la verdad revelada.

Si bien los recientes triunfos de nuestros deportistas han servido para subir la autoestima nacional, sus conquistas tienen el mérito adicional de haber vencido un obstáculo mayor: el escepticismo. Sin embargo, tantos años de derrotas y frustraciones aún no nos dejan terminar de espantar los fantasmas pesimistas del pasado. Cuando muchos se enteraron de que Teo lo habían nombrado el mejor jugador de América, la reacción de muchos en vez de alegrarse, fue descalificar el nivel del futbol del continente. Y aunque es indiscutible que hoy en día se llevan desde más chicos a los jugadores talentosos para Europa que en la época en que quienes ostentaban ese título eran el Pibe, Francescoli o Riquelme, el mérito de Teo es indiscutible y por ser de por acá no hay que dudar de su completo merecimiento. Asimismo ¿Cuántas personas no han consultado una y otra vez el ranking de la Fifa para corroborar que el tercer puesto en el ranking de la Selección no es un error?

Es preferible pecar por triunfalismo que en su peor versión viene cargado de patriotismo que de inseguridad. Descolonizar la mente implica no necesitar que un extranjero se despache en elogios hacia un colombiano para creer en él. Descolonizar la mente también es apartarse de la mediocridad y pensar en grande.

Si bien no hay nada más antipático que los gobernantes que intentan robarse el crédito de los triunfos de sus deportistas, profesionales y artistas, en el caso de Barranquilla no hay duda de que los últimos gobernantes locales le han subido la moral a la ciudad. El triunfo de Paulina Vega es un ejemplo de lo importante que es tenerse fe y convicción en lo que uno hace. No es coincidencia que quien una vez contestó que las colombianas son de otro mundo haya sido capaz de conquistar un reinado que pretende el universo.

Hoy las mujeres barranquilleras no es que estén de moda pues la moda suele ser efímera y superflua. Es el talante, la inteligencia y el desparpajo de las que nacieron en esta ciudad adonde se mezclan las culturas como lo hace el río con el mar el que ha cautivado al mundo. Por eso la mejor respuesta que le han podido dar al célebre trino de Paola Turbay es que el secreto no está en el agua que se toma en Barranquilla sino en la influencia del agua que la rodea y la circunda.

Foto: Barranquilla Bocas de ceniza tomada de google

Twitter: @alfrecarbonell

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PERFIL
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Alfredo Carbonell (Barranquilla, 1981) estudió Derecho en la Universidad de los Andes y luego una especialización en Derecho de las Telecomunicaciones en la Universidad del Rosario. Hizo un curso de Relato Breve en la Escuela de Letras de Madrid. Trabajó en el Ministerio del Interior y en la Alcaldía de Barranquilla. Hizo una maestría en Políticas Públicas en UCL (University College London). Trabajó 3 años como Director de Asoportuaria y entre el 2020-2023 trabajó en la Alcaldía de Barranquilla primero como Secretario Privado y luego como Gerente de Desarrollo Social.

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1 Comentarios
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  1. De acuerdo. Los colombianos sufrimos de complejo de inferioridad. Necesitamos más periodistas que nos hagan ver esto. Gracias por escribirlo, cada día tenemos la esperanza de hacerlo cada vez mejor; algún día podremos ser una nación grande.

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