Mientras tomaba algún curso de literatura tuve la arrojada idea de escribir un breve relato sobre el sentimiento de vacío que se sufre al perder una casa.  Y como en todo proceso creativo en el que confío, la idea era partir de una pequeña realidad para construir una gran fantasía. En ese momento, parecía que se conjugaban todos los elementos para producir un buen cuento corto. Había crecido en una casa maravillosa que a raíz de la separación de mis padres se fue deteriorando poco a poco hasta que la vendieron. Esa vivencia me serviría de base para construir a partir de allí una excelente historia. Pero tuvieron que pasar muchas horas frente al computador para reconocer que eso no iba trascender más allá de una buena idea.

Muchos años después tuve la fortuna de corroborar de lo poderosa que podía llegar a ser esa temática gracias a un libro que llegó a mis manos. La Oculta, de Héctor Abad, es una novela que cuenta la historia de tres hermanos cuyo vínculo más estrecho pasa por el arraigo que conservan por un pedazo de tierra. La Oculta es la protagonista de la historia y también el nombre de la finca, adonde toda la familia vuelve a reunirse sin falta cada Diciembre. Para los hermanos La Oculta es el motivo para mantener abierta la comunicación entre ellos y mantener la conversación, ya sea con el único pretexto de atender su mantenimiento.  Así que La Oculta se convierte en el centro de gravedad de la familia adonde pueden confluir en cualquier momento sin importar en qué lugar del mundo se encuentren.

La Oculta es una excelente novela, escrita magistralmente con personajes de carne y hueso cuyos rasgos resumen la idiosincrasia de un país alejado de los dañinos estereotipos. La Oculta es una serena resolución, en donde también se adivina la disputa por la tierra como la raíz más enconada de nuestro conflicto armado.

Sería muy pretencioso decir que me han robado mi idea cuando se trata de un tema universal del cual se habrán escrito infinidades de historias.  Pero si resulta reconfortante a través de esta novela rellenar en mi cabeza aquella hoja en blanco a la que me tuve que enfrentar sin éxito en el pasado.

Después de terminar el libro, encontré una crónica que le hacen a Héctor Abad sobre la verdadera finca que lo inspiró para escribir la novela. Al desnudar los cimientos de una historia se corre el riesgo de estropear la magia. La capacidad de asombro se puede perder si un ilusionista revela sus trucos. Pero en este caso, ha sido un privilegio adicional conocer algunos detalles del proceso creativo del escritor. Al final es tanto lo que la realidad se mezcla con la ficción que no vale la pena recordar si se vendió o no se vendió La Oculta. Tampoco es relevante conocer el destino de la finca que inspiró la novela, es decir ¨la verdadera¨ Oculta.  A la postre, la pequeñas realidades que inspiran una historia terminan más minúsculas cuando las oprimen magníficas fantasías.

Volviendo a mi experiencia personal, la idea de escribir la historia en ese entonces surgió de un encuentro de la vida real. Como me quedé solo con la idea y las fantasías nunca llegaron, me permito compartir el desenlace de mi casa que en unas escasas líneas pretendían ser el punto de partida de aquel intento fallido de relato:

Creo que Lucía ya estaba aburrida con mis tontas reminiscencias. Al principio pensé que podía interesarle las cosas que sucedieron durante mi infancia en esa casa. El hecho de que su padre haya sido el arquitecto que tumbó mi casa para construir otra no debía indicarme nada. Se despidió e intercambiamos teléfonos creyendo que no nos ibamos a llamar jamás. Seguí pensando en lo que me había dicho y me imaginé a su padre sin camisa golpeando las últimas paredes  de mi casa con un mazo y enseguida sus palabras:

– Mi papá odia tumbar una casa porque dice que con ella está derrumbando los recuerdos de alguna familia.-

Twitter: @alfrecarbonell

Foto: Tomada de google