Suele suceder que las cosas que con más ansias se esperan, duran muy poco cuando llegan. A quienes nos encanta el futbol así nos pasó con los mundiales a los que hemos clasificado y en esta ocasión gracias a la gran expectativa que había generado la Selección, con la Copa América. Mucho se ha hablado de que se esperaba más del equipo y estoy de acuerdo, por encima de las bajas por lesiones, las ausencias en la convocatoria o la falta de rendimiento de muchos de los jugadores con sus respectivos clubes. Pero la pasión por la Selección es la misma así no se juegue tan bien. En las malas es cuando más sufre la hinchada que le toca emplear a fondo la garganta cuando a los jugadores no les sale ninguna de las jugadas con los pies.
Contra Argentina padecimos prácticamente 95 minutos infinitos de reposición. La pita de la agonía se estiró y se estiró para al final romperse por el lado menos esperado. El sístole y el diástole desbocado y cuando ya uno creía que había llegado el final de los finales, la definición por penales se seguía alargando sin compasión.
En el penal más largo del mundo, célebre cuento futbolero de Osvaldo Soriano, los hinchas de un equipo local deben esperar una semana para conocer el desenlace de un partido después de que una pelea ocasiona la suspensión del mismo antes del cobro de un penal. El pueblo entero queda en suspenso una semana esperando que el tribunal decida cómo se va a definir el partido (con el que además se define el campeonato) hasta que finalmente se determina que se debe cobrar la pena máxima. Por fin se reanuda el partido y se reúnen los dos equipos para el anhelado cobro en medio de todo tipo de especulaciones. El arquero logra atajar el penal pero al árbitro le da un ataque de epilepsia y pierde el conocimiento en ese preciso momento. Como el árbitro no es testigo de los hechos el penal debe repetirse y con él la agonía vuelve a instalarse en el corazón de todos.
Así padecimos contra Argentina y tal vez sentir esa mezcla de sufrimiento, esperanza y adrenalina es la que nos condena eternamente como hinchas. Y para los que somos ante todo devotos del fútbol, la Copa América no terminó con la eliminación de Colombia. Vivimos el resto de partidos soñando con que era gol de Muriel e imaginando a miselesión jugando en las últimas instancias. Seguimos analizando el desempeño de nuestros rivales cuando enfrentaron a otros equipos y sobre todo con la mente puesta en las eliminatorias al próximo mundial. Pues si hay algo indiscutible es que el nivel del fútbol suramericano está bastante parejo y que el camino a Rusia no va a estar nada fácil.
Los que vibramos con el futbol nos vimos de cabo a rabo el tercero y cuarto puesto así nos cueste decirlo. Conozco hinchas del Junior que les da vergüenza reconocer que se ven los partidos más inanes que juega el equipo, pero escondidos así sea por radio no se pierden ni los himnos.
Para mí Chile es el justo campeón por haber sido el equipo más constante durante todo el torneo y además le ganó a Argentina en la justa proporción. Es decir, después de un partido muy parejo se dio un empate merecido para ambos. La diferencia en la actitud de los jugadores se reflejó después en el cobro de los penales donde además Alexis logró imprimirle un toque final de grandeza.
Para Colombia queda como balance un muy buen trabajo en defensa sobre todo de Murillo y Zapata. Monumental lo de Ospina y especialmente el partido de la roca Sánchez ante Brasil. Falcao, James y compañía dejan una deuda grande en ataque pero la fe sigue intacta.
¿Y cómo termina el cuento de Soriano? Bueno, los invito a leerlo.
Foto: Tomada de google
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