Es muy poco lo que realmente se sabe por fuera del hermético mundo de la ciencia sobre la inteligencia artificial. Motivado tal vez por lo que escuetamente nos ha podido mostrar el cine o la literatura es un tema que siempre ha despertado en los mortales un especial interés. La Universidad de Stanford por ejemplo, logró convocar de un tirón a 160.000 estudiantes alrededor del mundo en un curso gratuito que abrió en línea sobre la materia.
El tema volvió a saltar a las redes sociales hace poco desde que Stephen Hawking manifestó una nefasta premonición sobre la inteligencia artificial. Para el famoso físico, podría ser el peor error de la humanidad y probablemente el último. ¿Pero cuál sería el riesgo de desarrollar una herramienta que podría tener cualquier cantidad de aplicaciones para solucionar los problemas que aquejan a los humanos?
Parece que la principal preocupación de Hawking a la que ya se le suman las voces de otros científicos, radica en el riesgo de que este desarrollo se salga de control. Con sus palabras, se revive el miedo de que algún día la máquina supere al humano como se demostró cuando Gary Kasparov como campeón mundial de ajedrez, sucumbió en 1997 ante Deep Blue, la super máquina de IBM.
Pero vamos por partes. Aparentemente la inteligencia artificial ya ha evolucionado hasta un punto en que no se limita a programar algoritmos en un computador para obtener resultados. Es decir, antes se sabía que la combinación de las variables que se introducían en una máquina era justamente lo que se sacaba. Hoy en día ya se está hablando de equipos autónomos con la capacidad de aprender tal como lo hace un niño (con herramientas como la observación) para después sacar sus propias conclusiones.
De acuerdo a una entrevista que se le hizo a más de 50 estudiosos de la materia, en aproximadamente 60 años la inteligencia artificial habrá alcanzado el nivel de la inteligencia humana. Pero lo que realmente causa escozor es que con el paso del tiempo está tendería a seguir evolucionando hacia niveles más avanzados que el humano, con su propia autonomía. Con el agravante que la capacidad del cerebro humano ha ido menguando en la medida en que con tantas herramientas tecnológicas lo hemos dejado de ejercitar. Recientes estudios señalan que en 2.000 años el cerebro humano regresará a ser equivalente al que tenía el homo erectus.
Por eso el reto más grande está en que el alumno no se escape del control del maestro y que la inteligencia artificial no adquiera el poder suficiente para subyugar a la humanidad. Eso dependerá en gran medida en los valores que se programen para que predique esta nueva inteligencia pero ya eso es hilar muy delgado.
Podríamos pensar que suficientes problemas tenemos en la actualidad causados por nosotros los humanos para preocuparnos por lo que puedan causar unas máquinas en el futuro. ¿Pero qué tal que las grandes decisiones políticas del mundo se tomarán con inteligencia artificial aplicando la sencilla fórmula de escoger lo que más beneficie al interés general?
Si con inteligencia artificial controlada lograríamos tomar decisiones que nos lleven a reducir los niveles de odio, violencia e intolerancia que hacen que el mundo sea cada vez más inviable, bienvenida sea.
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