Hay ciertas palabras que cuando se traducen de un idioma a otro son despojadas de su vital connotación o simplemente no tienen traducción. Es el caso de nudge una palabreja en inglés que se refiere al acto de guiar sutilmente hacia una dirección. Es lo que hace el elefante con su trompa para guiar a su cría hacia la dirección correcta. Es el empujón que con una fuerza mínima se le da a una persona con la única intención de mostrarle el camino.
Nudge es el título del libro sobre Economía del Comportamiento que en el año 2008 publicaron Sunstein y Thaler, dos académicos americanos cuya tesis sobre la psiquis de las decisiones han encontrado una aplicación más allá de la psicología del consumidor. Para los autores, con un nudge se puede influenciar a las personas para que tomen las mejores decisiones sin impedir su libertad para elegir. Partiendo de la base que la gente es floja por naturaleza y que no piensa mucho a la hora de elegir resulta más fácil seducir a una persona para que tome la decisión correcta, a educarla sobre cómo debe decidir. A esto le llaman paternalismo libertario, una paradoja que cobra sentido solo si la coacción para influenciar es tan sutil que no es obligante.
Por ejemplo, en Holanda estaban preocupados por la suciedad de los baños del aeropuerto de Amsterdam y un economista propuso la novedosa idea de dibujar moscas en los orinales. Con esta muy económica y novedosa idea se redujo asombrosamente en un 80% el derrame de orín con un nudge que simplemente sugería adonde apuntar.
Otro ejemplo que muestra cómo estos pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia se evidencia en la donación de órganos en Europa. Para promover esta práctica, ciertos países como Bélgica y Austria establecieron que por estándar todos los ciudadanos son donantes hasta que manifiesten lo contrario. En estos países más del 90% de los ciudadanos acceden (pues no se han negado) a la donación de órganos mientras en países en donde no se han tomado estas medidas como en Alemania o Dinamarca menos del 15% de los ciudadanos lo hacen.
El alcance de esta teoría no ha sido de poca monta pues ya tanto Estados Unidos como el Reino Unido constituyeron agencias gubernamentales exclusivamente para diseñar este tipo de políticas. Cientos de especialistas en arquitectura de las decisiones trabajan en estas oficinas para buscar soluciones inteligentes que eliminen las fricciones que sin razón complican nuestra existencia. Pues la mente no es una caja negra que funciona mejor si el sistema le ofrece las mejores alternativas de la manera más papaya.
En el Reino Unido lograron aumentar el recaudo de impuestos en un 5% con la simple tarea de reemplazar los antipáticos sobres de manila adonde mandan las facturas por sobres blancos amablemente personalizados. Con un nudge se puede corregir el Homero Simpson que habita en cada uno, evitando los errores que cometemos por inercia. Mostrando sutilmente el camino, se pueden evitar las malas decisiones que por andar de afán tomamos automáticamente.
Sin embargo, estas prácticas como políticas gubernamentales no han estado exentas de críticas. Hay quienes consideran que invaden la esfera personal y el derecho a decidir libremente. Muchos se oponen a la idea de un Estado vigilante que, no contento con saber nuestros movimientos, ahora quiere intervenir en nuestras decisiones. Pero si el gran hermano se quiere bajar un ratico del panóptico del cual nos vigila a hacer travesuras, por lo menos que esto sea para perseguir al bien común. Lo cierto es que estos experimentos son una realidad y los resultados demuestran que sus efectos hasta ahora han sido positivos.
Puede que sin saberlo ya lleves mucho tiempo beneficiándote de algún nudge. Si eres de esas personas que tienen el reloj 5 minutos adelantados, comprenderás que a pesar de que sabes que tu reloj esta adelantado, la estrategia te funciona para no llegar tarde. Así funcionan los nudge.
Twitter: @alfrecarbonell
Foto: Tomada de google